Gobernador Mansilla -a 185 kilómetros de Paraná, en el departamento Tala- fue en sus inicios una mera estación de trenes, un punto en el mapa por el que pasaban los cargamentos de granos con otros destinos: se llamó Estación del Ferrocarril Central Entrerriano  Kilómetro 73. Se creó por decreto del gobernador Clemente Basavilbaso el 21 de enero de 1890. Seis años después se establece el primer destacamento policial y fue creciendo como asentamiento poblacional.

El trazado del pueblo se realizó sobre los terrenos donados por Carmen de los Santos Mendieta. El pueblo creció, se expandió, el ferrocarril no fue tal, y hoy, según el censo nacional de población y viviendas Gobernador Mansilla tiene 2.792. Y ahora, por estos días, transita un dolor inmenso: uno de los suyos, Gustavo Brondino, 55 años, a quien todos en el pueblo conocen más por el apodo “Pino”, a quien muchos supieron ver despachando helados en la heladería de su mujer, Marisa, “Siete Colinas”, carga con una acusación oscura, haber asesinado a una chica de 22 años, Daiana Magalí Mendieta.

Con la voracidad de la inmediatez, los medios nacionales encontraron en Gobernador Mansilla y en ese crimen atroz un punto de rating: se cocinaron historias, se hilvanaron teorías, la vida de un pueblo de siesta y mate en la muerta convertida en un show del minuto a minuto. Magalí Daiana Mendieta se fue de su casa el viernes 3 y apareció asesinada en el fondo de un aljibe de una casa abandonada el martes 7. Ese mismo día hubo conferencia de prensa en el campo donde habían descartado su cuerpo y se adelantaron veredictos: que murió de un disparo y que todos los indicios apuntaban a “Pino”, que para entonces estaba detenido por resistencia a la autoridad. Habían allanado su vivienda el domingo y recibió a los policías con un arma.

La autopsia que se practicó al cuerpo de la joven en la morgue judicial de Oro Verde y cuyo resultado se conoció este jueves 9 desarmó la hipótesis que todos habían repetido como un mantra: que Daiana Magalí Mendieta había muerto de un disparo. No era un disparo lo que había provocado un orificio en la parte posterior de su cabeza. Fue un objeto contundente, punzante. ¿Qué elemento usaron para matarla? Hubo que volver al aljibe a rastrear pruebas, indicios, pero para entonces el lugar se había convertido en un lugar de visitas de muchos, sitio para selfies, los medios habían transmitido en vivo y en directo desde el lugar. Acá la mataron, en este lugar la encontraron, este es el aljibe, sus últimos minutos, y así.

Valeria Rodriguez es abogada, se sumó a las primeras marchas para pedir por la aparición con vida de Diana Magalí Mendieta, y cuando el femicidio era noticia nacional también marchó para pedir justicia: en esas marchas hubo mujeres y hubo varones, el espanto en sus rostros, la garganta seca, las manos tiesas. “¿Fue ´Pino´?”.

Valeria Rodriguez creó el área de la Mujer en el Municipio de Gobernador Mansilla y rastrilló en la historia reciente los casos de violencia de género pero no encontró ningún antecedente de femicidio. La cuenta, asegura, empieza ahora, arranca con Daiana Magalí Mendieta. “Estamos viviendo esto de una manera terrible. Empezó con la búsqueda de Daiana, la desesperación de los primeros momentos, con las horas que pasaban, y luego el hallazgo de su cuerpo, el terror. Es un caso que nos atraviesa a todos. Mansilla siempre se movilizó por los femicidios, pero en este mucho más, porque es una de las nuestras”, dice.

Ha visto las transmisiones de los canales de noticias y se ha sorprendido por el tenor de algunas crónicas. “Nos han faltado mucho el respeto -analiza-. Es más dolor sobre el dolor”.

Fue profesora de Daiana cuando Daiana cursó su secundaria en una escuela para jóvenes y adultos. Fue su profesora de Ética y Formación Ciudadana. “Tenía 18 años y era una chica muy despierta, muy divertida, muy espontánea. Hacía ruido para todos lados a los que iba”, recuerda.

-¿Están confiados en el trabajo de la Justicia para esclarecer este crimen?

-Confiamos en el actuar de la Justicia. Están haciendo las cosas como corresponde, pero vamos a estar exigiendo justicia en la plaza, haciendo marchas para que esto se esclarezca. No es una confianza absoluta, ciega. Sabemos cómo es la justicia en nuestro país. No queremos decir que acá se esté ocultando algo, pero sí decimos que no vamos a parar hasta tener justicia por Daiana, y a seguir trabajando como hemos venido trabajando para que no haya más Daianas. Nunca pensamos que nos iba a tocar a nosotros. Jamás.

-¿No hay recuerdos de otro hecho similar en Mansilla?

-Hemos hecho un relevamiento, porque yo trabajé en el área de la Mujer en el Municipio de Gobernador Mansilla durante varios años, y hemos hecho contabilizado las causas de violencia, pero  nunca hemos tenido información de un hecho similar en nuestra localidad. Sí en zonas aledañas, como Galarza, Guareguay, Rosario del Tala. Pero no en Mansilla, con lo cual la conmoción es mucha.

-Además es un lugar chico, de poca población.

-Claro. La ciudad es supertranquila, es un pueblo chico, nos conocemos entre todos, dejamos la casa abierta, la bicicleta afuera. Imaginate cómo nos atraviesa este caso, que es el primero y ojalá sea el último.

– ¿Cuál es el ánimo de la gente? ¿Hubo mucha convocatoria en las marchas?

-En los momentos de búsqueda, un grupo de mujeres que nos autoconvocamos desesperadamente, para exigir la aparición con vida en ese momento de Daiana, le preguntamos a la familia, en primer lugar, siempre siendo respetuosas de lo que ellos decidan, y nos solicitaron un poco de cautela, de esperar, de confiar en el procedimiento. Después, cuando ya pasaban las horas y no aparecía, espontáneamente nos presentamos a la plaza, en el Banco Rojo, y  sí, se organizaron de ahí en más distintas  movilizaciones. Fue masivo, vinieron de otras localidades cercanas.

-Este femicidio muestra además ciertas características de los pueblos chicos.

-Y sí. Está todo rodeado de distintos factores: culturales, económicos, sociales. Y  acá, en el pueblo, que tiene lo transversal de la ruralidad, que a veces acentúa un poco más todo. Es una sociedad sumamente patriarcal, machista. Pero también pienso que este femicidio se podría haber evitado. Se necesita hacer más en prevención desde lo local, lo provincia y lo nacional. El Estado siempre es responsable.  Esto tiene que ver también con un vaciamiento que hay en políticas de equidad de género.

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora