El abogado Raúl Barrandeguy tiene una extensísima trayectoria en asuntos públicos.

Ahora, ha ganado espacio en los medios por su participación como defensor de funcionarios, ex funcionarios o personajes polémicos involucrados todos en causas por corrupción.

Sergio Urribarri, Juan José Canosa, Ricardo Fabián Barreiro, el apodado como “Jardinero K”.
Barrandeguy ha sido él mismo funcionario.

Entre 1987 y 1991 fue fiscal de Estado de Jorge Busti, luego, presidente del Instituto Obras Social de la Provincia de Entre Ríos (Iosper), entre1991-1992.

En 1999, integró el Frente Grande, y fue a interna con la ahora diputada provincial Rosario Romero para definir la fórmula que acompañaría a la Gobernación al radical Sergio Montiel. La interna la ganó Romero, pero la alianza nunca prosperó por decisión de Montiel.

Dejó atrás todo eso, ya con Sergio Urribarri como gobernador, fue diputado nacional por el Frente para la Victoria (FPV).

Quienes conocen su trayectoria, dicen que ha ejercido más el Derecho Penal que el Derecho Constitucional, y que ha sido más afín al viejo sistema procesal en la provincia. No le agrada demasiado el rol preponderante que ahora tiene el Ministerio Público Fiscal, y el escaso lugar que se le deja a la defensa en los procesos judiciales.

Es partidario, dicen, de la vieja guardia del Derecho.

Este martes, con verba florida, participó del turno de los alegatos en la segunda jornada de debate en el juicio al “Jardinero K”.

Junto al silente Candelario Pérez, ejerce la defensa técnica de Ricardo Fabián Barreiro, el empresario del transporte santacruceño que se hizo célebre con el mote del “Jardinero K”.

La periodista Emilia Delfino explicó por qué ese apodo de Barreiro, que ahora está siendo juzgado en Entre Ríos por falsificación de documento público. Es dueño de un hotel de cuatro estrellas en Tucumán, administrador del hotel Los Sauces, de la familia Kirchner, en Santa Cruz, tiene un restaurante en El Calafate, y ayudó a construir el Hotel Mora en la localidad de Los Antiguos. También fundó una compañía de transporte y una de limpieza.

Antes de ser todo eso, Barreiro era el modesto jardinero del matrimonio Kirchner en la casa que ellos tenían en Río Gallegos, cuando Néstor era gobernador. Ascendió, sin escalas, a secretario privado del presidente de la Nación en 2003. Luego se retiró para dedicarse a los negocios. Es, al mismo tiempo, padre de Pablo Barreiro, el que fuera secretario privado de Cristina Kirchner.

Barrandeguy se mostró molesto por dos asuntos: que se lo llame “Jardinero K”, algo que le suena a estigmatización, y que los medios se ocupen de investigar los casos de funcionarios con asuntos pendientes en la Justicia.

Lo de la estigmatización lo dijo por el programa Periodismo Para Todos, de Jorge Lanata, en Canal 13, que fue quien popularizó la imagen de Barreiro como sinónimo de rápido crecimiento económico de personajes satélites a los hombres del poder. Lo trató como el “showman Lanata”, con cierto desdén.

“El mote de `El Jardinero K´ ha sido utilizado para estigmatizar a mi defendido”, dijo Barrandeguy.
Barrandeguy es una especie de esclarecedor de la opinión pública, y los periodistas, meros escribidores que desde el “anonimato”, la expresión que utilizó, dicen cualquier cosa.

“Todo el mundo cree que se está juzgando a José López, que hay millones de dólares comprometidos y que Barreiro se llevó a Buenos Aires media provincia. Barreiro no merece como ciudadano el tratamiento que está recibiendo de la Justicia”, dijo, con tono de profesor de secundaria de la era pre redes sociales.

Barrandeguy se sale de libreto, y suele decir barbaridades, y como en el tribunal no se juzgan las barbaridades que dice el defensor, sino los supuestos delitos que pudo cometer su defendido, la nave va.

Barrandeguy, el abogado que dice qué hacer y qué no hacer en los medios, cómo tratar y de qué modo no hacerlo con determinados temas, habló, con soltura, de “activismo en los medios”.

“Este activismo en los medios es antidemocrático”, dijo.

¿Qué es el activismo en los medios?

No se explayó demasiado el defensor.

No explicitó por quién lo decía. Lo dijo por todos. Una crítica sin destinatario, es una crítica al trabajo de todos los medios, de todos los periodistas.

Barrandeguy, el defensor del Jardinero K, se creyó con la soltura suficiente como para hacerlo en medio de un debate judicial que ni fu ni fa: nada ver con el trabajo de los medios. Pero allá fue Barrandeguy; quiso ir al hueso de un debate que sólo él sabrá por donde transcurre.

Barrandeguy, el abogado que suele andar en bicicleta por las veredas de la ciudad –si la Ley de Tránsito se aplicara a rajatablas, Barrandeguy tendría que vérselas con la Justicia de Faltas—dijo hoy en los Tribunales que “Barreiro no merece como ciudadano el tratamiento que ha estado recibiendo de la Justicia entrerriana”.

En eso, le faltó decir, pero lo dio a entender en el resto de su diatriba, colaboraron los medios.

Barrandeguy, el abogado del Jardinero K, no está contento con los medios. No se sabe bien a cuento de qué, ni por qué no ha podido resolver esa inquina.

Pero ajeno a todo eso hizo lo que debía hacer, que para eso lo contrataron: pidió la declaración de inocencia para el “Jardinero K” y su absolución de culpa y cargo.

Lo del activismo antidemocrático de los medios quedó como asunto pendiente. Y al tribunal, seguramente, mucho no le interesará el asunto.

 

Ricardo Leguizamón
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.