La Catedral metropolitana de Paraná congregó este sábado a miles de fieles que se acercaron para rendir homenaje y despedir al cardenal Estanislao Karlic. El cardenal falleció el viernes 8, a los 99 años en el Hogar Sacerdotal Jesús Buen Pastor.
Sus restos fueron velados desde ayer en la misma Catedral, siendo despedidos finalmente esta tarde con la celebración eucarística presidida por el actual arzobispo de Paraná, monseñor Raúl Martín, y concelebrada por monseñor Juan Alberto Puiggari, arzobispo emérito de la arquidiócesis, y por numerosos obispos y diáconos.
Durante la liturgia, se leyó una carta enviada por el papa León XIV, en la que el Santo Padre expresó su pesar por el fallecimiento del cardenal Karlic, destacó su larga trayectoria y recordó el histórico encuentro con san Juan Pablo II en Paraná.
La homilía fue pronunciada por monseñor Puiggari, quien puso de manifiesto que la fe y el afecto congregaban a la comunidad para despedir a su hermano y pastor. Señaló que «la muerte, aunque siempre dolorosa, para un creyente no es el final, sino el paso a la vida plena prometida por Cristo».
Destacó su servicio como pastor, teólogo, docente, obispo auxiliar de Córdoba, arzobispo de Paraná, y su trabajo en la Conferencia Episcopal Argentina, así como su aporte a la Iglesia universal en distintos organismos y documentos eclesiales: «Cuánto regaló a la Iglesia Universal como miembro del Comité para la redacción del Catecismo de la Iglesia Católica, como consejero de la Comisión por América Latina y expositor de la Cuarta Conferencia Episcopal Latinoamericana en Santo Domingo».
Al agradecer su legado, expresó: «La homilía de un funeral no es para hacer el panegírico de la persona, pero sí para agradecer a Dios todo lo que nos regaló por medio de ella. Los regalos de Dios son las personas, como el gran regalo es Jesucristo. ¿Cuántos nos regaló Dios a la Iglesia por medio del cardenal? Cuánto regaló a Dios por medio de su persona como obispo auxiliar de Córdoba y luego como arzobispo de Paraná. Cuánto a la Iglesia Argentina como vicepresidente primero y segundo y luego como dos veces presidente de la conferencia episcopal, como presidente de comisiones episcopales, delegado a varios sínodos y tantas otras tareas».
También rememoró su papel en la vida pública del país como impulsor del diálogo en momentos de crisis.
En un tramo de su homilía, monseñor Puiggari citó palabras escritas por el propio cardenal Karlic: «Al pueblo que peregrina en la Argentina le digo que quise servir a mi bendita patria con toda el alma, soñando para ella una vida de auténtica fraternidad como hijos del mismo Padre, basada en el genuino respeto y diálogo para dar a todos la oportunidad de vivir la vida a la altura de la generosidad que el Señor tuvo en esta tierra (…) Comprometo mi oración para que todos los argentinos seamos capaces de ponernos de pie y salir con sabiduría, valentía y de verdad de la pobreza material y espiritual en la que lamentablemente nos hemos sumergido».
Recordó también su labor pastoral en Paraná, promoviendo la misión, la formación y distintos encuentros eclesiales, y su firme compromiso con la Eucaristía, celebrada a diario incluso en medio de dificultades.: «Fue un soñador y gracias a sus sueños Paraná pudo tener la gracia inmensa, histórica, de la visita del Santo Padre san Juan Pablo II. Por sus sueños se hizo realidad el COMLA VI que llenó de entusiasmo misionero a nuestra diócesis. Por sus sueños se hizo la Asamblea Federal de la Acción Católica. Por sus sueños se hizo posible el encuentro de los delegados de pastoral juvenil de la Argentina».
También lo recordó como hombre de Iglesia, de la verdad, del diálogo y del servicio, con una espiritualidad mariana sencilla pero constante. Refiriéndose a su vida espiritual, monseñor Puiggari afirmó: «Fue un hombre de la Eucaristía. La Eucaristía fue el centro y la fuente de su vida sacerdotal y episcopal. Cada misa que celebró, cada hora de adoración, cada homilía en torno al Pan de Vida fue un acto de amor al Señor presente en el Santísimo Sacramento. Con cuánta pasión repetía aquellas palabras del Concilio: ‘La Eucaristía es fuente y culmen de la vida de la Iglesia'».
Sobre su manera de predicar, agregó: «No buscó agradar a los hombres, sino ser fiel a Dios. Anunció la Palabra sin recortes ni acomodos, pero con caridad pastoral, convencido de que solo la verdad libera. Anoche una monjita me recordaba que él le decía con fuerza y reiteradas veces: ‘Al cielo se va con la verdad. Solo por pertenecer a la verdad se llega al cielo’.»
En los últimos tramos de su mensaje, monseñor Puiggari citó otra frase del purpurado: «No tengo otra razón de la que soy, sino una participación del misterio del sacerdocio de Jesús. Eso me hizo muy feliz siempre, ser un sacramento, participación real del misterio de Jesús para la gloria suya, porque quiero manifestar su amor al mundo. Lo más lindo de mi sacerdocio es el misterio de servir a los hombres y mostrarles el camino hacia Dios».
Fotos: Mauricio Garin
De la Redacción de Entre Ríos Ahora