«Me apasionan Boca y esto».

Juan Cruz Hernández, 27 años, nacido en Villaguay, criado en San José de Feliciano, ahora radicado temporalmente en Bovril, está a punto de ordenarse cura. «Esto» que lo apasiona, además de Boca, es la vocación sacerdotal.

Concluyó la secundaria en la escuela parroquial de Feliciano y con 17 años ingresó al Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo: allí cursó los ochos años de formación, entre 2014 y 2021. «Cuando estaba en la secundaria ya tenía decidida la vida religiosa», dice. «Lo terminé de ver cuando ingresé al Seminario. Aunque no estaba cerrado: estaba abierto a la posibilidad de que eso no fuera lo mío. Muchos chicos, después de algunos años, se dan cuenta que no es lo suyo. En mi caso, el paso del tiempo confirmó que era lo que yo quería», cuenta durante una entrevista con el programa Puro Cuento de Radio Plaza 94.7.

-¿Qué dijeron en tu familia cuando dijiste que querías ser cura?

-Mi familia no es tan practicante, salvo mi mamá, que va a misa. Aunque lo tomaron bien. Mis hermanos y mi viejo, me dijeron si era lo que yo quería, me acompañaban. Así nos crió mi papá: con ese espíritu. Uno de mis hermanos es mochilero, otra se hizo psicóloga. Cada uno con decisiones distintas. Más contenta estaba mi vieja. Mi viejo se hacía a la idea de que no me iba a gustar. Pero lo tomaron bien.

-Ya no hay marcha atrás: el 25 te ordenás de cura.

-Salvo que consiga un pasaporte y una identidad falsa, y me rajo… No,,,,chiste, chiste, chiste (risas). Sinceramente, estoy contento con la elección que hice. Pero para no parecer un volado, como en todas las vocaciones, no todo es dolor de rosa, siempre hay dificultades, como en la vida. pero estoy tranquilo. El signo que más me deja tranquilo es la paz interior y la alegría. No es una panacea, pero en líneas generales estoy bien.

Desde abril de 2022 fue destinado a la parroquia San Miguel, de Bovril. Allí es diácono: un escalón más abajo del sacerdocio. Puede bendecir, puede bautizar, pero no puede dar misas ni confesar. «Es una suerte de práctica», revela.

-¿Cómo se dio ese recorrido: naciste en Villaguay, te criaste en Feliciano y ahora estás en Bovril?

-Venía escapando de las deudas (risas). No, mentira. Pasa que mi viejo es de Villaguay: él es policia y mi mamá es de Feliciano. Cuando terminaban la secundaria se conocieron en Feliciano, se casaron, vivieron ahí y después viajaron a Villaguay. Y nacimos con mis hermanos. Nos criaron ahí. Y después, por una razón familiar, volvimos a Feliciano. Pensábamos quedarnos un año, porque mi abuela quería volver. Era por un año y se prolongó por varios años más . Eso fue en 2009. En 2014 ingresé al Seminario.

-¿Y Bovril?

-A Bovril llegué porque nosotros, al cursar el último año en el Seminario, el obispo nos manda a una parroquia. Generalmente no nos manda al lugar de origen, el lugar de donde provenimos. Me mandó a Bovril. Y nos manda como seminaristas.

-¿Por qué quisiste ser cura? ¿Cuál es el objetivo, si es que lo hay?

-Si tuviera que decirlo en pocas palabras, es quizá como lo que siente un jugador cuando entra a la cancha. La palabra con la que me identifico con este camino es una pasión por el sacerdocio, las cosas de Dios y por ayudar a la gente. Es una pasión que me hace disfrutarlo, vivirlo con alegría, sin ignorar las dificultades, las prueba que puede haber. Pero me apasiona. Me apasionan Boca y esto.

.¿Y cómo ves la situación social?

-Una de las preocupaciones en esta ciudad es el tema de la juventud, los jóvenes, los estupefacientes, es una de las cosas que preocupan.

-¿Y qué esperás para el 19?

-Mirá, yo tengo la mirada de que Argentina es como se la aguanta. El país ha pasado por tantas cosas. Y tengo la esperanza de que cualquiera sea la elección que se tome, se pueda encontrar la vuelta. Espero que lo que se elija, sea para salir adelante. Es difícil prever cómo será el desenlace en el futuro. Pero tengo actitud de esperanza. No quiero pensar que todo sea negro.

 

 

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora