A veces me enamoro profundamente.
Pero en ocasiones detesto todo: desde sentarme frente al teclado hasta escuchar a un editor.
Yo me enamoro de historias: me entretiene buscar historias.
A veces demoro horas girando alrededor de una historia que me resulta esquiva, que no me cierra, a la que no le encuentro patas ni cabeza.
Eso me pasa en ocasiones.
Necesito tener la historia en mi cabeza.
Y después escribir.
Y contarla, contarla bien.
A veces me sale, a veces no.
Pero yo porfío en contar historias.
El resto del tiempo –casi todo el tiempo—pierdo el tiempo leyendo textos amarretes, mal construidos, pésimos, ajenos.
Me pasa también con los textos propios: odio escribir para zafar.
Una vez, Celeste Mendaro me dijo que no siempre salen textos buenos. Que salen uno, dos, pero que el resto del tiempo estamos escribiendo para zafar. (El periodismo gráfico a veces es una trituradora.)
Me lo dijo Celeste Mendaro, que llegaba a la Redacción cargando cuatro o cinco libros para escribir su página literaria, y que una vez fue convocada por un editor para que redactara seis mil caracteres sobre las Babas del Diablo: algo parecido a la nada.
Lo escribió con el mismo profesionalismo que, un tiempo antes, había escrito esa crónica maravillosa que resultó “Esto no es Hollywood”.
Claro, no somos Celeste Mendaro. Yo no soy Celeste Mendaro.
Ya nadie llega a una Redacción con libros para escribir sobre libros. Si un editor encuentra a un redactor leyendo un libro, le dirá: ¿Y por qué, en vez de perder el tiempo con ese libro, no te pones a escribir una nota, eh?
Escribir una nota es llenar un espacio que está en blanco.
No importa cómo: hay que llenar.
Ya casi nadie cuenta historias.
“Eso es periodismo narrativo”, dirán.
Y lo dirán con cierto tono altanero, con desdén.
Pero la narración es la base de la crónica, sólo que ahora, en los tiempos de “qué dijeron en Twitter de la arritmia de Macri”, todo se vuelve más pasteurizado, más de digestión rápida en el periodismo.
–Cortame “eso”, que no me entra todo el texto.
Ahora, acabo de releer una de las mejores crónicas escritas en los últimos tiempos: “Pollita en fuga”, de Josefina Licitra.
La historia de una piba de 15 años que lideraba una banda de secuestradores.
Y confirmo de lo que bueno que es saber contar historias en periodismo.
Esa historia tiene un comienzo de película, y un final que, enseguida nomás, adivinamos: un final de perdedores.
“No se le notaba. La última vez que Silvina cayó presa -el 5 de mayo pasado- estaba en la cama con su novio, embarazada y desnuda, pero no se le notaba. La brigada bonaerense la encontró a quince cuadras de la Villa Hidalgo, en el partido de San Martín, en una casa chica de cemento blanqueado, jardín reseco en la entrada y una segunda construcción al fondo. Silvina estaba encerrada en un cuarto con Jorge, uno de sus novios, cogiendo bajo el aire de un ventilador de techo. La brigada entró en el cuarto con modales bonaerenses y la sacó a patadas.”
Eso pasa con Josefina Licitra.
En un diario sostenido por alfileres, zafas.
Nadie te paga el tiempo que demorás en perseguir a una piba por el Gran Buenos Aires, esperarla en la ruta, hacer trasbordos de vehículos y encontrarla para reportearla en la clandestinidad.
Nadie te espera: el nivel de tolerancia son menos de seis horas. El día se termina, y mañana todo vuelve a empezar.
Pero acá estoy.
Sé, fatalmente, que no sirvo para otra cosa.
Yo escribo. Escribo desde que me despierto y hasta que me duermo.
No siempre estoy frente al teclado. No estoy todo el día frente al teclado.
Pero tengo una obsesión enfermiza: para mí, todo lo que me cuentan, todo lo que escucho, todo lo que veo, todo lo que leo puede volcarse en una crónica: todo es digno de ser contado.
Estoy convencido de unas pocas cosas. Una, que el periodismo es saber contar historias. Y la principal, saber escribir esas historias.
Yo no sé en qué sitio se enseña a escribir: dudo que en una facultad de periodismo.
Pero sé que se necesitan de esos sitios. Y se necesita de periodistas que sepan escribir. Y contar historias.

Ricardo Leguizamón
De la Redacción de Entre Ríos Ahora
En Twitter : @ricleguizamon