A las 4 de la tarde del sábado -antes también- la ciudad se quedó vacía. Vacía de gente: de chicos, de grandes, de hombres, de mujeres. Nadie andaba en las calles. Como una imagen olvidable de los tiempos de aislamiento por la pandemia. Pero ahora otro asunto había llevado a todos a quedarse en casa. En Qatar, al otro lado del mundo, jugaba la Sección Argentina con la Selección de México. El mundo se detuvo. Afuera, un clima de infierno; adentro, todos pendientes de las imágenes de la TV. Las calles, sin dueños. Una parada técnica en una estación de servicios cerca de Cinco Esquinas, y nadie tampoco. Al final, un playero sale, y avisa: «Terminó el primer tiempo, si no no salía». ¿Qué llevó a los poquísimos que a esa hora de la solapa cruzaban de un lado a otro la ciudad? ¿Cábala? ¿Urgencias? ¿Desinterés por lo de la inmensa mayoría? Cuatro chicos cruzan la calle y se meten a un bar. Por un momento, al silencio sobrecogedor de la ciudad lo rasga el ronquido de un aire acondicionado exigido por los 40 grados. A esta hora, cuando está el entretiempo, la tensión agobia. Después, unos minutos después, vendría el alivio. Pero el calor sigue. Acá y en Qatar.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora