«Yo me voy. Renuncio».

La frase se la escucharon decir, montado en cólera, al cura Daniel Rodríguez.

La dijo el jueves, a gente próxima, cuando su colega Alfredo Luis Marcelo Nicola volvió sin decir agua va y se reinstaló en la casa parroquial de Oro Verde, de donde se había ido un mes atrás envuelto en un cuadro de estrés, según argumentó entonces, aunque después su nombre quedaría ligado a la huida y aparición del profesor de música Gabriel Flores, acusado en la Justicia por un caso de abuso. Flores era docente en la Escuela Parroquial Jesús Maestro y Señor, y la ventilación del caso tuvo una mínima consecuencia: la separación del cargo de la directora, Daniela Cabrol. No mucho más.

Pero Nicola también se vio salpicado por denuncias de abuso que lo rozan demasiado cerca.

En la última edición de la revista «Análisis» se publicó la existencia de dos casos de abusos sexuales a menores por parte de Nicola. Ambas víctimas, según la publicación, pusieron en conocimiento de los hechos al arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari. Nicola, sin embargo, rechaza los cargos.

«No hay ninguna denuncia por abuso de menores en mi contra. Esas son mentiras, son falacias, nunca fui notificado (por la Justicia) porque no hubo», aseguró Nicola en declaraciones a ElonceTV.  Según Nicola, la Iglesia tiene el criterio de apartar «automáticamente» a cualquier sacerdote sobre el cual se registre una acusación o un «mínimo indicio por abuso de menores». Y agregó: «Yo sigo con funciones sacerdotales. En breve, con el arzobispo vamos a hacer una misa para que yo pueda despedirme como corresponde de la Parroquia de Oro Verde, cerrando un ciclo de 11 años donde vamos a evaluar el trabajo edilicio -de una capilla que nunca se terminó de construir-y el trabajo hecho con la comunidad y las de los alrededores».

No hubo tal misa de despedida porque Nicola no se despidió sino que reasumió sus funciones de modo sorpresivo el jueves 29 de noviembre. Volvió sin que lo esperasen, y, según los que conocen el paño, hubo una incomodidad manifiesta de quien quedó a cargo de la Parroquia Jesucristo Maestro y Señor de la Humanidad y Nuestra Señora de Pompeya, un nombre grandilocuente que el propio cura impuso: Daniel Rodríguez.

Rodríguez fue, mientras Nicola estuvo como párroco, vicario parroquial, y tras la ida intempestiva del cura sanador, fue designado administrador parroquial hasta la designación de un sucesor. Pero no hizo falta ningún movimiento. «El obispo me levantó la licencia, y me pidió que me muestre y vuelva con las misas», contó no bien llegó a Oro Verde.

Fue entonces cuando se produjo el enojo del administrador parroquial y su intención de renunciar. No renunció, finalmente. Pero Oro Verde es ahora una olla a presión.

En su cuenta de Facebook, Nicola agradeció el apoyo que le brindó una parte de la feligresía tras su salida entre gallos y medianoche, y su vuelta sorpresiva al ruedo. «Muchas gracias a los que me han demostrado que el evangelio se vive desde la solidaridad y la oración que sana y fortalece!!!!», publicó.

Sin que esté demasiado claro qué fue lo que sucedió con el profesor de música -con una causa en la Unidad Fiscal de Violencia de Género y Abusos del Poder Judicial- que intentó suicidarse en el río, pero que salió del agua indemne, ni tampoco sobre lo que denunció Análisis respecto de Nicola. Mucho menos ha contribuido a echar luz sobre el escándalo la apresurada vuelta de Nicola a su puesto en la Parroquia de Oro Verde tras su salida a prisa. Tan sorpresiva fue su partida que la misa «de sanación» que tenía previsto realizar el sábado 28 de octubre fue suspendida dos días antes.

Repuesto en su cargo en la Parroquia Jesucristo Maestro y Señor de la Humanidad y Nuestra Señora de Pompeya de Oro Verde, nada hace pensar que la paz haya llegado al rebaño que pastorea Puiggari.

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.