La foto, esa foto, una foto tomada una noche de mayo, la muestra cabizbaja, llorando, sosteniendo contra el pecho un cartel. “Gisela, tu familia te espera”, dice el cartel.
Gisela López, 19 años, había desaparecido la noche del viernes 22 de abril a la salida de la Escuela Secundaria de Jóvenes y Adultos Padre Fidel Oliver, de Santa Elena. Desde entonces, desde que salió de clases, no habían vuelto a tener noticias de Gisela.
Esa noche del miércoles 4 de mayo, cuando Gabriela Monzón encabezó una marcha para pedir por la aparición de su hija, en Santa Elena, Gabriela Monzón no pensaba que una semana después estaría velando su cuerpo.
Gisela López, 19 años, fue hallada el 10 de mayo: asesinada.
Un mes después de que apareciera el cuerpo de Gisela, Gabriela Monzón espera certezas, un alivio: espera culpables.

gise
“Acá estoy, esperando noticias, porque no hay ninguna novedad. Sinceramente, no hay detenido, no hay nada concreto, así que acá estoy, esperando noticias, que el fiscal (Santiago) Alfieri se arrime a casa con buenas noticias porque están pasando los días y no hay nada”.
La encuentro a Gabriela Monzón en un patio soleado y frío, una mañana de junio, y recuerdo aquella foto, con el cartel pegado al pecho. Habla en voz muy baja, casi no gesticula y tiene una templanza que apabulla: parece que es una mujer de fe, muy a su modo.
No sabe quién mató a su hija, por qué la mató, cómo la mató, qué pensó Gisela López antes de morir, qué le dijo a su asesino, qué no pudo decir, si se espantó o le hizo frente, si soportó el calvario en silencio o qué. Ahora Gabriela Monzón dice que no sabe nada, y no sabe nada de cómo fue que perdió a su hija.
“No sabemos qué pasó: van pasando los días y no tenemos ninguna noticia. Ni las pericias de la autopsia, no tenemos nada. Nada que nos diga algo. Somos la familia de Gisela y queremos saber –me lo dice a mí, que la escucho poniendo el oído muy cerca suyo, como si su pedido fuera a llegar a alguien con poder para resolver el caso: lo dice con un dolor contenido, lacerante–. Yo sé que están trabajando, yo sé que la policía de investigación está allá, pero está muy cerrado el caso”.
“El caso” es el femicidio de su hija, 19 años.
No vio a su hija muerta. Le entregaron una caja de madera una madrugada, y eso fue lo último que tuvo de su hija.
“Nunca pude velar el cuerpo de mi hija. El día 13, a la una y media de la noche, me trajeron el cajón, y a las 11 de la mañana del sábado la tuvimos que llevar al cementerio. La velamos a cajón cerrado. El fiscal Alfieri nos dijo que el cuerpo estaba muy deteriorado, y que por eso debíamos velarla a cajón cerrado. Así me entregó el cuerpo. No tuvimos la oportunidad de verla. El fiscal dijo que era Gisela, por las huellas digitales. Pero nadie de la familia pudo ver el cuerpo”, cuenta.
El asesino de Gisela estiró sus garras hasta su familia: y su familia ni siquiera pudo velarla como se vela un muerto: de cuerpo presente, besándolo, acariciándolo, sosegándolo, amortajándolo, diciéndole por qué te fuiste tan pronto, así.
En medio de la desazón, hay espacio para la esperanza. “Yo espero, espero que esto termine –dice la mamá de Gisela–. Que termine lo más pronto posible, que aparezcan los culpables. Ahora lo que pasa es que hay muchas versiones, pero nada concreto, eso es lo más triste”.
Gabriela Monzón es la mamá de un hijo de 24, otro de 22, una de 21, otra de 16, un adolescente de 15, otro de 14 y una nena de 3 años. La que falta es Gisela, de 19.
El dolor más grande que atraviesa ahora es no poder hacer el duelo por la muerte de su hija. Primero quiere que aparezca el culpable del femicidio de su hija. Y después, sólo después hacer el duelo por la hija que parió y que ya no podrá ver nunca jamás.
“Ando en pie porque quiero encontrar a los que hicieron esto con mi hija. Yo siempre tuve la esperanza de encontrarla a ella. Hasta el día de hoy. Espero que aparezca. Yo espero porque nunca vi el cuerpo de mi hija. No me permitieron ver su cuerpo. Yo no tuve oportunidad de ver el cuerpo de ella. Y espero que ella vuelva a mi casa. Yo digo que va a aparecer el culpable –piensa–. Yo digo que mi hija me va a ayudar y que los va a perseguir ella para que aparezcan los culpables”.
Eso espera ahora esta mujer.
Nada más que eso.

Ricardo Leguizamón
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.
En Twitter: @ricleguizamon