Desde 2019 existe en Paraná la Escuela del Bardo, con sede en Almafuerte 104 bis, a cargo del grupo Teatro del Bardo. Es un espacio de formación y donde también funciona una sala de espectáculos accesible para grupos locales, provinciales e internacionales, y para el público en general.
Con mucho esfuerzo lo sostuvieron durante la pandemia, pero con la última actualización el alquiler del local se incrementó en un 90% y está en peligro la continuidad de la escuela.
“Nosotres no aumentamos el valor de las cuotas de los talleres ni de las entradas en ese porcentaje, porque creemos que sería una falta de solidaridad de nuestra parte que ante una situación de inflación tan desmesurada como la que sufrimos, les estudiantes y espectadores no puedan acceder a nuestro espacio”, remarcaron desde la Escuela.
Por eso, apelan a la solidaridad para continuar trabajando y este viernes 14, a las 20, habrá una Peña Bardera, en Almafuerte 104 Bis.
“Será un espacio multidisciplinario en el que va a haber música, poesía, intervenciones performáticas, feria, exposición de fotos, rap, DJ. Habrá sorteos”, contó a Laurentino Valeria Folini, una de las fundadoras de Teatro del Bardo.
“Muchos artistas se plegaron a ayudar y todo lo que se junte será para el alquiler de la sala. Habrá un bono contribución de $ 1.000. El alquiler del mes de abril lo pudimos pagar gracias al aporte de mucha gente de Paraná y del país que colaboró. Por suerte, nuestro grupo ha viajado y ha conocido a mucha gente que entiende que cerrar un teatro es una catástrofe que no tiene que pasar”, destacó.
“Todas las economías están raleadas, la de la escuela y las nuestras personales. Porque siempre cuando faltó, lo pusimos nosotros. Es un momento que nosotros tampoco podemos, no alcanza con el precio de las entradas, con las colaboraciones en las escuelas. No podemos subir las cuotas o las entradas un 100% como sube el alquiler. Esto le pasa a todo el mundo, no es nada nuevo. Nuestro lugar no es ponernos en víctimas ni decir que la estamos pasando peor. Realmente no lo podemos afrontar esta situación y estamos haciendo un montón de actividades para no cerrar”, aclaró Folini.
Quienes quieran colaborar con dinero pueden hacerlo transfiriendo a:
CBU: 1910145555014559700878
Alias: CINTA.CARTEL.PAN
Mercado Pago: CVU: 0000003100090924165062
Alias: valeria.709.atora.mp
Sobrevivir
—¿Cuál es la situación de la Escuela?
—Lo que está pasando es que el Instituto Nacional del Teatro, que siempre nos ha apoyado y gracias al cual tenemos abierta la sala, a nosotros no nos está aportando desde el año 2021. No porque no se aprueben los subsidios, al contrario: siempre salen y se aprueban, pero los pagos están atrasados. Sobrevivimos la pandemia, abrimos en el año anterior a la pandemia. Habíamos recibido un premio a la Trayectoria, que era un premio en dinero y lo pusimos en el espacio. Además, tuvimos las ayudas extraordinarias por la pandemia. De esa manera, fuimos resolviendo los problemas. Es un espacio grande, que a nosotros nos viene muy bien, pero que no lo explotamos de manera comercial. Entonces, hay que ir generando de otras maneras ingresos para el alquiler y los gastos fijos. Porque la actividad de la sala, aunque nos vaya muy bien, no alcanza para sostenerlo.
—¿Cómo surgió el espacio?
—El espacio surge como una escuela, por eso se llama así. Nuestra intención no era tener una sala de espectáculos sino tener una salita para hacer nuestras muestras de nuestros alumnos o para estrenar un espectáculo nuestro para probarlo, pero no para hacer funciones de programación de todos los fines de semana. Pero tener una sala de espectáculos es lo que nos permite tener subsidios del Instituto (Nacional de Teatro). Porque el Instituto subsidia salas de espectáculos. Primero fuimos acondicionando el lugar para hacer una muestra y quedó lindísimos. Hicimos una función, otro grupo nos pidió el espacio y se fue armando la sala, como sin querer. Ahí nos dimos cuenta de que nos venía bien para gestionar ese subsidio y poder sostenerlo. En este momento tenemos una matrícula de aproximadamente 60 estudiantes, con una cuota accesible. Además, hay muchos becados. También, trabajan los docentes y hay que pagarles. Es decir: es un combo complicado.
—¿Cuándo y cómo comenzaron a trabajar como grupo?
—Cumplimos 24 años en abril. Formamos Teatro del Bardo como una reacción a grupos en los que habíamos participado antes en los que había un director, casi siempre varón, que era el que diseñaba el proyecto del grupo, se hacía cargo de la formación y de los procesos individuales de los actores, que dirigía todos los espectáculos. Es decir: que tenía el poder simbólico y concreto de los grupos. A ese modelo, nosotros reaccionamos formando un grupo en el que somos todos actores y no tiene director. Esa es para mí la primera posición política. Actores que también dirigimos, hacemos iluminación, vestuario o dramaturgia. Todos los roles son muy importantes, pero poniendo el eje en la principal valoración del rol del actor. Tratamos de generar un espacio horizontal, en la medida en que se puede. Es un ejercicio muy difícil, pero lo seguimos intentando hacer. Que no haya una centralidad y una suma de poder en una sola persona, que liderazgo vayan circulando. De ese grupo anterior, heredamos Educación por el Arte, que es un proyecto de investigación que trata de ver qué implicancias pedagógicas puede tener un hecho artístico en el contexto de la educación formal y no formal. Además, es nuestra estrategia de autogestión, nuestra fuente de trabajo. Nosotros trabajamos de hacer funciones en las escuelas y es nuestro principal ingreso.
—Y luego llegaron a la escuela…
—A pesar de que somos un grupo de 24 años, hace muy poquito que tenemos el espacio. Nosotros no dábamos clases, en general, porque nuestra actividad principal era hacer funciones. Pero bueno, será la edad, querer compartir la experiencia, y también querer tener una casa donde alojar la escenografía de 18 espectáculos que en este momento tenemos en el repertorio, tener un lugar para ensayar que sea cómodo, un lugar donde probar nuestras luces y no tener que estar pidiendo salas prestadas. Eso nos ayudó mucho y mejoró las condiciones de producción de los espectáculos. En un momento decíamos que más que un grupo de teatro éramos una empresa de mudanzas porque cada vez que había que ensayar teníamos que cargar toda la escenografía, armar, ensayar y nos pasábamos cargando y descargando la camioneta. Era cansador.