El cura José María López, cuyo último destino pastoral fue la parroquia Nuestra Señora de Luján, en Santos Dominguez y 4 de Enero, adonde llegó en 2018, condenado en juicio abreviado a la pena de 8 años y medio de cárcel bajo los gravísimos cargos de abuso sexual y corrupción de menores, pasa sus días en la Unidad Penal Nº 1, de Paraná, junto a otros 56 internos del pabellón Nº 19.
No fue derivado al pabellón destinado a condenados por abusos contra la integridad sexual de niños o mujeres, sino que se lo alojó en un sitio especial: junto a condenados exfuncionarios y exmiembros de las fuerzas de seguridad. Allí está a resguardo de cualquier reprimenda dentro de la unidad carcelaria, donde los códigos internos suelen derivar en algún tipo de agresión hacia condenados por delitos sexuales.
El proceso, que se llevó adelante en los Tribunales de Paraná bajo estricta reserva, culminó a principios de diciembre último, cuando el juez Rafael Cotorruelo, vocal del Tribunal de Juicios y Apelaciones, refrendó el acuerdo de juicio abreviado, con lo cual el sacerdote aceptó haber cometido esos delitos y fue a parar a la Unidad Penal N° 1.
La causa, caratulada «López José María s/Abuso sexual gravemente ultrajante. Agravado», fue tramitada por el fiscal Leandro Dato, de la Unidad Fiscal de Abuso Sexual y Violencia de Género.
El prefecto Alejandro Mondragón, titular de la Unidad Penal Nº 1, brindó detalles al programa Códigos, de Canal 11, sobre los días del sacerdote en prisión.
«El ingreso del sacerdote fue como el ingreso normal de cualquier otro interno. La única diferencia es en cuanto al alojamiento. La excepción es en cuanto a que se lo alojó junto a internos de fuerzas de seguridad. La única excepción es el alojamiento. Está en el pabellón 19, que es para personas de fuerzas de seguridad o exfuncionarios», destacó Mondragón.
Respecto a «la vida intramuros» del sacerdote López contó que «es normal como cualquier interno. Realiza el mismo trabajo, y va a ser abordado igual que los demás internos, teniendo la particularidad del caso de abusos. En la Unidad Penal hay equipos de psicólogos y asistentes sociales para el abordaje de estos internos que que van a trabajar con él, para comenzar el tratamiento para estos 8 años y 6 meses que tiene López».
«En todas las unidades hay pabellones para personas que tienen delitos sexuales, porque son rechazados por el resto de la población. Al ser rechazados y generarse problemas de convivencia, desde el Servicio Penitenciario se busca preservar la integridad. Por eso se han creado pabellones individuales alejados del resto de la población carcelaria», detalló Mondragón.
El funcionario penitenciario admitió que en la cárcel los condenados por delitos sexuales suelen tener represalias de parte del resto de los internos «por eso tenemos pabellones individuales para evitar todo tipo de castigo dentro de las leyes intracarcelarios, las leyes tumberos, por eso hay pabellones especiales, apartados del resto de la población penal. La responsabilidad nuestra es preservar la integridad de los internos. Todos los condenados por delitos sexuales son apartados del resto de la población».
El único contacto que tendrá López con el resto de la población carcelaria serán en los espacios comunes para formación, de estudio o de capacitación laboral, aunque allí hay presencia permanente de personal penitenciario. «Si él decide hacer alguna actividad, tendrá cruce con los demás internos, pero siempre en los espacios educativos hay personal educativo y se busca preservar al interno», agregó.
Mondragón aceptó que López tiene un trato especial por ser sacerdote y por eso fue derivado al pabellón 19 junto a funcionarios y agentes de la fuerzas de seguridad. «Si no hubiese sido sacerdote, no hubiese ido al pabellón de funcionarios y exmiembros de las fuerzas de seguridad», apuntó.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora