Es, por lo menos, incómodo, pero también se puede leer como una incongruencia o algo un poco peor. El dilema es qué hace Gustavo Bordet con Sergio Urribarri tan cerca.
Dónde queda la salida del pasado.
Los acontecimientos nacionales y la relación, cercana, del exgobernador con los principales responsables de las espectaculares novedades del saqueo, promueven la desintegración definitiva del poder ya menguado de Urribarri.
Bordet, nada más, espera. ¿Alcanza con esperar?
“Los actos transparentes de gobierno deben ser un norte, y en Entre Ríos no puede ni debe haber lugar para la corrupción ni para quienes se aprovechan de los bienes del Estado”, dijo el Gobernador este lunes en Federal.
Al presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia que maneja Bordet se lo investiga en tres causas: una por enriquecimiento ilícito, otra por fraude en relación a los gastos de la Cumbre de Presidentes acontecida en Paraná en diciembre de 2014 y una más, en el fuero federal, por incompatibilidad en relación a los contratos con la empresa de su cuñado Juan Pablo Aguilera.
Bordet, hasta ahora, emitió oportunamente una tímida solidaridad con Urribarri a raíz de las causas que lo apuntan, pero le dio su respaldo integrando en conjunto la fórmula que dirige el peronismo entrerriano. Antes había admitido que su impulsor no solo eligiese los nombres más importantes de su gabinete, sino la designación de Mauro en el Ministerio de Gobierno.
¿Cuánto más va a esperar Bordet?
Los tironeos entre el pasado y lo que viene son permanentes. Ya ha sucedido antes. El problema es que aquello que intenta dejarse atrás es oscuro y todavía permanece aferrado a los espacios de poder, al tiempo que se le van cayendo los privilegios del bolsillo.
Bordet puede seguir esperando, con la intención de completar la mudanza de exurribarristas a sus propias filas. Éxodo del que se podrían estudiar costos-beneficios, aunque no es costumbre en el peronismo. El problema es que en el mientras tanto el Gobernador tiene que seguir hablando de transparencia y de austeridad, flanqueado por un hombre que enfrente un delicado escenario judicial y que a la vez es la referencia inmediata del sector más triste y delincuencial del abanico kirchnerista, representado por Julio De Vido, el padrino político de Urribarri en su otrora sueño entrerriano.
Gustavo Bordet puede seguir esperando, que lo ayude el tiempo, el azar, Rogelio Frigerio, los acontecimientos políticos y judiciales. Pero la verdad es que esta provincia necesitaría otra cosa. Necesitaría que por una vez se marque la cancha. Y que se queden atrás, sin privilegios y sin maniobras. Solos. Tan solos que tengan miedo. Miedo a lo que hicieron y a lo que son.
Julián Stoppello
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.