Ya no existen. Los miradores de la Toma Vieja, esos balcones naturales al río, desde el filo de la barranca, no existen más. La desaparición, lenta, empezó durante la administración de Blanca Osuna; sigue con la de Sergio Varisco. Ese escenario natural se va perdiendo. No están los bancos, ni las barandas que protegían durante los avistajes, ni los caminos en condiciones. Ahora hay maleza y basura. Allá atrás, está el río, como siempre, pero acá adelante un montículo de residuos que se ha ido acumulando. Todo el predio, abandonado.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.