Justo José Ilarraz ejerció este miércoles, en la última jornada de debates del juicio por los abusos denunciados por siete víctimas en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo, y dijo que es inocente, que la causa fue «armada» para perjudicarlo, y que de ese plan orquestado participó una víctima, a quien calificó como «fascinado» por él. Se refirió a Hernán Rausch, uno de los pilares de la investigación penal por los graves hechos de corrupción de menores que se convirtió en un escándalo nacional para la Iglesia.
De ese plan conspirativo en su contra, aseguró Ilarraz, durante las casi dos horas que duró su declaración ante los jueces Alicia Vivian, Carolina Castagno y Gustavo Pimentel, habrían tomado parte los tres últimos obispos que gobernaron la diócesis de Paraná: Estanislao Karlic, de 1983 a 2003; Mario Maulión asumió el gobierno de la diócesis el 9 de julio de 2003 y se mantuvo en el cargo hasta que alcanzó la edad límite para el servicio activo, los 75 años; y Juan Alberto Puiggari, que tomó posesión el 7 de marzo de 2011.
Todos ellos, más las siete víctimas, y la concurrencia de varios sacerdotes, aliados todos, dijo Ilarraz, para dar un golpe institucional y desestabilizar a Puiggari, se sumaron a un plan en su contra que derivó en la denuncia penal en 2012, y después, en el juicio oral, que se inició el lunes 16 de abril y que se cerrará este jueves 11 de mayo con los alegatos de las partes.
La diatriba de Ilarraz transitó un tono de sermón de misa, y fue el corolario de una jornada extensísima, que comenzó a las 9, y concluyó pasadas las 15,30. Al cierre de la jornada, la undécima de debates -el juicio a Ilarraz se desarrolló, hasta ahora, durante los días 16, 17, 23, 24, 25 y 26 de abril, 3, 4, 7, 8 y 9 de mayo-, el sacerdote, que fue prefecto de disciplina en el Seminario Arquidiocesano entre 1985 y 1993, repitió el mismo esquema que utilizó en la indagatoria del 24 de junio de 2015, ante la jueza Susana María Paola Firpo. Entonces, declaró entre las 10 y las 17, y contestó a cada uno de los denunciantes.
Este miércoles usó similar esquema: responder denuncia por denuncia -de ahí la extensión de su alegato-: unos por celos, otros por envidia, el resto por mentir, o por imitación o por el solo hecho de perjudicarlo. De ese modo, buscó explicar por qué fue denunciado por abuso y corrupción de menores.
El plan orquestado, según su teoría, llegó tan al limite que su carta con un expreso pedido de perdón por los abusos, que firmó en Roma, en 1997, fue escrita «por presiones de Karlic», según dijo.
Repitió, así, el mismo libreto que en su indagatoria de 2015, cuando declaró: «Quiero terminar diciéndole que todo este dolor tremendo por estas calumnias que han hecho hacia mi persona pero que repercuten a toda mi familia y a mi comunidad nace de una mentira tremenda, que duele en el alma pensar que haya motivación y tanto odio para crear semejante mentira. Yo nunca jamás abusé de una persona, de un seminarista, de nadie, nunca tuve relaciones sexuales y por eso quiero decir que esto es una tremenda y ridícula mentira que ha destruido mi alma y a mucha gente. Pero aunque parezca ridículo quiero decir que yo los he perdonado (…) Como sacerdote aprendí a perdonar, me costó. Y siempre esperé, siempre esperé el arrepentimiento de ellos y que alguno comience a decir la verdad, de cómo se fue armando todo esto. Nada más».
La defensa que pretendió ejercer este miércoles Ilarraz choca con la contundencia de los testimonios de las siete víctimas, apoyados en el relato de los testigos y reforzados por la declaración que efectuaron los peritos: ninguno de los denunciantes miente. A eso, se sumó el testimonio demoledor del cardenal Estanislao Karlic, que fue superior de Ilarraz y quien lo designó, en 1985, prefecto de disciplina en el Seminario.
Karlic afirmó en la Justicia, como ya lo había hecho en 2014, que el cura Ilarraz estuvo al tanto de la investigación diocesana que ordenó en 1995, tras conocer las primeras cuatro denuncias por los abusos en el Seminario. También, dijo que Ilarraz reconoció su autoría en los hechos y que pidió perdón de dos modos diferentes: a través de una carta pública que redactó en Roma, lugar en el que residió entre 1993 y 1997, y también ante el propio cardenal Karlic.
“El pedido de perdón lo hizo en relación a los hechos que se le imputaban sobre su relación con algunos seminaristas. Reconoció su culpabilidad en los hechos”, respondió Karlic a la pregunta número 13 del pliego de consultas que le formuló el Ministerio Público Fiscal en el juicio a Ilarraz, declaración a la que accedió Entre Ríos Ahora. “Tengo la seguridad de que ello ocurrió por cuanto hechos posteriores así lo confirman. Uno de ellos es que nunca volvió a la Arquidiócesis, lo que es expresión del cumplimiento de la sanción”, escribió Karlic al responder las 30 preguntas que le formuló la Fiscalía.
Ilarraz había desmentido una aseveración brindada por Karlic durante su primera declaración, en 2015, en la etapa de instrucción de la causa Ilarraz, el sacerdote a quien siete víctimas denunciaron por graves casos de corrupción de menores que ocurrieron en el Seminario Arquidiocesano de Paraná, y cuyo juicio oral empezó en Paraná el lunes 16 de abril. En su declaración indagatoria del 24 de junio de 2015, el exprefecto de disciplina del Seminario –desempeñó esa función entre 1985 y 1993- negó haberle pedido perdón a Karlic, y aseguró que nunca fue notificado de la investigación que se ordenó en 1995.
Karlic dijo que Ilarraz le pidió perdón a él en forma personal, en Roma, y también a través de una carta redactada en 1997.
En esa carta de 1997, Ilarraz dice:“A continuación quisiera pedir a su Excelencia, tenga a bien, recibir mi confesión pública a la Iglesia de los hechos que acontecieron durante mi desempeño como perfecto del Seminario Menor. La historia no comenzó desde el momento de mi llegada al mismo. Tampoco este tipo de situación morbosa puede ser localizada como la aparición concreta de un hecho que yo pueda señalar. Sin lugar a dudas que fue la concatenación de pequeños hechos de afectos desordenados que fueron dando a lugar a una familiaridad que no condice con la condición del hombre, ni menos de un cristiano y ni qué decir de la condición de sacerdote. Esta actitud descalificante que realicé con varios seminaristas, se centra alrededor de los años 1990-1991-1992”.
El juicio a Ilarraz tendrá un momento de cierre de los debates este jueves, desde las 10, cuando se escuchen los alegatos de las partes: los fiscales Álvaro Piérola y Juan Francisco Ramírez Montrull; la querella, unificada en Marcos Rodríguez Allende y Santiago Halle; y la defensa, a cargo de Jorge Muñoz.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.