Luis Gorelik tiene una voz estereofónica -hasta diciembre, cuando llegó la administración del presidente Javier Milei, tuvo su propio programa semanal en Radio Nacional Clásica-, habla de música y del mundo que rodea a la gestión cultural de la música, cuenta, con cierto aplomo, que cada semana viaja entre Buenos Aires y Paraná, donde es, desde 2010, director artístico de la Orquesta Sinfónica de Entre Ríos. Lo dice con la suficiencia de quien cada jueves va al club, o dos veces por semana al gimnasio, o que cada tanto pasa por la biblioteca a recoger títulos nuevos.

Luis Gorelik nació en La Plata en 1963 y con tan solo 8 años empezó a estudiar guitarra.  Los estudios musicales los desarrolló en el Bachillerato de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata, colegio del que egresó en 1980.

Su bío enseña que se formó con Pedro I. Calderón en Argentina y con Mendi Rodán en Israel, donde se graduó con distinción en la Academia de Música Rubin de Jerusalem. En 1985 estuvo al frente de la Orquesta Filarmónica de Mendoza. Tres años después se radicó en Israel, donde continuó sus estudios de post grado y fue invitado a dirigir las principales orquestas de ese país. Ganó por concurso el cargo de director asistente de la Orquesta Sinfónica de Haifa, que dirigió entre 1991 y1993, y luego el de director titular de la Orquesta de Cámara de Ashdod, entre 1993 y 1999.

Vuelto a Latinoamérica, en el año 2000 fue nombrado director titular de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Concepción, en Chile, cargo que ocupó durante siete temporadas. En 2007 sumó el cargo de director de la Orquesta Sinfónica de Salta, y luego de tres años, invitado por el exgobernador Sergio Urribarri asumió la dirección artística de la Orquesta Sinfónica de Entre Ríos. Lleva 15 años en ese lugar.

Cuando se lo consulta respecto a qué gobernador de Entre Ríos ha asistido con más asiduidad a los conciertos de la Sinfónica, no duda:  Urribarri ha sido el gobernador que más veces asistió a conciertos de la Orquesta; a Gustavo Bordet cree haberlo visto en dos ocasiones en los ocho años de gestión; y con Rogelio Frigerio tiene un encuentro pendiente. Le mandó un whastasapp y quedaron en encontrarse.

Su trabajo docente y sus compromisos laborales en el Teatro Colón le imponen esa rutina de hierro que tiene: viajar cada semana entre Buenos Aires y Paraná, y viceversa.

Ahora está sentado en un estudio de radio, escucha preguntas, mira con atención y responde con tono pausado. Es un señor afable, contundente.

-¿Qué lo trajo a Entre Ríos?

-Me trabajo una invitación del gobernador Urribarri. Me trajo la perspectiva de llevar adelante un proyecto musical, institucional, cultural muy atractivo, en un momento en el que la Orquesta venía de pasar años muy difíciles, que coincidió con un delicado estado de salud de mi predecesor, el maestro Reynaldo Zemba. Me atrajo también la vocación de las autoridades de aquel entonces de recomponer y poner en valor esta Orquesta Sinfónica, cosa que hemos venido haciendo, con tropiezos, como todo, vivimos en la Argentina. Pero se ha logrado bastante. Hoy puedo decir, con mucho orgullo, que la Sinfónica de Entre Ríos es una de las cinco mejores de Argentina

-¿Somos concientes del nivel que tiene la Orquesta?

-Yo creo que no. Pero es normal. Suele pasar. Es una Orquesta con más de setenta años de vida y que tuvo distintos momentos: momentos de apogeo y de caídas muy fuertes, que en general coincidió con cierta desinterés institucional. Entre 2000 y 2009 hubo momentos muy malos y a partir de ahí empezó a repuntar. Pero no solo por mérito artístico, sino por mérito institucional. Para llevar adelante un proyecto de este tipo, necesitas ambas cosas: una propuesta artística de calidad y un fuerte respaldo institucional, en este caso del Gobierno de Entre Ríos, de poner en valor y fortalecer la Orquesta.  Cuando ambas cosas coinciden, los resultados se empiezan a ver.

-¿De qué manera se la fortalece?

