La pequeña sala de la curia estaba repleta de gente, la mayoría jóvenes.

Detrás de un escritorio, apenas iluminado por una lámpara de mesa, el cura Sergio Hayy, vicecanciller del Arzobispado de Paraná, recibió, paciente, el medio centenar de pedidos de apostasía.

Fue la segunda apostasía colectiva en la Iglesia de Paraná, la más numerosa, que ocurre en menos de un mes.

Todos se fueron reuniendo de a poco alrededor de una mesa de plástico instalada en la vereda de la curia: allí, había notas modelo para apostatar, y sólo había que completar con los datos personales, firmar, y llevársela y ponerla en manos del vicecanciller, para que firme y selle.

Un trámite simple, una manifestación de profundo rechazo a una de las instituciones clave de la vida ciudadana, la Iglesia Católica.

«Yo apostaté», y «Yo apostaté con Francisco como papa» eran los carteles que exhibían los que se juntaron a firmar y luego, en conjunto, ingresar a la curia y presentar, uno a uno, los formularios.

La apostasía es la renuncia a las creencias religiosas, y en la Iglesia Católica, supone un trámite formal que requiere de parte de las autoridades eclesiásticas que se «borre» de los archivos el nombre de la persona que, cuando bebé, fue bautizado, y que ahora decide no ser más parte de la grey.

Luego, la Iglesia, atendiendo al pedido del renunciante bautizado, comunicará oficialmente que recibió la petición y, después, enviará una carta en la que dirá que “atendiendo a su pedido, se ha emitido el Rescripto Nº DI … del Sr. Arzobispo de Paraná por el cual se determina este cambio registral en su acta de bautismo en el Libro de la Parroquia … . Acto formal de Defección de la Iglesia”.

Entre Ríos Ahora lo consultó al vicecanciller de la curia respecto del significado de los crecientes pedidos de apostasía. «Nosotros mandamos un aviso a la persona, anoticiándolo de que el trámite se inició; después, se manda a la parroquia donde fue bautizado una nota para que se haga una anotación marginal del acto de defección formal a la Iglesia Católica», explicó.

–¿Cuánto dura ese trámite?

–Menos de 15 días.

–¿Qué lectura hacen de estos pedidos?

–Las respetamos, por supuesto. Cada persona es libre, y la respetamos.

–Pero hay un mensaje implícito en estas acciones.

–Sí, se hace una reflexión, por supuesto.

–¿Por qué estas presentaciones?

–No podría hacer en este momento una lectura más profunda. Simplemente los recibo a los chicos y trato de recibir sus pedidos lo mejor que pueda y lo voy a hacer lo más rápido posible para que ellos tengan lo que están pidiendo.

La iniciativa fue impulsada por el colectivo Apostasía Colectiva Entre Ríos, y seguirá, ahora, en el próximo mes de agosto, luego del receso que habrá en la curia durante los próximos días.

María Elena Ale, una de las que ya apostató y que hoy estuvo en la organización de la convocatoria, explicó que «se están haciendo cada vez más masivas», y esto es así, dijo, «porque vamos tomando conciencia del poder que tiene la Iglesia sobre el Estado. Es un acto de profundo sinceramiento de no pertenecer a una institución que oprime los derechos todos los días. A nosotros cuando niños nos adhieren de manera compulsiva a pertenecer a la Iglesia y nunca nos preguntaron si queríamos pertenecer».

Aunque explicó que las dos presentaciones colectivas de apostasía que hubo entre junio y julio fueron impulsadas por la discusión en el Congreso de la Nación de la denominada Ley de Libertad Religiosa, una iniciativa que impulsa el Gobierno nacional y que supone una avanzada del clericalismo. «Es un proyecto nefasto. Es una trampa del neoliberalismo. Es más opresión –entendió Ale–. Enmascara una ideología que establece que todos los credos tendrán más poder por sobre las leyes civiles. La ley va a ser punto muerto, y el respeto de los derechos quedará supeditado a lo que piensen las iglesias».

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.