El vocal del Superior Tribunal de Justicia (STJ) Carlos Chiara Díaz no se muestra dispuesto a quedar expuesto sólo al escarnio del juicio polítio en la Legislatura y ha empezado a salpicar a varios de sus colegas, a quienes les ha sacado los trapitos al sol. Aunque sus dardos van dirigidos primordialmente a la presidenta del alto cuerpo, Claudia Mizawk, exfiscal de Estado durante la segunda gobernación de Jorge Pedro Busti, y, según dice, de aceitados contactos con el exgobernador Sergio Urribarri.
«Yo nunca estuve como fiscal de Estado del anterior gobernador, nunca tuve una relación de amistad profunda con el anterior gobernador, nunca me acusaron de tener un domicilio fiscal, llamémosle trucho, en Capital Federal junto con el gobernador. Urribarri vivió ocho años enfrente de mi casa, tenía la custodia y nos saludábamos casi todos los días porque cuando yo salía para tribunales, él volvía de correr; a veces me hacía alguna chanza, pero de ahí no pasaba, el hombre siempre fue respetuoso conmigo, pero yo no tuve esa relación que puede para algunos hacer sospechar que hay una suerte de compromiso más alto. De hecho, hubo un acuerdo que se tuvo que suspender y después pasaron dos meses y pico que no pudimos hacer más acuerdos porque se retiró violentamente el vocal (Emilio) Castrillón por una desavenencia con la presidenta y terminó diciéndole que tenía que renunciar porque le habían descubierto que era socia de Urribarri y tenían el mismo domicilio fiscal. A mí nunca nadie me dijo eso. La conclusión mía es que se han incrementado, tal vez por el cambio de gobierno o por razones de otro tipo, las denuncias e investigaciones respecto de personas vinculadas con el anterior gobierno, y a lo mejor cuando las papas queman entramos a pensar en términos no estrictamente políticos sino judiciales. La doctora Mizawak tiene esa trayectoria de amistades o frecuencia de trato. No es que yo quiera autoexculparme, pero evidentemente me han elegido porque no soy confiable para algún sector de poder. Alguien me dijo que yo era el peor del grado. Pero yo no he hecho nada, todo lo que dicen de mí, si lo investigan como corresponde, ha sido a favor del Poder Judicial, y perdón por la soberbia. He dejado a veces en el camino lazos familiares intensos para venir a tribunales después de un viaje y dejar el despacho al día. A lo mejor no hacía sentencias perfectas, pero a mí nadie me ha probado que las decisiones hayan sido inclinadas por el favor político o para conseguir una mejor ubicación. Después de cincuenta años, que me vengan a reprochar a mí, cuando hay un montón de cosas, como gente que no va a los acuerdos ni avisa por qué… y esas cosas se toleran.»
La catarata de críticas las hizo pública en una extensa entrevista que concedió Chiara Díaz al sitio Página Judicial. Ahora, Chiara Díaz está en el centro de la escena política en la provincnia: este lunes una comisión legislativa podría emitir un dictamen aconsejando que se le inicie un juicio político y, en caso de prosperar, el martes podría ser suspendido en su cargo.
Chiara Díaz niega la acusación principal, haber hecho uso de los viáticos del Poder Judicial para asuntos privados.
«Hay un doble control. Nosotros somos nueve vocales y tenemos un tribunal de superintendencia que está integrado por el presidente, el vicepresidente y los tres presidentes de sala. Nunca puede salir una comisión o ausencia de un vocal si no es con la autorización de ese tribunal. Además, ningún vocal puede irse solo en actividades oficiales. La única que puede hacerlo es la doctora (Claudia) Mizawak, porque es como una especie de encarnación de la justicia en el STJ. De manera que niego haber hecho una misión o trabajo dentro o fuera de la provincia en nombre del STJ cobrando viáticos que no me correspondían, sino simplemente recibiendo las sumas que me adjudicaban por las disposiciones vigentes, establecidas por Acuerdo del STJ. Cada vez que uno se va, le entregan 2.500 pesos y cada uno se va en el auto particular o en un auto del tribunal o por avión».
Y agregó: «Desafío al STJ entero a que hagamos una investigación comparativa. Yo tengo cincuenta años como funcionario judicial, hice toda la escala, tendrían que darme la medalla de oro. Que me vea sometido a este ajetreo cuando hay colegas que lo único que desean es irse disparando porque han hecho tal papelón en el STJ, él y su familia, que no sé si les queda todavía la cara para seguir desempeñándose…».
La alusión es clarísima y está dirigida al vocal Juan Ramón Smaldone.
Y echó más leña al fuego sobre el caso Smaldone, y el voto de Mizawal en la acción de inconstitucionalidad que presentó el exconvencional Juan Carlos Arralde contra la designación de Guillermo Smaldone al frente del Tribunal de Cuentas.
«Yo me fui habiendo votado primero y después me contaron que la votación había quedado cinco a tres a favor de declarar inconstitucional el acto del gobernador (Sergio) Urribarri de designar a alguien por la Constitución de 1933 estando vigente la de 2008. Eso estaba así. La doctora Mizawak había hecho otro viaje más, ella cree que puede hacer todos los viajes que se le antoja en representación y pagada por el STJ. La cuestión es que cuando volvió le quedaban tres días dentro del plazo total del tribunal y, aunque se uniera a la minoría, daría un resultado de cinco a cuatro. ¿Qué hizo en lugar de votar? Se lo guardó y cuando se venció el plazo le ordenó al secretario que hiciera una reformulación del orden de votación, pero no para votar, y misteriosamente alguien le avisó del orden de votación al hijo de Smaldone, y Guillermo Smaldone, que hasta ese momento decía que no iba a renunciar porque su designación era legítima, renuncia sorpresivamente. ¿Quién le dijo el orden de votos? Yo no se lo dije. Hasta apareció el fiscal de Estado pidiendo que se declare abstracta la cuestión, que no se votara nada.»

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.