Ha tenido ofrecimientos, que ha rechazado. De hecho, un poco más de dos años atrás, cuando Mauricio Macri asumió la presidencia, estuvo a punto de aceptar la delegación local del INADI: viajó a Buenos Aires, se fotografió, hizo todo lo que protocolarmente había que hacer hasta que cayó en la cuenta de que no era lo que buscaba.

A nivel local lo han sondeado de uno y otro bando: ha dicho que no. La última vez, al cierre de listas de 2015, mientras asaba carnes en su casa, y del otro lado del teléfono alguien le insistía –esa insistencia pegajosa como la humedad en días de verano- para que prestase su nombre a una fórmula destinada a la derrota. Lo han tentado también desde los oficialismos.

“No lo descarto”, responde ahora Diego Dlugovitzky cuando se le pregunta si se imagina dando el salto de la dirigencia social al mundo de la política. Ahora preside la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) de Paraná, preside a nivel nacional el Consejo Federal de DAIA, pero también es tesorero de la Fundación Presencia Presente, que encabeza el sacerdote Germán Brusa, que lleva adelante la Escuela de Gestión Social San Pablo Tarso, del barrio Anacleto Medina. Ninguna de esas actividades, claro, agota su abultada agenda: su teléfono suena y es una urgencia, un pedido de colaboración, la visita a un hogar de menores, una recorrida por el Volcadero con Suma de Voluntades. La última, una campaña por Facebook para juntar fondos para adquirir sillones reposeras para los papás de los chicos internados en el Hospital San Roque.

Sabe que su capital principal es la confianza que la gente deposita en él. «Mi mayor preocupación es no fallar a la gente. Para mí es el mayor capital la confianza. No fallar a la gente cuando confían: eso, para mí, es fundamental», asegura.

 

-¿Cómo te definís?

-No sé, creo que es difícil la pregunta. Una vez, en una discusión, un amigo termina diciéndome que soy un humanista. Yo creo que por ese lado va. Las personas son todo. El valor máximo que tenemos tiene que ver con la gente. Y también creo, como un principio que rige en el judaísmo, que es importante mejorar el mundo. En el paso por esta vida, hay que preguntarse como encontré el mundo, y cómo lo dejé, qué hice para mejorarlo.

-¿Cómo nació el costado social, de participación en distintas organizaciones?

-Siempre tuve este perfil. Desde chico mi mamá me llevaba al Hogar Ángeles Custodios. Mi mamá era docente y siempre hacía más que dar clases. Yo siempre tuve la inquietud, pero al principio no tenía cómo canalizarla. Y cuando empecé como dirigente en la comunidad judía y en la DAIA, se me abrió la oportunidad de ir más allá.

-En ese camino, te encontrarse con un sacerdote católico.

-Se dio en este camino. Primero me vinculé con el Movimiento de los Focolares, y empecé a conocer gente y me hice amigo de muchos. Una de estas personas, Jorge Yañez, me dijo que tenía que conocer a un cura. Fuimos al barrio Anacleto Medina, a la parroquia San Martín de Porres. Y me encontré con el cura Germán Brusa. Me contó lo que hacía y me enamoré del proyecto de la primera escuela de gestión social. Germán me recibió con los brazos superabiertos; de hecho, soy parte de la Fundación Presencia Presente, que Germán preside. Yo soy tesorero.

-¿Tenés referentes en el terreno del trabajo social?

-Hay mucha gente que hace cosas lindas. A nivel nacional, me gusta mucho lo que hace Juan Carr. Después, la experiencia de Margarita Barrientos y lo de Toty Flores. Lo de Toty Flores es una historia interseante. Teniendo oportunidades de recibir plata de subsidios, la rechazó en momentos muy difíciles como 2002, 2003. Y siguió por un camino de trabajo en conjunto.

-Toty Flores dio el salto a la política. ¿Te ves haciendo lo mismo?

-Sí, me lo imagino. He tenido ya oportunidades, o propuestas de participar en política. Un amigo me mostró un video de cuando tenía 16 años o 17 años y ya entonces decía que iba a ser político. Sí, creo que puede ser. Para mí no es determinante, pero lo político tiene posibilidades de hacer más, tenés más recursos, más gente, más dedicación. Desde la política se pueden hacer muchas cosas. Creo en la política como herramienta de transformación de la realidad de la gente.

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.