Por Silvio Méndez (*)

“Este Gobierno financia la Universidad Pública con los mismos recursos de los países más desarrollados”, suelta, en una charla distendida por la TV local, Joaquín Benegas Lynch, candidato a senador nacional por Entre Ríos en la alianza de La Libertad Avanza (LLA), el PRO y la Unión Cívica Radical (UCR).

Lo dice dentro de una serie de datos inexactos, falaces y desinformantes, en el marco de la campaña en medios de comunicación. En este sentido, considera que el mayor déficit en su fuerza partidaria “es el comunicacional”, porque ha dejado que “maneje la agenda ¿quién?; el kirchnerismo”, se pregunta y responde a continuación él mismo.

Benegas Lynch parece un personaje de “Capusotto y sus videos” que, extraviado, ingresó a un set televisivo equivocado. Pero no, en rigor es un referente de estos tiempos sombríos, un postulante a una banca en el Congreso que muy probablemente sea electo senador de la Nación, que en el prime time matutino puede decir una fake news tan grande como un elefante rosado sin que ninguno de sus interlocutores lo vea pasar.

Impecable, bronceado, de camisa blanca, planchadita, el candidato oficialista a senador nacional por Entre Ríos Joaquín Benegas Lynch (LLA) se presentó este 22 de septiembre a una entrevista por la teve. Lo hizo en una campaña política provincial para elegir legisladores nacionales marcada por la tibieza y el desconcierto. Benegas Lynch es un recién llegado a la política partidaria. De hecho, en un par de ocasiones, en su charla lo menciona, expresa que lo siente como “un deber” el haber “decidido bajar al barro” de la política. Aunque parece un principiante, lo hace bastante bien, porque no desentona en lo que grafica.

Bengas Lynch cruza los dedos de sus manos y se pone el casete, como si llevara años en esto de la política profesional, pero lo que parece ser coacheado es desparpajo y hasta impunidad. Dice que quiere ser legislador, pide el voto este 26 de octubre, para “apoyar esta transformación que implica correr al Estado del laburante, del bolsillo del laburante, del emprendedor”, repite como latiguillo. Ensaya esta idea que el Estado es un cuco que tiene a mal traer a los ciudadanos, a esta figura del “emprendedor” que se juega sus fichas en el mercado que, claro está, a los ojos libertarios, es el lugar donde reside todo lo bueno, lo justo, equilibrado y aséptico que puede haber en la vida social.

 

Paquidermos en el set

La introducción Bengas Lynch sobre el Estado es para decir que Nación “financia las 62 universidades públicas con el mismo fondeo que financian los países del G-20. O sea, este gobierno financia la Universidad Pública con los mismos recursos de los países más desarrollados”, expresa como quien abre la carpa de un circo por donde asoma la cabeza un elefante rosado que poco a poco comienza a salir.

Está comparando la inversión en educación superior de la Argentina, cuyo presupuesto 2025 reconducido está previsto en unos 4 billones de pesos –según datos oficiales de la Secretaría de Políticas Universitarias–, con los que, por ejemplo, podría tener Alemania. Compara el equivalente de 2,4 millones de euros que “gasta” acá con los 398.000 millones de euros que el país germano, fundador del G20, aportó para educación, investigación y ciencia en 2023, según la oficina federal de estadísticas alemana y Germany Trade & Invest (GTAI), quien señaló con esta cifra el crecimiento del 8% interanual.

Bengas Lynch tira datos con una seguridad envidiable ante las caras de asombro de sus interlocutores y, sin inmutarse, los elefantes rosados salen en manada: desconoce el cogobierno interclaustro para la conducción de las universidades públicas, cómo se fijan los sueldos, repite la mentira que no hay auditorías, supone que hacer política está prohibido o es algo nocivo y que los docentes obligan o “instan” a los estudiantes a ir a las marchas amenazando con el castigo de poner faltas. Hay un amague de réplica de quien hace las preguntas, pero enseguida lo despacha recomendándole que vea un video en YouTube del subsecretario de Políticas Universitarias, Alejandro Álvarez, que está “desesperado”.

La charla sigue, se va por las ramas, justifica el recorte en fondos para personas con discapacidad. Para Benegas Lynch, los beneficiarios deben decir: “Yo soy realmente soy discapacitado. Acordate las radiografías de perros”, interpela a su interlocutor, en referencia al caso que presentó el vocero presidencial, Manuel Adorni, sobre una supuesta pensión obtenida con la placa de un can. Caso que el propio ex director de Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), Diego Spagnuolo, desmintiera como falso, como una campaña desprestigio, cuando filtraron los audios atribuidos a él (no desmentidos) en los que se queja de la coima del 3% que debía ir hacia la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei.

 

Benegas Lynch ingresa en la maraña de sus propias palabras cuando le recuerdan la polémica por sus dichos sobre la privatización de Salto Grande, aunque le preguntan por Enersa. Dice que los periodistas los sacan de contexto y sale indemne del aprieto. Un clásico. Ya no hay tiempo, los elefantes rosados han invadido todo el estudio y sólo queda un saludo de despedida. “Lo esperamos pronto por aquí”.

 

(*)Silvio Méndez es periodista y docente universitario.