«Esta denuncia apela a la paciencia de uno. Uno viene desde hace mucho tiempo con esto, con una fuerte necesidad de justicia».
Pablo Huck aguarda esperanzado que la Justicia rechace el planteo de prescripción que presentaron los abogados defensores del cura Marcelino Ricardo Moya sobre los delitos que se le reprochan: abuso y corrupción de menores.
Este martes, a las 10, el planteo se debatirá en la Cámara de Casación Penal.
Pablo Huck confía en la Justicia. Confía en el rechazo.
«Entre Ríos ha dado ejemplo de trabajo, de haberse ocupado del tema. Hay dos curas condenados. Yo deseo y creo que Moya vaya en el mismo camino. La prescripción como artilugio claramente cayó, y cayó en el caso de Ilarraz, y va a caer en esto, porque hay tratados y convenciones internacionales que van por encima de la prescripción», dice Huck.
El 29 de junio de 2015, Pablo Huck y un estudiante de Derecho testimoniaron frente al fiscal Juan Francisco Ramírez Montrull de qué modo el cura Moya abusó de ellos cuando eran adolescentes, estudiantes del Colegio La Inmaculada y miembros de los grupos juveniles de la Parroquia Santa Rosa de Lima, de Villaguay.
La Iglesia, no bien tomó conocimiento de la apertura de la causa en la Justicia hizo lo que se esperaba: apartó a Moya de su función de párroco y de responsable pastoral del colegio católico que tenía a su cargo en Seguí, y abrió una investigación eclesiástica. Esa investigación fue girada al Vaticano.
Moya fue vicario en la Parroquia Santa Rosa de Lima, de Villaguay, entre 1992 y 1997, y además docente en el Instituto La Inmaculada. El cura fue ordenado sacerdote el 3 de diciembre de 1992 por el exarzobispo de Paraná, Estanislao Esteban Karlic, y tuvo entre uno de sus primeros destinos la Parroquia Santa Rosa de Lima, de Villaguay. Allí, precisamente, habría sido el lugar donde ocurrieron los abusos.
Idas y vueltas
El 31 de julio el año pasado, el Tribunal de Juicios y Apelaciones de Concepción del Uruguay rechazó el planteo de prescripción formulado por los abogados defensores de Moya. El camarista Mariano Martínez confirmó la resolución del juez de Garantías de Villaguay, Carlos Ramón Zaburlín, que el 29 de junio de 2017 rechazó la vía de la prescripción y elevó la causa a juicio.
Los abogados defensores del cura insisten, no obstante, con el mismo criterio: piden la prescripción de los delitos que se le imputan al sacerdote: dos abusos, ocurridos en Villaguay, adonde estuvo destinado entre 1992 y 1997.
En resolución de rechazo a vía de la prescripción, el camarista Martínez consideró que “prima facie y al amparo de las evidencias mentadas durante la sustanciación del presente recurso -reconociéndoles la provisionalidad de la instancia- que el caso puede ser adscripto a la categoría en cuestión (violación a los Derechos Humanos de personas menores de edad)”.
El expediente llegó a Casación el 14 de agosto del año último, y el 28 de ese mes fue notificada la Procuración. El recurso fue presentado por los defensores el viernes 4 de agosto de 2017. El sacerdote carga con dos denuncias en la Justicia: una por promoción a la corrupción y otra por abuso sexual simple, ambas agravadas por su condición de miembro del clero. Desde finales de junio de 2015, cuando en Tribunales se comenzó a tramitar la causa penal por abusos, la Iglesia Católica lo suspendió a Moya en su función pastoral, y por eso mismo no puede oficiar misas en público.
«Delincuentes»
En una charla con el programa Puro Cuento de Radio Costa Paraná 88.1, Huck dice: «Para estos delincuentes, recurrir a la prescripción sería la herramienta con la que probaron y no tuvieron suerte. En realidad, no fue suerte, sino trabajo y conciencia por parte de la justicia».
Luego, Huck repara en que en Entre Ríos han sido condenados dos sacerdotes, Juan Diego Escobar Gaviria y Justo José Ilarraz, y a nivel nacional, Julio César Grassi, pero enseguida hace notar que ninguno ha sido apartado de la iglesia: siguen siendo sacerdotes.
Tampoco han actuado como dijeron que iban actuar, agrega.
«(El arzobispo de Paraná, Juan Alberto) Puiggari dijo que iba a dejar que la Justicia actúe, y que después actuaría en consecuencia. Eso ha dicho Puiggari. Y no lo ha hecho. Pasó con Escobar Gavira, pasó con Ilarraz. Lo que se ve es una actitud corporativa. No pasó nada con esos dos curas, y no va a pasar cuando Moya sea condenado», asegura.
El pedido de perdón, entonces, no le resulta sincero. «Si no le retiran los hábitos, podes hacer un montón de cosas que será más de lo mismo», plantea.
-¿Alguna vez Puiggari te pidió perdón?
-No. No solo que no me pidió perdón, sino que no lo registra. Hay una actitud de base que es negar, ocultar. Para creer en las victimas, hay que escuchar. A mí nunca me escucharon.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.