Desde que se aplicó el último aumento del boleto -de $57,80 a $72, en agosto último- se ha dado una situación inversa en la prestación del transporte público de pasajeros en Paraná: ha ido desmejorando en forma sostenida. Las frecuencias son el talón de Aquiles del sistema, pero en medio se cuelan otras debilidades, como la falta de higiene en los coches y la notable desatención en el cuidado del usuario. Los asientos rotos, el piso agujereado, la suciedad en las ventillas son lugar común. El colectivo ha quedado como una prestación de segunda en Paraná.

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora