El presidente de la sección Paraná del Colegio de Abogados de Entre Ríos, Lisandro Amavet, asumirá como nuevo querellante en la causa de los abusos del cura Justo José Ilarraz en el Seminario Nuestra Señora del Cenáculo de Paraná, en representación de dos de los siete denunciantes que fueron a la Justicia en 2012.
Otros dos denunciantes serán representados por los hermanos Victoria y Santiago Halle, hijos de Rosario Romero, en quien la Justicia había unificado la querella y que debió apartarse de la causa tras su designación como ministra de Gobierno, en reemplazo de Mauro Urribarri. Un quinto denunciante tiene como querellante a Marcos Rodríguez Allende; el sexto, a Milton Ramón Urrutia; y una séptima víctima es representado por el Ministerio Público Fiscal.
La ahora ministra Romero ejercía la representación de cuatro de las siete víctimas del cura Ilarraz, que ahora serán representados por Amavet, dos denunciantes, y por Victoria y Santiago Halle, otros dos. A finales de diciembre de 2014, la segunda jueza que instruyó la causa Ilarraz, Susana María Paola Firpo, dispuso unificar la querella en Rosario Romero, que asumió después de que los primeros querellantes, Marcelo Baridón y Álvaro Piérola, accedieran a puestos en la Justicia: el primero, juez de cámara; el segundo, como fiscal.
Lisandro Amavet.
Santiago Halle.
Victoria Halle.
Dijo HR que se lo contó al ahora sacerdote Pedro Barzán en1993, dos años antes de lo que dice Estanislao Karlic. Pero en su testimonio en la Justicia, Karlic señaló que supo de los abusos a mediados de 1995, de boca del entonces rector, hoy arzobispo Juan Alberto Puiggari.
Pedro Amadeo Barzán, cuando declaró en la Justicia, dio otra versión: ingresó al Seminario en marzo de 1983 y finalizó sus estudios en 2000. En el Seminario, desempeñó la función de bedel –una especie de preceptor, tarea que les era asignada a los seminaristas más avanzados sobre los más jóvenes–; en 1991 fue bedel de HR, una de las víctimas. HR le cuenta a Barzán de los hechos “antes de mayo de 1994”, fecha en la que se ordenó diácono y dejó de ser bedel. Y no bien se enteró, lo puso al corriente al entonces rector del Seminario y ahora arzobispo Juan Alberto Puiggari. Pero Puiggari lo contó en 1995.
El sacerdote Néstor Pucheta, residente en Córdoba, también deja entrever en su declaración que los hechos sucedieron antes de lo que la jerarquía dice que se enteró y que muchos sabían de los abusos. Llegó al Seminario en 1995, ya cuando Ilarraz se había marchado a Roma –partió en 1993— y tuvo amistad con un seminarista que le contó de los abusos del sacerdote. Enteradas las autoridades de los hechos, relató, hubo una “prohibición” de las amistades particulares entre los seminaristas mayores y menores. Especialmente se lo dijeron a él por su amistad con una víctima, a quien contenía cuando se “desbordaba”. Sólo Puiggari sabía el porqué de esa cercanía entre ambos; los otros no, según la trascripción de su declaración que agregó la jueza Susana María Paola Firpo en el expediente “Ilarraz Justo José s/Promoción a la corrupción agravada”.
La causa Ilarraz se inició, entonces, en septiembre de 2012. El cura fue procesado el 10 de julio de 2015 y la causa se elevó a juicio oral el 17 de agosto de 2016, medida resuelta por el tercer juez que llevó la instrucción, Pablo Zoff.
Ilarraz llegó en 1985 al Seminario de la mano del arzobispo Estanislao Karlic. Lo designó para estar a cargo de los pupilos que cursaban la escuela secundaria orientada al sacerdocio. Fue como poner al lobo al cuidado de las ovejas. Diez años después, en 1995, tres seminaristas denunciaron ante la curia haber sido abusados por Ilarraz; en 2012, ante la Justicia, se inició un proceso contra el cura que acumuló siete denuncias.
Ilarraz nació el 9 de julio de 1958, en Paraná, y en 1983 se ordenó sacerdote. El primer año de ordenado vivió en la residencia episcopal de la Costanera Alta, junto a Karlic, y fungió de su secretario y chofer. Estuvo en el Seminario hasta marzo de 1993, cuando fue autorizado por Karlic a viajar a Roma. Allá se quedó hasta 1997.
Mientras estuvo en Roma, Karlic abrió una investigación interna a partir de tres denuncias graves sobre abusos cometidos por Ilarraz en el Seminario. El trámite se cerró en diciembre de 1996, con una sanción leve: “Prohibir al presbítero Justo José Ilarraz venir y permanecer en el territorio de la Arquidiócesis de Paraná, así como tener comunicación de cualquier tipo con los seminaristas mientras el Tribunal del Vicariato de Roma sustancia el proceso y decide en el juicio que se le sigue a raíz de esta conducta”.
La “conducta” de Ilarraz, se lee en los considerandos del decreto, se relacionaba con “el comportamiento del Presbítero Ilarraz en la época que fuera Superior del Seminario Menor” que, luego de las declaraciones de las víctimas, “queda revelado el daño producido a personas e instituciones”.
Karlic indicó en la Justicia, en 2014, que tomó conocimiento de los abusos por intermedio del actual arzobispo de Paraná y exrector del Seminario, Juan Alberto Puiggari. Pero el dato relevante es cuando cuenta de su encuentro con Ilarraz en Roma. Dijo que recordaba “haberme encontrado con él (Ilarraz) en Roma, mientras él vivía allí. Después de su regreso a la Argentina (y habiendo sido sancionado por el propio Karlic, NdelR), el cardenal dijo que “no podría precisar (pero se reunió) posiblemente en Buenos Aires”.
“No recuerdo en detalle. En principio, los negaba absolutamente (a los abusos). Más tarde, admitió su responsabilidad y pidió perdón”.
Ilarraz declaró el miércoles 24 de junio de 2015 ante la jueza Firpo. Fue una declaración extensísima, entre las 10 y las 17, y además de rechazar todos los cargos, desmintió a Karlic. “Le dije a monseñor que pedía perdón porque siempre los sacerdotes tenemos el hábito, la costumbre de pedir perdón antes de cada misa, antes de dormirnos, por aquello que hicimos involuntariamente y aquello que pudimos ocasionar de modo involuntario. Y recuerdo que monseñor Karlic me dijo dos cosas: ´Te pido que por ahora no tengas contacto con los seminaristas hasta que yo te diga´, o una expresión parecida y que tampoco vaya a Paraná, hasta que él me avise. Luego voy a explicar que los resultados de monseñor que dicen que se hicieron en esta instrucción, a mí jamás se me notificó. Jamás monseñor me dijo ´estás excluido, estás desterrado o no podes pisar nunca más la diócesis de Paraná´y jamás me dijo que tenía que hacer como penitencia un mes de retiro espiritual ni de palabra ni por escrito, nunca me contó, me pidió, me solicitó. Nada”.
Hubo otra declaración suya. Fue previa a la presentación en la Justicia. Bastante antes. El 18 de enero de 1997, en Roma, Ilarraz firmó una carta que es una prueba relevante de los abusos en el Seminario. Está dirigida al Vicariato de Roma, que lo investigó por los abusos ocurridos en Paraná.
“La historia no comenzó desde el momento de mi llegada al mismo (en referencia al Seminario, dice Ilarraz en su carta, agregada como prueba a la causa judicial). Tampoco este tipo de situación morbosa puede ser localizada como la aparición concreta de un hecho que yo pueda señalar. Sin lugar a dudas que fue la concatenación de pequeños hechos de afectos desordenados que fueron dando a lugar a una familiaridad que no condice con la condición del hombre, ni menos de un cristiano y ni qué decir de la condición de sacerdote”, dice en el escrito.
El Vicariato tomó intervención en el caso de los abusos de Ilarraz a pedido de Karlic, y en 1996 ordenó realizarle una pericia psiquiátrica, a cargo del perito Francesco Raimondo.
Entonces, Ilarraz tenía 37 años y estaba en Roma desde 1993, cuando fue autorizado por Karlic a abandonar su cargo de prefecto de disciplina en el Seminario y viajar para cursar la licenciatura en Misionalogía en la Universidad Urbaniana. Allá estuvo hasta 1997, año en el que además escribió esa carta clave.
Así empieza la carta:
“El que suscribe, Justo José Ilarraz, nacido en Paraná, Entre Ríos (Argentina), el día 9 de julio de 1958, hijo de Ángel Ilarraz y de Sofía Diez en una familia de seis hijos. Ingresé al Seminario de Paraná a la edad de 11 años el 14 de marzo de 1970, para realizar el Seminario Menor, llamado Pre-Seminario. Después de realizar estos dos años previos, cursé cinco años de Seminario Menor. Una vez concluidos dichos estudios, ingresé al Seminario Mayor para realizar los estudios eclesiásticos de Filosofía y Teología. Una vez ordenado sacerdote el 8 de diciembre de 1983 por S.E.R. Mons. Estanislao Karlic, tuve como primer destino ministerial ser vicario de la Parroquia del Carmen, y tenía mi residencia y colaboración en la residencia del Arzobispo. Mi segundo destino fue ser prefecto de disciplina del Seminario Menor, en la comunidad de primer y segundo año del Bachillerato. Esta tarea la ejercí desde marzo de 1985 hasta marzo de 1993”.
En la carta habla de que los abusos, o actitudes “desordenadas”, como las llama, duraron tres años, de 1990 a 1992. Y pone un concepto que habla mucho de su personalidad desordenada: habla de una determinada orientación sexual como una “anomalía”.
“Esta actitud descalificante que realicé con varios seminaristas, se centra alrededor de los años 1990, 1991, 1992. Fueron tres años o algo más, que reconozco como los peores años de mi vida. Y si bien es cierto que nunca llegué a una relación sexual propiamente dicha, ni a masturbaciones, me avergüenzo y me duele haber llegado a actitudes extremamente desordenadas, con pérdida total del pudor. Nunca me había puesto a pensar en el daño moral o psicológico que podía hacer. Nunca busqué hacer un daño a la diócesis o a alguno de los muchachos. Pero reconozco, ya fuera del problema, el daño que hice a la Iglesia, a la diócesis, a los chicos, a mí mismo”, dice el texto.
La Iglesia, claro, lo perdonó. En 2004, el entonces arzobispo Mario Maulión firmó su excardinación y, sin oposición, Ilarraz siguió siendo cura, aunque Tucumán.