Juan Diego Escobar Gaviria pensó alguna vez en ser el sucesor de Ignacio Peries, el cura que tiene su cuartel general en la Parroquia Natividad del Señor, en Rosario, y que es hoy el más conocido de los curas sanadores.
Lo empezó a pensar no bien llegó a la Argentina, como parte de la Cruzada del Espíritu Santo, la orden religiosa fundada por el irlandés Thomas Walsh, y que tiene su cuartel general en Paraná, en la calle Comandante Espora.
La Cruzada es una congregación en formación y por eso requiere de un padrinazgo eclesiástico: el arzobispo emérito Mario Maulión ejerció la función de obispo benévolo de la orden religiosa, y por eso aquí fueron llegando uno a uno sacerdotes irlandeses, colombianos, norteamericanos, venezolanos.
Estuvieron un tiempo, y se fueron yendo uno a uno.
Sólo quedó Escobar Gaviria. En 2005 llegó a Lucas González como párroco de San Lucas Evangelista, y rápidamente ganó fama de sanador, y recorrió toda la provincia encabezando misas multitudinarias. “Cuando llegué a Argentina, adonde me trajo el padre Ignacio, empecé a ver lo que él hacía. Y yo le pedí a él hacer lo mismo, le dije que yo quería aprender lo que él estaba haciendo. Pero él me decía: –Mira, esto no te lo puedo enseñar yo, si vos queres aprenderlo, arrodíllate mucho ante el Santísimo Sacramento, y el Señor te va a ir indicando, y él te va indicar el momento preciso en que vos tenés que empezar. Y así fue: a los tres meses de estar en Argentina, empecé con las misas de bendiciones.”
Entonces, empezó a ser cura sanador.
Ahora, su estrella se apagó. El principio del fin fue aquella denuncia que presentaron en octubre pasado dos religiosas de la congregación Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas, responsables del Colegio Castro Barros San José: la superiora general, Marta Jacob, y la directora de la escuela, Marta Carrizo.
Una denuncia escandalosa: se presentaron ante el defensor oficial de Nogoyá, Oscar Rossi, y presentaron el caso de R, un exmonaguillo que contó cómo el cura lo abusaba. Después, fueron apareciendo uno a uno, tres casos más.
Silvia Muñoz, la mamá de R, escuchó lo que le contó su hijo el lunes 24 de octubre de 2016. Que cuando R se quedaba a dormir en la casa parroquial junto a otros chicos, a cierta hora de la noche, “cuando ya todos dormían, lo llamaba y lo llevaba al dormitorio donde dormía él, cerraba la puerta del dormitorio y lo hacía acostarse en la cama de él, y el cura se acostaba a su lado y le tocaba sus partes íntimas”.
En la justicia, la monja Marta Carrizo contó que Silvia Muñoz llega al colegio “al día siguiente de que tomó conocimiento (del hecho), si no recuerdo mal”.
“Después de esta charla volví a conversar con las docentes, decidí hablar con las autoridades de la congregación, en este caso Marta Jacob que es la Madre General de la Congregación. La llamo por teléfono a la madre general, el jueves por la mañana y le comento el caso y me respondió que hablaría con la abogada de la congregación y luego me comunicaría lo decidido. La doctora Marilyn Fuello de Cámara le aconsejó que hablara con el obispo de la diócesis. La madre se pone en contacto con monseñor (Juan Alberto Puiggari), quien en ese momento estaba en Nogoyá y le dice que hará lo que le corresponde y que nosotros hagamos lo que nos correspondía como institución educativa, que él se lo comunicaría al padre Juan Diego. Ese mismo día, pasado el mediodía, monseñor fue a la parroquia a hablar con el padre Juan Diego. Luego, me llamó por teléfono el padre para que fuera a la parroquia, que monseñor quería hablar conmigo. Allí, compartimos simplemente que el padre, me preguntó quién era la familia y monseñor le dijo que celebrara la misa ese día, ya que había una celebración especial y que al día siguiente, por el día viernes, se retirara de la parroquia por un tiempo. Luego, ellos se fueron y yo le comuniqué a Madre General y ahí ella me dijo que viajaba para acá esa noche para que el día viernes viniéramos a Nogoyá a realizar la exposición del caso ante la autoridad correspondiente ya que somos institución educativa y se trataba de un alumno menor…”.
Después, lo que siguió fueron más testimonios, más denuncias, y la decisión de la Justicia de mandar al cura a prisión, y cerrar la instrucción de la causa, y, finalmente, elevar la causa a juicio.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.