Juan Alberto Puiggari pudo poner finalmente cierre a su labor pastoral en Paraná: el 21 de noviembre último, al cumplir los 75 años y como ordena el Código de Derecho Canónico cumplió una formalidad que es clave: presentó su dimisión ante la Santa Sede. El canon 401.1 del Código de Derecho Canónico establece que un obispo diocesano que haya cumplido 75 años debe presentar su renuncia al Sumo Pontífice. El Sumo Pontífice, después de considerar todas las circunstancias, decidirá qué hace
Entonces gobernaba la Iglesia de Roma el argentino Jorge Bergoglio, pero fue un norteamericano, León XIV, quien finalmente le aceptó la dimisión y nombró reemplazante, el actual obispo de Santa Rosa, La Pampa, Raúl Martín. Puiggari pone así fin a su paso al frente de la Iglesia de Paraná, donde había sido nombrado arzobispo por el Papa Benedicto XVI, en 2010. Asumió en marzo de 2011 y un año después estalló el escándalo de los abusos del cura Justo José Ilarraz en el Seminario Arquidiocesano de Paraná.
La llegada de Puiggari a Paraná -en realidad, un regreso: antes había sido obispo auxiliar, hasta que en 2003 fue nombrado obispo de Mar del Plata- supuso el fin del período de “transición” que marcó el gobierno de la Iglesia local por parte de Mario Maulión: al prelado santafesino le tocó suceder a Karlic, un teólogo vastamente reconocido y respetado en toda la Iglesia que presidió durante dos períodos consecutivos el Episcopado (entre 1996 y 2002), que fue uno de los redactores del Catecismo y que ha tenido activa participación en los últimos sínodos. Maulión está muerto; Karlic cumplió en febrero pasado 99 años.
Como se dijo, el caso Ilarraz marcó de cabo a rabo el paso de Puiggari por la Iglesia de Paraná,
Ilarraz fue condenado en 2018 y esa condena fue refrendada por la Cámara de Casación Penal: en su voto, el juez Alejandro Cánepa reprochó el encubrimiento de la Iglesia. Dijo que las víctimas «vivieron una verdadera defraudación de su confianza y de sus expectativas, por parte de las autoridades del Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo, adonde habían ido a formarse para el sacerdocio, y también de la Iglesia, al verse desprotegidos de los abusos de Ilarraz, “ya que no es cierto que las víctimas de autos no denunciaron a Ilarraz en tiempo oportuno, o que no hayan dado cuenta a otras personas de lo que Ilarraz les estaba haciendo, sino que aquellas ante quienes lo hicieron o quienes pudieron tomar conocimiento de tales situaciones, se preocuparon por mantenerlas en secreto, reserva y sigilo, lo que llevó a que tales hechos nunca salieran a la luz, nunca traspasen la órbita burocrática de la Iglesia Católica local, y no llegaran a oídos de la Justicia, o de cualquier autoridad administrativa estatal y/o educacional, o incluso de los propios padres de las víctimas”.
En el juicio al cura Ilarraz -está con arresto domiciliario al aguardo de que la Corte Suprema de Justicia de la Nación resuelva un planteo de prescripción, con condena a 25 años de cárcel- Puiggari dijo que tomó conocimiento de los abusos «entre fines de 1994 y comienzos de 1995», y niega haberse enterado antes.
«Luego de tomar conocimiento de lo ocurrido, inmediatamente se lo comuniqué al Arzobispo de Paraná, y comencé a solicitar testimonios por escrito de los seminaristas sobre hechos o conductas extrañas o fuera de lugar que hubieran percibido y que estuvieran relacionadas con el Pbro. Ilarraz, con el fin de recolectar elementos para iniciar una investigación canónica. Esta investigación comenzó efectivamente en 1995. Durante la misma se recabaron las denuncias de otras dos víctimas -en total, tres, dice, NdelR-, una de las cuales no estaba ya en el Seminario». Eso testimonió por escrito en el juicio a Ilarraz.
El arzobispo sostuvo que anotició a su sucesor, Mario Maulión, pero de un modo particular. Cuando asumió Maulión, «yo ya había sido nombrado obispo de Mar del Plata, aunque todavía no había tomado posesión. Canónicamente cuando uno es nombrado, cesa automáticamente de tener jurisdicción en la diócesis anterior, o sea Paraná. Por lo mismo, no me correspondía darle el traspaso (a Maulión), no obstante porque él me pidió que lo ayudara unos días antes de irme, le comenté algunos temas pendientes y le mencioné que en el archivo había un legajo sobre Ilarraz que convenía que lo viera».
