«Siempre ha tenido cobertura; la ha tenido con Karllic, y con los sacerdotes qeu estuvieron con él en el Seminario, porque sabían de la conducta de Ilarraz».

La frase la pronunció Fabián Schunk, uno de los siete denunciantes en la Justicia del cura Justo José Ilarraz por los abusos y corrupción de menores de las que fue víctima en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenaculo junto a otros adolescentes que cursaban el ciclo básico de la escuela secundaria. Aspiraban, después,  a ordenarse sacerdote.

Casi ninguno pudo. Ilarraz arrebató su adolescencia, los abusó y los corrompió, aunque después, con una dosis abundante de perversión, diría que «fueron pequeños hechos de afectos desordenados». Fabián Schunk pudo ordenarse cura, pero después tuvo que abandonar, y se convirtió en la voz de todos aquellos que todavía no pueden tener voz para denunciar los abusos.

Integra la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico y este sábado estuvo en Todo Noticias, en le programa «Cámara del Crimen». Schunk estaba preparado para asistir a las audiencias del juicio oral a Ilarraz que debían empezar este lunes, pero la enfermedad de uno de los integrantes del tribunal pospuso ese trámite para 2018: en abril arrancará ahora el juicio al cura acusado de abusos y corrupción de menores.

Schunk dice que en los 30 años que cargan con el peso de aquellos abusos que cometió Ilarraz siempre se han topado con escollos en el camino de lograr justicia.

Y que Ilarraz «siempre ha tenido cobertura; la ha tenido con (el cardenal Estanislao) Karllic; y con los sacerdotes qeu estuvieron con él en el Seminario, porque sabían de la conducta de Ilarraz. Consta en el expediente, no es que yo lo esté inventando. Consta en el expediente que tiene 7 mil fojas. Ahí dice que había sacedotes que venían conductas inapropiadas de Ilarraz. Ya desde los años 89 en adelante», reveló.

El dolor y el estrago en las víctimas ha sido tal, contó Schunk, que «al día de hoy, todavía no he hablado, y no me he visto con el resto de las víctimas. Con algunos sí, pero con muchos no he tenido contacto. A diferencia de lo que algunos dicen, como el abogado defensor (de Ilarraz, Juan Ángel Fornerón), que dice que esto se pergeñó en un asado: nada que ver. Esto se trae acuestas en silencio, con llantos de por medio. Doce años estue en el Seminario, y me costó callarlo, por vergüenza por miedo. Es difícil meterse en el corazón y en la cabecita de una víctima, más una víctima de un cura».