Cuatro años atrás, el mundo cambió.

Cuatro años atrás, el mundo empezó a hablar de coronavirus, una epidemia desconocida que derivó en un aislamiento estricto ante un fenómeno desconocido que provocaba muertes a diario.

Ahora, el dengue: no hay encierro. Al dengue se lo conoce. Bastante y bien. Es una enfermedad endémica.

La comparación la hace el médico paranaense Damián Verzeñassi, que desarrolla su trabajo profesional en Rosario. Es médico especialista en medicina integral. Dirige el Instituto de Salud Socioambiental Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario; profesor titular del Ciclo Práctica Final Carrera de Medicina; muy atento a los cambios socioambientales y su impacto sobre la salud de la población.

«Hace exactamente cuatro años nos dijeron que debíamos quedarnos en casa, porque había un nuevo virus dando vuelta por el mundo. Nos encerramos hasta saber qué hacer. Algunos pensábamos que a partir del coronavirus íbamos a entender por qué e íbamos a ser concientes de la necesidad de cuidar los territorios para que no avancen estas enfermedades. Ahora, cuatro años después, al coronavirus que no conocíamos, le sigue el dengue, que conocemos hace 100 años. Y esto es más preocupante. Hace 100 años se sabe que el mosquito aedes aegypti tiene un ciclo vital que no dura más de 4 semanas. Entonces, si durante dos ciclos, durante 8 semanas -no dos años encerrados-  llevamos adelante una acción concreta, que es evitar que el mosquito desarrolle su ciclo de reproducción, tendríamos una primera gran contención. Esto hay que decirlo. Sin mosquito, no habría dengue», dice Verzeñassi.

Pero luego aclara: «El aedes aegypti no es mosquito habitual en nuestros territorios. Cuando yo estudiaba Medicina, el dengue era una enfermedad de zonas subtropicales y tropicales. En Geografía, en la Escuela Neuquén, nos enseñaban que Entre Ríos tenía clima templado desde el centro hacia el sur, y subtropical, del centro hacia el norte. Entonces, el mosquito no era un habitante asiduo de nuestros territorios. Ni hablar del sur de la provincia, o de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, algo ocurrió. El mosquito que vivía en zonas subtropicales, pasó a vivir en nuestro territorio. ¿El mosquito quiso venir al sur porque le gusta el frío, o porque hemos calentado el planeta, y el frío no es un límite? Nuestro territorio se ha convertido en clima subtropical y esto está relacionado con las transformaciones que hicimos a partir de la destrucción del monte nativo, que derivó en una aceleración del calentamiento global pero que además es un proceso que no ha parado».

Durante una charla con el programa Puro Cuento de Radio Plaza 94.7, Verzeñassi sostuvo que «en los últimos 50 años hubo un pico de aceleramiento en el calentamiento. Cada vez crece más rápido y eso garantiza condiciones especiales favorecedoras para el desarrollo del mosquito aedes aegypti. El mosquito está presente en nuestros territorios porque hemos alterado los habitat».

Todo eso, asevera, podría cambiar «si hiciéramos las cosas bien durante tres meses y eliminásemos de todas nuestras casas y barrios los espacios donde estos mosquitos pueden reproducirse. El dengue no se reproduce en el pasto alto. Tampoco en los lugares en los que se fumiga. El mosquito se reproduce en los lugares donde se acumula agua, agua servida, basurales, también en las veredas y las calles son los lugares donde se acumula agua, y eso permite el desarrollo de larvas. Aunque se ha demostrado que el aedes ha mutado, y ahora también que se desarrolla en aguas servidas y aguas transparentes».

En ese marco, dice que hay dos acciones a realizar: «primero, lo urgente, frenar el ciclo de reproducción del mosquito, en un período de ocho semanas. Y en segundo lugar, muy importante, empezar a deconstruir prácticas que aceleran el calentamiento».

Por eso, entiende que fumigar es una estrategia que se vuelve poco eficaz. «No sirve actuar sobre el mosquito adulto. La fumigación actúa sobre el adulto, si es que actúa. Pero con las larvas y las pupas no tiene ningún efecto. Ni los huevos, ni las larvas ni las pupas son alcanzados por la fumigación; sólo el mosquito adulto», apunta.

«Hemos perdido tiempo haciéndonos los negacionistas del calentamiento global para evitar que sigan avanzando enfermedades. Las enfermedades emergencias y las reemergentes son un serio problema vinculado a cuestiones ambientales, ha dicho la Organización Mundial de la Salud -plantea-. Cuando se incendiaron los humedades de Victoria, las autoridades provinciales y nacionales salieron a decir que esperaban a la lluvia para detener los incendios. Si esto va a ser así, entonces dejemos de votar autoridades civiles y depositemos nuestra expectativa en el arzobispo de Paraná y el Papa, que ellos tienen trato directo con Dios, para que ellos nos gobiernen. Eso no es lo que esperamos. No puede ser que los Ministerios de Salud se hayan convertido en oficinas que se dedican solamente a contar el número de casos de dengue. En vez de eso, tienen que estar al frente de una política pública y decir cómo eliminar reservorios. Por ejemplo, decretar uno, dos días sin trabajar y dedicarnos a eliminar los reservoreos de los mosquitos, o, en forma más comunitaria, con la eliminación de los minibasurales para control de vectores. Si hacemos eso durante dos ciclo del mosquito, eliminamos el dengue. Claro, que esto demanda de una política pública».

 

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora