El arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, se refirió en la homilía que pronunció esta tarde en Paraná en la misa de Corpus Christi al reciente fallo que condenó a 25 años de cárcel al cura Justo José Ilarraz, exprefecto de disciplina del Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo.

El fallo del tribunal, conformado por los jueces Alicia Vivian,Carolina Castagno y Gustavo Pimentel, tuvo una referencia explícita al encubrimiento que hubo de parte de la Iglesia Católica, hecho que facilitó los abusos de Ilarraz.

No pidió perdón, sin embargo: sólo habló del daño que Ilarraz produjo a la vida de la Iglesia. No se refirió a las víctimas, siete que sostuvieron una denuncia que se inició en 2012 en la Justicia y que en 2018 llegó a juicio oral. «La Iglesia en Paraná ha sido sacudida en los últimos años por casos y denuncias de abusos, incluso con unas recientes condenas penales», aseguró Puiggari.

No sólo Ilarraz ha sido condenado. También otro cura, Juan Diego Escobar Gaviria. Y hay una tercera investigación penal en marcha, que involucra al sacerdote Marcelino Ricardo Moya.

Puiggari prefirió hablarles a los fieles, no a las víctimas. Menos a la sociedad. «Quisiera decirles, queridos fieles y sacerdotes aquí presentes, que soy consciente de todo esto, y que me duelen estas situaciones, principalmente porque han originado mucho sufrimiento para quienes han sido víctimas y sus personas más cercanas, todos ellos hermanos nuestros. Y también por tanta gente buena, que ama a Cristo y a la Iglesia como ustedes que han venido hoy a homenajear a Jesús Eucaristía, y que puede sentirse desorientada, confundida y -¿por qué no decirlo?- desilusionada», planteó.

Y agregó al respecto: «Quisiera decirles que estamos haciendo todo lo posible para que no se vuelvan a producir nunca más estas situaciones, para que todos los espacios de Iglesia sean seguros para todos y ámbitos en donde se perciba la búsqueda de la santidad».

Pero evitó pedir perdón. Sólo aseguró: «Quiero con toda humildad volver a manifestar, esta vez frente a ustedes, que estamos peregrinando como Iglesia el arduo y penoso camino de la purificación, la penitencia y la redención por todas las veces que el Señor ha sido ofendido en un niño en el ámbito de nuestra Iglesia.  En la historia del sacerdocio, también en la nuestra, se advierte la oscura presencia del pecado. La fragilidad humana ha ofuscado el rostro de Cristo. Y ¿cómo asombrarnos? Cuando Nuestro Señor instituía el sacerdocio, Judas consumo su traición, Pedro experimento su debilidad con su triple negación. En este día quiero agradecer al Pueblo de Dios porque a pesar de nuestra fragilidad, de la cual les pido sinceramente perdón, siguen creyendo en la fuerza de Cristo que actúa a través de sus sacerdotes».

La Justicia probó que Ilarraz cometió cinco casos de corrupción de menores, y dos de abuso deshonesto. No fueron pecados: fueron delitos.

«Los actos cometidos por unos pocos no pueden desacreditar ni desvalorizar la labor de tantos sacerdotes que han sufrido por esta situación y que abnegadamente siguen trabajando silenciosamente entregando su vida a la Iglesia y a sus hermanos. A ellos también les agradezco y los animo a seguir con alegría al Señor», dijo.

«El perdón -apuntó- tiene que ver con la verdad y la justicia, exige la Cruz del Hijo y nuestra conversión que es restauración de la verdad. Recen mucho por nosotros y con nosotros. La oración es el primer lugar del aprendizaje de la esperanza. Dios y Él me ayuda. Recen para que podamos renovar nuestro sacerdocio y ser más una transparencia de la misericordia de Dios».

Al final, se ocupó de un tema clave para la Iglesia en estos días: la despenalización del aborto.  «Libera a nuestra Patria de la amenaza contra toda vida, del aborto, de la violencia y del odio que contamina las conciencias, acompaña a nuestro pueblo que sufre por la falta de amor, de fe, del pan, del trabajo, fortalece a los sufren en el cuerpo o en el alma, purifícanos con la potencia de tu amor misericordioso», reclamó.

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.