-De muchas maneras. Una, la sanción, en 2011 de la Ley 10.088, de  creación cargos, que fue un paso muy importante. Luego, los llamados a concurso que se fueron realizaron. El primero en 2013, y otro en 2015 Son medidas concretas, contundentes. También la compra de instrumentos. Otro paso fue la recomposición de la relación de la Orquesta con el público. La Orquesta empezó a viajar fuera de la ciudad de Paraná. Y empezamos a tocar más afuera de Paraná que en Paraná. Eso generó una nueva camada de público. Se fue modificando el perfil del público de la Orquesta, un fenómeno que sigue ocurriendo: bajó el rango etareo. Empezó a asistir a los conciertos gente joven.

-¿Cuándo se popularizó la Orquesta?

-Creo que la Orquesta siempre fue popular, y este no es un fenómeno nuevo. Probablemente ahora se ha potenciado. La Orquesta atesora una relación con el publico de la provincia muy entrañable, y eso viene de antes. Tengo anécdotas de haber parado a cargar nafta en una estación de servicio, y el señor que cargaba nafta me reconoce. `Usted es de la Sinfónica`, me dijo. Ese vínculo con la gente es muy valioso. Obviamente, hay que mantenerlo y alimentarlo.

-¿Qué pasó con los conciertos en distintas ciudades de la Provincia? ¿Van a volver a programarlos?

-Veo muy difícil recuperar eso. Salvo un concierto que tenemos programado en dos semanas en Concepción del Uruguay, no hay planes de que la Orquesta viaje. Sí se esta haciendo algo, una especie de parcha, que es traer contingentes de distintas localidades a Paraná para que asistan a los conciertos. Eso está bien. Pero no es lo ideal ni es lo que siempre fue.

-¿Impacta la actuación situación económica en la Orquesta?

-Claro que impacta. Pero no es solo la situación económica. Si hay plata, las cosas son más fáciles. Pero la gestión cultural no es solamente poner plata. Ojalá fuera tan fácil. Si solo fuera eso, sería muy sencillo. Por supuesto que en una situación económica favorable muchas cosas se facilitan.

 

-El año pasado fue el conflicto hasta conseguir la sanción de la Ley de Grados. Al no tener escalafón propio, los músicos no veían atractivo sumarse a la Orquesta. ¿Cambió?

-No lo vi como un conflicto. Lo que ocurrió fue un reclamo, motorizado por los dos sindicatos que están en la Orquesta. No llegó a un conflicto. Pero sí fue un reclamo con distintas medidas que se fueron tomando desde los distintos sindicatos. Me parece que lo hicieron bien. Aspiramos a que la Orquesta Sinfónica sea el lugar deseado como fuente laboral para todos aquellos niños y jóvenes con vocación que hoy se están formando en orquestas infantiles y juveniles. Me gustaría que la masa crítica laboral de nuestra Orquesta surja de ahí Y eso ocurre a cuentagotas. Pero para que ocurra, la Orquesta tiene ser un sitio atractivo, en lo profesional y en lo económico. Parcialmente, se han logrado algunas cosas.

-¿Qué falta?

-Buena pregunta. Creo que le falta a la Orquesta, a la vida musical de la región, un sitio adecuado en el cual tocar. A la ciudad le falta un auditorio de jerarquía. Eso es un sueño, aunque no es fácil de cumplir. No es algo que se arma en dos días, y es costoso. Pero sí esta bueno instalarlo al tema, que se debata, que se sepa. Las grandes obras empiezan de esa forma, con alguien que lo sueña. Muchos sueñan ese proyecto. Eso es una gran faltante.

-Hubo un hermoso trabajo audiovisual del Instituto Audiovisual de Entre Ríos sobre el Seminario Internacional sobre Gustav Mahler que trajo a jóvenes directores de todo el mundo a Paraná. ¿Qué busca con esa iniciativa?

-Busco instalar a la Orquesta en el mapa internacional. Es una muy buena forma. Muchos de estos jóvenes serán lideres en sus países en muy pocos años. Para un director de orquesta joven la etapa más difícil es pasar de alumno a incipiente profesional. El paso de insertarse en el mundo profesional, y un seminario como este es una gran ayuda.

 

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora