El Tribunal de Juicios y Apelaciones de Gualeguay condenó hoy al cura Juan Diego Escobar Gaviria a una pena altísima, 25 años de cárcel de cumplimiento efectivo al hallarlo penalmente responsable de tres casos de corrupción y un caso de abuso sexual simple de menores, en todos los casos agravados por su condición de miembro del clero.

El tribunal –compuesto por los jueces María Angélica Pibas, Darío Crespo y Javier Cadenas– dictó sentencia por unanimidad y refutó los argumentos de la defensa del sacerdote que no estuvo presente en la audiencia, y aceptó la petición de los fiscales Dardo Tórtul y Federico Uriburu y extendió la prisión preventiva hasta que el fallo adquiera firmeza. De tal modo, Escobar Gaviria seguirá en la Unidad Penal de Victoria, adonde fue derivado el 21 de abril último.

Uno de los argumentos que halló el tribunal es el «riesgo de fuga» por el tenor de la condena, y por cuanto Escobar Gaviria no tiene domicilio fijo y además posee doble nacionalidad, argentina y colombiana. Al leer el adelanto de sentencia este miércoles, la jueza Pibas señaló que «Escobar Gaviria fue el autor penalmente responsable de los hechos ilícitos que oportunamente se le imputaron». Y afirmó el tribunal que «no hubo violación al debido proceso, ello en orden la planteo de nulidad de la defensa», en particular a las cámaras Gesell.

 

Escobar Gaviria, señaló el tribunal, «quiso lo que hizo e hizo lo que quiso» con las víctimas. Y tras dar por probados las cuatro denuncias efectuadas en su contra, tres por corrupción agravada, una por abuso sexual simple, y consideró  «adecuado, proporcionado y merecido imponer a Juan Diego Escobar Gaviria», la pena de 25 años de prisión. Y que hasta tanto el fallo quede firme, además, le extendió la prisión preventiva que cumple desde el 21 de abril en la cárcel de Victoria.

El caso


El cura Juan Diego Escobar Gaviria sabía lo que hacía. Sabía que abusaba de chicos vulnerables, y no lo hizo una vez, de modo aislado: fue una conducta sistemática, sostenida en el tiempo. Y lo hizo desde su lugar de guardador, de persona en quienes los padres confiaban el cuidado de sus hijos.

“Esa asimetría implica el ejercicio de un poder que vicia toda posibilidad de relación igualitaria y coloca en una situación de total desamparo al niño víctima. Escobar Gaviria, por su condición de sacerdote, ejercía una situación de poder  respecto de los niños”.

El fiscal coordinador de Gualeguay, Dardo Tórtul, en su alegato del lunes 28 de agosto, detalló el modo cómo el cura de Lucas González abusaba de sus víctimas, en qué contexto se producían esos abusos y qué rol cumplía respecto de ellos. Y dio por probados los delitos de abuso sexual y corrupción de menores, todos hechos agravados por su condición de miembro del clero.

Y por eso pidió la pena máxima de 25 años de prisión de cumplimiento efectivo.

Los abusos ocurrían en la habitación del cura en la casa parroquial de Lucas González, según el pormenorizado relato que hizo el fiscal Federico Uriburu cuando el 26 de abril último elevó la causa a juicio. Escobar Gaviria convocaba a los niños que cumplían función de monaguillos en la parroquia San Lucas Evangelista, y los invitaba a dormir los fines de semana. Luego de dar misa, el cura “invitaba a mirar televisión, a comer y también dormir, para lo cual les entregaba colchones que los menores utilizaban y acomodaban en el sector del living contiguo a la habitación donde pernoctaba el incurso, procediendo éste de noche a salir de su habitación hacia el sector donde se encontraba la víctima junto a otros menores, a quienes alumbraba con una linterna, luego lo llamaba para que ingresara a su habitación y allí procedía abusar sexualmente”.

Pero antes de todo eso, la noche del lunes 24 de octubre de 2015, Silvia Muñoz se enteró por primera vez de lo que el cura Escobar Gaviria le hacía a su hijo R, de 11 años. R había ingresado como monaguillo entre  julio y agosto de 2015, y lo hizo por el insiste pedido del párroco. Estuvo hasta febrero  de 2016. De un día para el otro, contó Silvia Muñoz en la Justicia, R “no quiso ir más”.  Silvia Muñoz escuchó lo que su hijo le contaba: que el cura lo tocaba, le tocaba “las bolitas y el pitito”.

El martes 25, se lo cuenta a la maestra de R, Araceli Varliero, y tres días después, el viernes 28, las autoridades del Colegio Castro Barros San José, las monjas Marta Jacob y Noemí Carrizo, de la congregación Hermanas Terciarias Misioneras franciscanas, hacen una presentación espontánea ante el defensor oficial de Nogoyá, Oscar Rossi, y así se abre el primer gran proceso penal contra un sacerdote por abusos en Entre Ríos que llega a condena.

 

La maestra Araceli Varliero –maestra de sexto grado de primaria de R—cuenta un diálogo doloroso con su alumno. Lo contó en Tribunales, cuando fue a declarar.

“Luego voy al aula, pero mis alumnos estaban con hora especial de Educación Física. Entro al aula, que estaba vacía, a buscar mi portafolio y el niño R me sigue, entra conmigo y me dice: ´Seño, mi mamá habló con vos?´. Entonces le responde que sí y ahí él me dice ´yo te quiero contar algo´. Entonces, arrimé la puerta del aula y me dispuse a escucharlo, y me dijo: ´Te quiero contar lo que hacía el padre Juan Diego conmigo. Él me llamaba y me llevaba a su habitación, cerraba la puerta, me hacía acostar en la cama y me manoseaba´, haciéndome un gesto bien explícito con la mano en su cuerpito hacia la zona de los genitales o partes íntimas, para que yo me diera cuenta sin tener que decírmelo él, ya que el niño se mostraba avergonzado de lo que me estaba contando. Me siguió contando que ´después que me tocaba me hacía salir y me hacía llamarlo a J y cuando J entraba, cerraba la puerta y …´,  y ahí me hizo otro gesto subiendo los hombros”.

Escobar Gaviria fue acusado por tres hechos gravísimos de corrupción de menores y uno por abuso sexual, hechos que tuvieron lugar en la parroquia San Lucas Evangelista, y en los continuos viajes fuera del pueblo que hacía en compañía de menores para realizar sus conocidas “misas de sanación”.

Ahora, fue condenado por la Justicia a 25 años de cárcel, la condena más alta para un cura. El antecedente más inmediato es el de Julio César Grassi, condenado a 25 años de prisión.

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.