Quedó firme la condena al cura Gervasoni por falso testimonio
Pero Puiggari quedaría salpicado definitivamente luego de que fuera condenado por falso testimonio su secretario personal, el cura Mario Gervasoni: fue reticente y no contó todo lo que supo del caso Ilarraz en el juicio penal.
Abusos en la casa de Dios: por qué 28 años a Escobar Gaviria
Sus problemas no terminarían allí. En 2016 tuvo que viajar de urgencia a Lucas González, en el departamento Nogoyá, y apartar al párroco de San Lucas Evangelista, Juan Diego Escobar Gaviria, denunciado por las monjas del Colegio Castro Barros por haber abusado de un menor. Otro escándalo. Escobar Gaviria fue llevado a juicio en 2017 por primera vez, pero hubo un segundo proceso, y en 2025 terminó con una condena a 28 años de cárcel. Está alojado en la Unidad Penal de Victoria por haber corrompido a cuatro monaguillos.
Más tarde, a Puiggari le tocaría lidiar con un caso inédito: una monja condenada por la Justicia por privación ilegítima de la libertad.
El 5 de julio de 2020, la monja Luisa Ester Toledo, expriora del convento carmelita de Nogoyá, fue condenada a la pena de 3 años de prisión de cumplimiento efectivo en la Unidad Penal N° 6 de Paraná. El Tribunal de Juicio y Apelaciones de Gualeguay la halló culpable del delito de privación ilegítima de la libertad en perjuicio de las excarmelitas Silvia Albarenque y Roxana Peña, a quienes durante años impidió la salida del Carmelo, y a las que sometió a la aplicación de violencia, amenazas y tormentos que no estaban establecidos en las constituciones de la orden religiosa.
En 2019 Nogoyá vuelve a ser punto de escarnio para la Iglesia Católica. Carlos Alberto Benavidez, párroco de San Ramón Nonato, fue apartado de su función luego de que se viralizaran denuncias de que ofrecía dinero a cambio de favores sexuales.
Benavidez, apodado Potoco, fue hasta el 10 de junio de 2019 responsable del Instituto San Francisco de Asís, aunque los escándalos sexuales de los que fue protagonista se produjeron a partir de sus ofrecimientos de dinero o de trabajo a cambio de «favores». Uno de los primeros chats que se hicieron virales en Nogoyá dio cuenta del pedido de Benavidez a un hombre para que le hiciera masajes.
La primera denuncia judicial contra el sacerdote Benavidez provino de José Sánchez, el changarín que se hizo conocido con la fábula del hallazgo de un maletín con 500 mil dólares que devolvió a su dueño sin pedir nada a cambio. En esa denuncia, el changarín aportó un dato: dijo que en febrero fue a pedirle ayuda para encontrar un trabajo. Se encontraron en la pasa parroquial. En la habitación del sacerdote, éste le pregunta si sabía hacer masajes. Sánchez dijo que no, pero la charla siguió y derivó en un acuerdo: le haría masajes al sacerdote a cambio de $1.000. Eso hizo. Aunque también contó haber tenido sexo con el cura.
En 2024, el año de la renuncia de Puiggari al gobierno de la Iglesia de Paraná, lo sacudió otro hecho de envergadura: las denuncias por abusos al cura José María López, cuyo último destino pastoral fue la parroquia Nuestra Señora de Luján.
Puiggari escuchó primero a las víctimas, que más tarde acudieron a la Justicia. El cura López fue condenado mediante el sistema de juicio abreviado a 8 años de cárcel. Está alojado en la Unidad Penal de Paraná.
Esa seguidilla de hechos ensombrecieron su paso al frente de la Iglesia de Paraná, en la que le tocó suceder a dos figuras clave que gobernaron la curia durante dos décadas: Adolfo Servando Tortolo, primero, y Estanislao Estaban Karlic, después. Cada uno de los tres con distintos grados de cuestionamientos.
Puiggari no llegó a los 20 años. Estuvo como arzobispo apenas 13 años: número fatídico.
Foto: Arzobispado de Paraná
Ricardo Leguizamón
De la Redacción de Entre Ríos Ahora