“Hay un gran desconocimiento de lo que los colegios católicos hacen en educación sexual. Hay disparidad, no son todos iguales, eso es cierto. Pero se da educación sexual. Si uno lee los documentos del Concilio Vaticano II, de 1965, en la declaración sobre la educación habla de la importancia de la educación sexual en los colegios. Y no habla de educación para el amor. La Iglesia empezó a hablar de educación sexual mucho antes de que lo hicieran los estados. La educación sexual es fundamental para la Iglesia. Pero nosotros hablamos más que de educación sexual de educación para el amor, porque el amor es mucho más integrativo. Lo afectivo marca a la persona hasta el fondo. Por eso lo sexual está tan en el centro de la formación y de lo que es la persona”.
María Inés Franck, abogada canonista, secretaria académica de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Católica Argentina (UCA), designada por el arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, para coordinar la denominada Comisión de Protección de los Menores para abordar el delicado tema de los abusos a menores por parte de los sacerdotes, no rehúye ninguna pregunta, y, desde su visión, responde a todo: educación sexual, aborto, perspectiva de género y corrupción de menores en la Iglesia.
-¿Qué pasa hoy con la educación sexual? ¿Se dicta en los colegios?
-Estuve en la comisión de educación que elaboró los lineamientos curriculares en 2007. Vengo estudiando el tema y recorriendo las provincias, hablando con docentes, directivos, chicos, y en todos lados he visto una misma realidad. Tanto en escuelas confesionales como estatales, es difícil para el docente dar educación sexual. Pero es difícil como persona, porque es difícil dirigirse a una persona que es menor de edad, que tiene todo un bagaje cultural, familiar, ideológico, religioso, moral, que es distinto al que tiene uno. Es muy delicado hablar de educación sexual en la escuela. Hay que estar muy capacitado. Además, están los padres, principales responsables de la educación de sus hijos. A todos los docentes les cuesta dar educación También a los docentes de los colegios estatales.
-El Congreso tiene a estudio una reforma a la Ley de Educación Sexual Integral, que apunta convertirle en obligatoria para todos los colegios, públicos y privados. ¿Qué piensa de esa iniciativa?
-La educación sexual por ley es obligatoria para todas las escuelas. La actual no dice que es de orden público, por lo cual las provincias para aplicar esta ley tienen que adherir. Al declararla de orden público, hace que las provincias no puedan elegir si adherir o no. Cuando algo es de orden público rige para todo el país, adhieran o no las provincias. En ese caso, las provincias no pueden decidir. Esto es lo que quieren hacer con la educación sexual ahora. Hay otra cuestión. Los lineamientos curriculares establecen que la educación sexual debe transversal, y dictarse desde nivel inicial hasta formación docente. Esto es muy bueno, el hecho de que se puede integrar. Pero tiene el riesgo de que pueda diluirse, porque depende de todos los actores del proceso educativo.
-¿Qué temor hay en la Iglesia ante esa eventual reforma de la Ley de Educación Sexual?
-En realidad, no hay un solo proyecto de reforma. En las distintas Legislaturas hay proyectos de reforma. Acá lo que yo veo -y no me gusta- es que se quiere imponer una visión ideológica única. Me gustaría que hubiera cierto pluralismo. No todos los chicos son iguales. No es lo mismo educación sexual a un chico de un barrio super exclusivo de Buenos Aires que otro de la zona rural de las provincias.
-Cuando se habla de ideología de género de qué se habla.
-Hay que separar. Ideología es una cosa y género es otra. Todo concepto puede ideologizarse. Cuando se habla de ideología de género es cuando se considera la realidad social a partir solo del conflicto entre géneros. Eso lleva a una absolutización. Ideología es ponerse los anteojos con los vidrios de un color, y ver todo de ese color. Pero la realidad tiene otros colores. Eso es ideología. Es absolutizar una visión de la realidad, y negarle a los otros a tener otra visión de la realidad. De eso se trata cuando se habla de imponer ideología de género.
-¿Daría educación con perspectiva de género?
-Si yo tuviera que dar educación sexual, explicaría a mis alumnos lo que es perspectiva de género. El sentido es cuando se pretende obligar a mirarlo solo desde ese punto de vista, y uniformar a la sociedad y a los chicos en torno a una mirada.
-¿Cómo se vio desde la Iglesia la discusión por la legalización del aborto?
-Ahí se mezclaron muchas cosas. No es una cosa consecuencia de la otra. No están encadenadas. Enl tema del aborto la Iglesia siempre se opuso. Pero no es una cuestión religiosa. Es una vida humana que se interrumpe. Para nosotros, defensa de los derechos humanos significa oponernos al aborto.
