Hay una idea, dice Myriam Martínez, profesora de la cátedra de Espacios Verdes de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), y esa idea sostiene que el 1º de mayo es el día en el calendario que se debe destinar a realizar la poda de árboles. Más todavía: hay una máxima que indica que se podan árboles en todos los meses que no tiene «r».

No se debe podar, dirá entonces. La poda mata a los árboles, les quita fuerza, los hace crecer con menos vigor. Lo dice de modo enfático:

«Hay algo irreversible: la muerte. Una vez que una rama está cortada, una vez que un árbol podado la situación es irreversible. No le puedo volver a pegar la rama al árbol, no le puedo restaurar la copa. Esa poda cuenta como un asesinato en el sentido de que ese árbol cayó en manos de ese podador y la copa ya no tiene remedio».

No hay que podar, insiste. No hay épocas para la poda. Ni el 1º de mayo de cada año, ni en cualquier otro. Tampoco es válida la sentencia que indica que el árbol de la vereda es del frentista y que entonces el frentista hace con ese árbol lo que le apetezca: por ejemplo, podarlo como mejor le cuadre.

«El árbol que está en la vereda no es del frentista. El dueño es público, es de todos. Quien entiende sobre qué se hace es el Municipio», asegura la especialista.

Y dice más: «No hace falta podar. La poda no es necesaria. Deberíamos desterrar de nuestras cabezas que la poda empieza el 1º de mayo. Es un día feriado para todo el mundo, la gente está ese día sin hacer nada, y muchos se dedican a podar. Lo primero que hay que decir es que no se poda. Pongamos que estamos organizados desde hace 50 mil años en el mundo. Imagínense si los pobres árboles habrán necesitado de nuestra poda, hoy no habría árboles. Los árboles no necesitan ser podados. Nosotros podamos con la idea de como se poda un frutal. Un árbol frutal tiene algunos cuidados: se limpian las ramas para que entre sol y para que estén bajos. Es decir, que remos un árbol  que tenga mucha frutas, y todas maduren parejitas. En ese caso, la copa está en función de la fruta. Pero en la vereda, el árbol tiene que estar en función a la sombra que proyecta. O sea, mientras no haya interferencia con un cable, no hay que tocarlo».

Da un ejemplo. Invita a caminar y mirar detenidamente el arbolado de una calle, Avenida Ejército, en el tramo que va desde General Galán hasta Alvarado: hay una gran cantidad de podas asesinas, una sobre otra, sobre los árboles. «Lo que hacen las podas de ese tenor es envejecer a los árboles. Cada vez tienen menos reservas, y brotan mal», describe.

 

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora