Viven en la misma ciudad, Lucas González, a 135 kilómetros de Paraná, en el departamento Nogoyá, y en esa geografía que los contiene comparten una misma historia oscurecida por el flagelo del abuso infantil.
Santiago Tavares, ahora papá, sentó en el banquillo de los acusados y logró que lo condenen por segunda vez al cura Juan Diego Escobar Gaviria, que fue párroco de su pueblo, en la parroquia San Lucas Evangelista, entre 2005 y 2016.
-Yo llegué como monaguillo porque me gustaba. Al principio, iba todo bien. Pero con el pasar de los meses ahí adentro empezaron a cambiar las cosas. Ya no era el Juan Diego que yo conocí. Tenía actitudes que eran diferentes. No era la persona seria que yo había conocido. Un día yo estaba jugando junto a otros chicos en el comedor y me llama Juan Diego. Me pide que lo acompañe a la pieza. Cuando entro, cierra la puerta con llave y me empieza a hablar. En la pieza tenía una computadora donde preparaba la predicación de la misa de la tarde, así que nosotros íbamos y jugábamos en esa computadora. Pero ese día me empezó a tocar. No me gustó. Me levanté y me fui. Fui a la otra computadora, y no dije nada. No le conté a nadie. Fui como si nada. Después me empezó a hablar, a explicar con chamuyos lo que había pasado. Entonces, vinieron hechos más graves.
Escobar Gaviria fue doblemente condenado. En un primer juicio fue condenado en 2017 a 25 años de cárcel; en un segundo proceso, con Santiago Tavares como única víctima denunciante, le aplicaron otros 11 años. Luego, ambas condenas fueron unificadas, se anuló un caso y se fijó la pena en 23 años de cárcel.
Lo resolvió en junio último el Tribunal de Juicios y Apelaciones de Gualeguay, aunque la medida fue apelada ante la Cámara de Casación Penal de Paraná, que de momento no se expidió.
Se trata de una reducción de dos años de la pena impuesta el 6 de septiembre 2017 por el mismo Tribunal -con otra integración de jueces-. Entonces, el cura había sido condenado a 25 años de cárcel por haber abusado a cuatro menores. En tres casos se lo acusó de promoción de la corrupción de menores reiterada, agravada por su condición de guardador; y en uno por abuso sexual simple agravado por ser cometido por ministro de culto.
Sin embargo, en octubre de 2020 la Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia (STJ) hizo lugar a un recurso extraordinario presentado por los defensores del cura y revocó parcialmente el fallo.
El caso Escobar Gaviria tiene por delante otras instancias de apelación.
Santiago Tavares ya no es un niño, ni monaguillo. Salió de aquella oscuridad y venció, como pudo, el infierno de los abusos. Ahora es papá.
Alejandro Negri es papá de tres niñas, las dos mayores, de una pareja anterior a la actual. En 2020, denunció a su cuñado por haber abusado de esas dos menores.
El martes 13 de septiembre último, el juez de Garantías de Nogoyá, Gustavo Acosta, firmó la resolución de remisión a juicio oral de la causa por abusos a menores que involucra a César Cepeda. Los hechos, según denunciaron en 2020 los papás de dos niñas, de 4 y 6 años, sucedieron en la vivienda de Cepeda, en Lucas González: allí las niñas permanecían al cuidado de sus tíos mientras la mamá -separada del padre- cumplía con su horario laboral.
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Los dos, Santiago y Alejandro, se encontraron al término de la segunda ultramaratón contra el abuso sexual infantil, que unió General Ramírez con Lucas González. Y se tomaron una foto que es un símbolo de la lucha de ambos. Santiago sentó a un cura abusador en el banquillo de los acusados y logró su condena; Alejandro inició una incansable lucha para que los abusos a los niños sean un tema de agenda, que no prescriban en la Justicia y que los culpables encuentren, más temprano que tarde, una condena.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora