Cita a Gabriel García Máquez y a Karl Marx, del mismo modo que recurre a Jorge Capitanich, y tiene las ínfulas de “El general en su laberinto”, pero en su voracidad por trascender termina reptando entre el lugar común y las citas de compromiso, la épica construida por encargue, y los errores de ortografía. Una comida típica de las aldeas alemanas del departamento Diamante, el «pirok», se cita en el libro erróneamente como «pirox».
“El pueblo manda”, el libro que se atribuye el exgobernador Sergio Urribarri, y que en todas las páginas desnuda mucho la pluma de su prologuista, Pacho O`Donnell, llegó ahora a las librerías a un precio altísimo teniendo en cuenta su calidad, su contenido y la extensión: $350. Llega para competir, habrá que ver si lo logra, con “El Clan”, de Daniel Enz, que ya lleva varias semanas y es un boom editorial en la región.
Urribarri, en su libro, construye el mismo personaje que sus exégetas armaron para el “sueño entrerriano”: un político con mucha proyección, que gobernó una provincia que exuda bonanza, índices incomparables de gestión, la historia armada como en el juego del Rasti, a medida.
En “El pueblo manda” el exgobernador relata el partido de fútbol que jugó con el presidente de Bolivia, Evo Morales, en la cancha del Club Olimpia, durante la Cumbre del Mercosur, como si aquello hubiese sido el Pacto de la Moncloa, en clave pueblerina. “Fue una fiesta de la vida, de la política, de la Patria Grande. Comimos y tomamos algún vino. Él estaba hecho una lechuga”.
En el segundo párrafo, se deja el estilo ramplón, y se aspira a cierta altura literaria. “En los pasillos de la política, se discute mucho sobre la pericia de los hombres que están en el poder, o en la gestión. Y siempre hay una rara unanimidad, nadie está de acuerdo”.
Urribarri cuenta en su libro que empezó una provincia desde cero, y que la dejó casi como si fuera Suiza.
Eso dice.
Y para dar cuenta de cómo arrancó su primera gestión, relata un encuentro con los integrantes del Consejo Empresario de Entre Ríos. “Yo llevaba dos meses de gestión, y fui invitado a un encuentro con el Consejo Empresario; una hora y media de reunión. Me llenaron la cara de dedos”.
Relata su “enfrentamiento” con el campo en 2008, cuenta cómo le “cascotearon” la casa de Concordia y reproduce, a su modo, un diálogo que puede resultar antológico.
“Néstor nos pidió a los gobernadores que bancábamos el proyecto que nos juntáramos en un hotel de Buenos Aires, para preparar el acto del Congreso. Estaba yo ahí con muchos de ellos y me sonó el teléfono. Era Néstor que estaba viniendo en el helicóptero. `Ulibarri –me dijo, todavía no pronunciaba bien mi nombre (en realidad, el apellido, NdelR)–, Ulibarri, quiero que hables hoy en el acto´. Me temblaban las patas. La llamé a Analía. Se dio cuenta del julepe que tenía, y me sugirió. `Pato, hablá como en General Campos´. Yo la escuché y le respondí: `Negra, ¿me estás cargando? Acá hay medio millón de personas´”.
“Me suenan las palabras de Yasky”, dice Urribarri en su libro, en alusión al líder de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), Hugo Yasky. Y parafrasea al dirigente gremial docente: “Urribarri revela para nosotros una forma de hacer política que es la que queremos para la Argentina. No queremos políticos que sean apadrinados ni por las corporaciones económicas ni por los grandes medios de comunicación”.
La década kirchnerista, dice Urribarri en su libro, fue la década en la que funcionó “la máquina de fabricar igualdad”.Concluido el mandato de Cristina, se preguntó, ¿quién iba a continuar esa tarea? Obviamente, Urribarri.
Así nació el “sueño entrerriano”.
Un sueño que se armó sobre una provincia hecha de cartón pintado.
“De hecho –dice Urribarri en su libro–, hicimos un trabajo minuciosos en el campo de la Cultura. Trabajo que consistió en recuperar nuestras raíces identitarias, nuestras raíces libertarias, y eso era naturalmente desenterrar a Artigas. Los escenarios de hace 200 años no eran distintos a nuestro presente. Artigas tenía un proyecto de patria, único, un modelo de comunidad republicana no superado hoy, y una conciencia profunda de la necesidad de la Patria Grande”.
El autor olvida mencionar, claro, que hoy tiene cuatro causas abiertas en la Justicia por corrupción, pero quizá asuma que hacer la Historia siempre conlleva deslices.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.