Abusos
En marzo, la Iglesia de Paraná dio a conocer un “Protocolo arquidiocesano de actuación ante la sospecha o descubrimiento de abusos sexuales en los que sean víctimas menores o adultos vulnerables”. Fue redactado por la Comisión Arquidiocesana para la Protección de los Menores, creada en agosto de 2017, aunque curiosamente, en la homilía de la misa crismal en la Catedral, este miércoles por la tarde, junto a todos los sacerdotes, Puiggari no hizo ninguna referencia a ese documento.
Pero a diferencia del Protocolo Interinstitucional de Actuación en Casos de Abuso Sexual Infantil, que rige en la provincia desde 2010 y que es de aplicación en los tres poderes, el documento que acaba de hacer público la Iglesia no incluye en ningún momento, luego de tomar conocimiento de un caso de abuso, la intervención del Ministerio Público de la Defensa ni de ningún otro organismo judicial.
-La comisión se crea en julio en 2017, si bien ya veníamos trabajando de antes, y hablando con el arzobispo de la necesidad de hacer este tipo comisión que se preocupe de prevenir los abusos y capacitar a las personas acerca de la importancia de prevenir y cómo proceder, y también cuando las víctimas quieren acercarse a la iglesia, respetando sus tiempos, que esté disponible para ellos. No solo se trata de abusos del clero, sino que nos preocupa también todo tipo de abuso sobre menores. Muchas veces estos abusos ocurren en ámbitos intrafamiliares. En mi caso, yo soy católica, pertenezco a la Iglesia, amo a la Iglesia y no quiero que pasen estas cosas.
-La Iglesia ya tiene dos sacerdotes condenados por casos de abusos a menores.
-Es fuerte que dos sacerdotes estén condenados. Y a todos nos duele, porque si se han cometido abusos, hay victimas. Y desde el lugar de ellos es tremendo los que les ha ocurrido. El foco de la comisión está puesto en eso. Tratamos de enfocarnos en eso. El impacto ha sido grande mediáticamente y también realmente. No queremos que vuelvan a pasar.
-¿De qué modo se previene que no vuelva a pasar?
-La principal forma, la que usamos nosotros, es la educativa. A través de la capacitación primero de los adultos, los que están con los chicos. Todos estamos con chicos. En general apuntamos a docentes, padres, sacerdotes, seminaristas y a ellos lo que hacemos es darles una capacitación. Tratamos de transmitir todo lo que hemos estudiado, para llegar a la gente de una manera amable. Es necesario tomar conciencia de que estamos frente a algo serio. Otro punto importante es cuando nos damos cuenta: en ese caso, tenemos que hacer algo. En Entre Ríos hay un protocolo interinstitucional que es muy claro. Hay una Defensoría de Menores, y la Defensoría es el organismo que más se ocupa de esto, que tiene las herramientas para investigar qué paso realmente. A mí no me corresponde investigar, me corresponde avisar.
-Eso no pasó en el caso de Justo Ilarraz.
-En la causa Ilarraz hubo un proceso canónico en 1995. La legislación era distinta, también la reacción frente a esto era distinta. Hoy los reflejos están más aceitados, hemos tomado conciencia, nos hemos enterado que han ocurrido lamentablemente estos casos. Y hay voluntad para que no vuelvan a pasar. Tratamos de usar todas las herramientas a nuestro alcance. El protocolo no obliga a todos, pero aunque no estén obligados, hay una obligación moral de actuar frente al conocimiento de estos casos, independientemente que después haya un proceso canónico, que ese es otro carril.
-¿No es necesario que haya cambios en la formación de los seminaristas?
-Se está haciendo. Los seminarios se forman a la luz de un documento que viene de la Santa Sede, y cada país adapta, que tiene un nombre muy técnico, que fue reformado en 2015, y que parte de esa reforma fue encarar la prevención. Con la comisión fuimos a dar charlas al Seminario. Periódicamente vamos. Parte de ese nuevo programa de estudios se enfoca a prevenir abusos, y reforzar algo que todos los estudios dan como importante, que son las virtudes humanas, virtudes básicas como lealtad, veracidad, transparencia. También en la sociedad debe haber un cambio, no endiosar al sacerdote. Todos somos seres humanos y nadie está exento de nada. El sacerdotes es un ser humano. Lo cual no significa reconocer el rol espiritual que tiene.Pero no engañarnos. Pueden cometer delitos, pueden tener problemas, lo mismo que todos. Son seres humanos.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.