El sábado 3 de enero de 2015, el entonces gobernador Sergio Urribarri montaba una puesta en escena para apuntalar su candidatura a la presidencia que, después, haría agua. Lo hizo en un escenario de utilería, el parador en una playa de Mar del Plata, que montó con pompa y circunstancia, y rodeado de los clichés de la farándula de cabotaje: Nazareno Motola, Miguel Ángel Cherutti, Miranda, delegaciones de comparsas entrerrianas, y mucho funcionario.
“Venimos a mostrar todo lo que hicimos en Entre Ríos en estos siete años de gestión, en este lugar tan lindo y popular al que vienen a veranear miles de argentinos gracias a este modelo de crecimiento con inclusión social impulsado por Néstor y Cristina Kirchner”, blandió entonces Urribarri, parado en la arena húmeda de La Perla, donde se instalaron stands, carpas e inflables para disfrute e información de los turistas de todo el país que se acercaron a conocer más sobre Entre Ríos.
El montaje del parador del sueño urribarrista le costó a la provincia $14 millones. Lo ensambló una firma de nombre peculiar, “El juego en que andamos”, constituida poco menos de un año antes, el 5 de junio de 2014, con un capital inicial de $ 60 mil.
La firma fue constituida por Gerardo Daniel Caruso y Javier Eduardo Caruso, con sede en Vera 952, piso 5°, departamento B, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con el objetivo de “la realización por sí, por cuenta de terceros y/o asociada a terceros, en el país o en el exterior, las siguientes actividades: Asesoramiento integral y consultaría por cuenta propia o ajena en radiodifusión, televisión y cualquier plataforma audiovisual (TV abierta, TV Cable, Internet) y cualquier otra que se llegue a crear en el futuro y/o de servicios periodísticos o gráficos en sus diferentes medios de difusión, sean principales o complementarios, por aire o por cable, espectáculos públicos, representaciones artísticas y creación de contenidos pudiendo importar y exportar todo el material requerido para tal fin”.
Esa empresa, “El juego en que andamos”, con un capital social de $ 60 mil, fue la responsable de montar el parador playero con el que el gobernador Sergio Urribarri acarició, y no pudo, el sueño presidencial: el parador marplatense, que le costó al Estado una cifra de $ 14 millones.
El dato está contenido en el decreto Nº 5.120 del Ministerio de Turismo del 29 de diciembre de 2014, publicado el 29 de junio de 2015 en el Boletín Oficial.
En el artículo 1°, ese decreto aprobó “todo lo actuado en la Licitación Pública Nº 69/14, efectuada por la Unidad Central de Contrataciones, para la contratación de un servicio de instalación, montaje, logística y puesta en funcionamiento de un Centro de Recreación, Información y Promoción Turística en la ciudad de Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires, para el mes de enero de 2015”.
Y el artículo 2° adjudicó esa tarea “a la firma El Juego en que Andamos SRL”, que tuvo la misión de ofrecer a la provincia un “servicio de instalación, montaje, logística y puesta en funcionamiento de un Centro de Recreación, Información y Promoción Turística en la ciudad de Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires, para el mes de enero de 2015, a un precio de $ 14.561.870”.
A ese parador playero, Urribarri lo dotó del lugar común: transplantó palmeras de la costa del Uruguay y las enterró en la arena atlántica. El resultado, previsble: terminaron muriéndose de inanición.
A un año de montado el parador, las 30 palmeras transplantadas lucían resecas, olvidadas.
Fueron retiradas por la Municipalidad de General Pueyrredón y mandadas a recuperación al vivero municipal “El Tala”, de Laguna de los Padres, en Mar del Plata.
Aquel parador, según explicaba el discurso oficial, sería la base desde la cual el gobernador desarrollará una intensa agenda de visitas y recorridas por distintos puntos del país, para contar la transformación y el crecimiento que experimentó la provincia en los últimos años.
Hoy, del parador marplatense, ni noticias. Aunque su mentor ahora está contra las cuerdas, investigado por la Justicia.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.