El obispo de Gualeguaychú, Jorge Lozano, presidió hoy en la Catedral San José la celebración del Te Deun de acción de gracias por el 206° aniversario de la Revolución de Mayo. Durante la homilía recordó que la celebración de este año se enmarca en el Bicentenario del próximo 9 de julio e invitó a “pensar juntos qué país queremos ser, y preguntarnos con sencillez, si estamos poniendo los medios necesarios para aquello que decimos anhelar”.
“A veces soñamos a lo grande y trabajamos para lo pequeño”, dijo el obispo ante las autoridades locales, expresando que “naturalizar la pobreza, no tener decisiones firmes para cuidar al ambiente, ser tolerantes con la corrupción, aceptar pasivamente la injusticia y la mentira no son actitudes que nos encaminen a plasmar ideales nobles”.
“Una fiesta patria nos ayuda a hacer memoria del tiempo pasado, evocar acontecimientos, personas. Pero también a reconocer los sueños y anhelos de aquellos hombres y mujeres que pusieron los cimientos de la Nación. Muchos de esos sueños se concretaron, a veces fugazmente, o en forma más o menos permanente. Otros anidan aún en los corazones de cada generación que pasa su herencia de década en década con cumplimientos y fracasos, avances y retrocesos”, señaló.
“Naturalizar la pobreza, no tener decisiones firmes para cuidar al ambiente, ser tolerantes con la corrupción, aceptar pasivamente la injusticia y la mentira no son actitudes que nos encaminen a plasmar ideales nobles”, dijo.
“En cambio –agregó Lozano, quien en el Episcopado es titular de la Pastoral Social–, la entrega generosa en la búsqueda del bien común, la dedicación al trabajo, el amor en la familia, el cuidado de los más frágiles, la solidaridad con los pobres, la vida de oración… son los senderos que llevan a construir juntos una comunidad municipal, provincial, nacional y regional, que nos hace pensar en grande y obrar en consecuencia”.
Recordó Lozano palabras del actual papa Francisco cuando dijo que “necesitamos ponernos la Patria al hombro” como imagen de “la necesaria participación de todos en la búsqueda del bien común y el desarrollo integral de cada uno y del pueblo en su conjunto”.
“La Revolución de mayo de 1810 despertó aspiraciones y consignas liberacionistas que el Congreso de Tucumán se ocupó de ratificar. Dio el “paso necesario para dejar de ser considerados una colonia insurgente, y llegar a ser una Nación independiente y libre de España “y de toda otra dominación extranjera”, solidarizándose con los ideales de otros Estados que surgían con la misma vocación. José de San Martín, Manuel Belgrano, Martín Miguel de Güemes y tantos otros Padres de la Patria animaron incondicionalmente a los congresales y cifraron su esperanza en aquel Congreso soberano” (El Bicentenario de la Independencia 4). Me animo a decir que la consigna no escrita era “ni colonia, ni sumatoria de clanes. Surgió un nuevo pueblo”.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.