«Voy a estar agradecido toda la vida de vos pibe».
Alexis Endrizzi salió el miércoles 6 de septiembre de los Tribunales de Gualeguay y se abrazó con R, el nene de 12 años cuya denuncia abrió la investigación penal que puso en la cárcel al cura Juan Diego Escobar Gaviria, responsable de los delitos de abuso sexual y corrupción de menores.
Primero fue R. Después, Alexis Endrizzi. Ellos dos dieron la primera gran batalla: contar a los propios de ese viaje por los bajos fondos al que los había llevado el cura del pueblo, Lucas González, y después de vencer ese primer miedo, ir a la Justicia y denunciarlo. Silvia Muñoz, la mamá de R, empezó a batallar al lado de su hijo.
Fue a partir de aquella noche del miércoles 24 de octubre de 2016, cuando juntos se sentaron a hablar de eso que ocurría en la alcoba del cura en la casa parroquial de San Lucas Evangelista. Que el cura lo manoseaba ahí, encerrado en la pieza, solo, sin saber qué ocurría con el mundo, sin que el mundo supiera que R., 12 años, era manoseado. Cuando Silvia Muñoz lo supo fue al Colegio Castro Barros San José y habló, primero, con las maestras, después, con las religiosas.
El viernes 28 de octubre, las monjas Marta Jacob y Noemí Carrizo, de la congregación Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas, que dirigen el Colegio Castro Barros San José, de Lucas González, se presentaron ante el defensor oficial de Nogoyá, Oscar Rossi, y, así, abrieron el proceso penal contra el cura. La causa penal quedó en manos de dos fiscales, Federico Uriburu y Rodrigo Molina, acumuló cuatro denuncias, y el 26 de abril se elevó a juicio oral. El miércoles 6 de septiembre, en Gualeguay, un tribunal condenó al cura a 25 años de prisión de cumplimiento efectivo.
En el Legajo Nº 1178/16 que entonces quedó caratulado «Defensor Oscar Eduardo Rossi s/Presentación. Abuso sexual en perjuicio de menores», se le atribuyó al cura Esobar Gaviria «haber abusado sexualmente en forma reiterada con la finalidad y posibilidad de corromper en el normal desarrollo de la sexualidad del menor RDR, de 11 años de edad en la actualidad, nacido el 29/04/2005, en oportunidad de concurrir la víctima a la parroquia San Lucas Evangelista, sita en calle Fray Justo Santa María de Oro de la localidad de Lucas González, departamento Nogoyá, lugar donde el incurso residía y ostentaba el cargo de cura párroco. Lugar al cual la víctima empezó desde hace un tiempo atrás a concurrir a misa, cuando cursaba el quinto grado y luego de un tiempo como monaguillo y a quien junto a otros menores los días viernes y sábados, luego de dar misa el incurso invitaba a mirar televisión, a comer y también dormir, para lo cual les entregaba colchones que los menores utilizaban y acomodaban en el sector del living contiguo a la habitación donde pernoctaba el incurso, procediendo éste de noche a salir de su habitación hacia el sector donde se encontraba la víctima junto a otros menores, a quienes alumbraba con una linterna, luego lo llamaba para que ingresara a su habitación, cerraba la puerta, la que presentaba un mecanismo de cerradura que sólo podía abrirse desde adentro y allí procedía abusar sexualmente del menor víctima».
Después de la denuncia del caso de R., siguió Alexis Endrizzi.
Las dos familias, la de R., la de Alexis, pasaron por lo mismo: ninguneo, miradas desviadas, bisbiseo, incredulidad en Lucas González, pueblo chico, grande infierno.
«Era horrible cruzar por la calle y que a tu lado cuchicheen», dice Agustín Aguilar, amigo de Alexis, sobre aquellos primeros días posteriores a la denuncia judicial de su caso. «Todos le dieron la espalda», cuenta.
Ramona Giménez, la abuela de Alexis, dice que nunca pudo hablar del tema con Alexis más allá de las primeras palabras. «Tuvimos algunas charlas, no tan profundas porque enseguida nos quebrábamos los dos», recuerda.
Ahora empieza otro camino para todos ellos, para Alexis, para R, para el resto de los chicos abusados, para los que denunciaron y para los que no pudieron, para las familias. El cura Escobar Gaviria fue condenado a 25 años de cárcel.
A todos ellos, ahora, les queda procesar el dolor, y la tragedia.
De la Redacción de Entre Ríos ahora.