El cura Ignacio Patat se convirtió, por puro voluntarismo, en vocero del arzobispo Juan Alberto Puiggari.
Fue después de que el diario “Uno” publicara el martes 21, y con la firma del periodista Marcelo Comas, una entrevista con una víctima del cura Justo José Ilarraz, procesado por la Justicia por el delito de promoción a la corrupción agravada por los abusos en el Seminario de Paraná, bajo este título: “Puiggari ofreció 500.000 pesos para que esto no continuara”.
Esto, claro, es la denuncia judicial.

Justo José Ilarraz.

Justo José Ilarraz.

El dato no es nuevo.
Ya había sido publicado por “El Diario” el 8 de octubre de 2012.
Entonces la causa “Ilarraz Justo José s/Promoción a la corrupción agravada” la tramitaba el juez Alejandro Grippo y el caso recién estaba ventilándose en Tribunales, después de años de silencio en la Iglesia.
El caso había sido conocido por la curia en julio de 1995, cuando el entonces arzobispo Estanislao Karlic ordenó una investigación que, al año siguiente, y con la sanción de expulsión al destierro de Ilarraz, se guardó en el archivo secreto de la Iglesia.
Las víctimas hicieron entonces dos juramentos: contar la verdad y no revelar nada de lo que allí declarasen.
Entonces hubo silencio.
Hasta que el caso llegó a la Justicia, en 2012.

Juan Alberto Puiggari.

Juan Alberto Puiggari.

Pero el abogado querellante Milton Urrutia descorrió entonces un primer velo: habló en octubre de 2012 de una reunión que se realizó el 23 de julio de ese año en la curia. De ese encuentro, contó según la crónica, “habría participado una de las víctimas, el arzobispo Puiggari, y el abogado de la Iglesia, Mario Martínez. De acuerdo a lo que relató una fuente cercana a la causa, en aquella oportunidad las autoridades eclesiásticas habrían esbozado la posibilidad de abonar una indemnización, y entonces se habría barajado una cifra de $ 500.00”
“Aunque los sondeos –reveló entonces El Diario– vienen de antes, como también viene de un tiempo lejano el reclamo por el esclarecimiento de los hechos de abuso que tuvieron lugar en el Seminario tres décadas atrás. En marzo de este año una de las víctimas que ya se presentó como denunciante en la Justicia habría planteado el tema a Puiggari: el pedido entonces habría sido de una cifra próxima a los $20.000. “Es evidente que has perdido la fe”, dicen que habría sido la respuesta que entonces le dio el arzobispo”.
Esa vez la revelación no causó ningún revuelo.
Ahora, recuperado del espasmo, el padre Patat reaccionó como beato.
Patat se encargó de desmentir la información que ahora replicó “Uno” –pero que se había conocido en 2012- y se lamentó de la publicación que, dijo en lenguaje de púlpito, “siembra cizaña, maldad y duda en la gente”.
Según publicó el arzobispado de Paraná , Patat –que es responsable del área de prensa de la curia– desmintió “categóricamente” que haya existido un ofrecimiento de dinero a las víctimas, porque “iría en contra de lo que nuestro obispo ha dicho públicamente una y mil veces, que él lo que busca es la verdad, que esto se resuelva y que sea cual sea el resultado él lo que busca es la justicia”.
“Hemos colaborado y lo seguiremos haciendo en todo aquello que se nos requiera y de alguna manera estas cosas duelen porque dañan al común de la gente y a todos los que tienen fe”, dijo Patat. Se olvidó, claro, del caso del cura Gervasoni, a quien un fiscal acusó por no contar la verdad cuando fue citado como testigo en Tribunales en la causa Ilarraz.
El fiscal Juan Francisco Ramírez Montrull tiene en sus manos la tramitación de esa causa y, de avanzar, pondría en aprietos a la curia.

Se olvidó, además, que Puiggari puso “condiciones” cuando fue citado como testigo; que la jerarquía católica se resguardó en las prerrogativas y declaró por escrito; que Ilarraz desmintió en la Justicia al cardenal Karlic; que un arzobispo, Mario Maulión, reveló que no le “contaron todo” respecto a Ilarraz; que todos hicieron oídos sordos en la curia cuando aquel grupo de curas del decanato III firmó una carta en 2010 y alertó de los abusos del cura Ilarraz; que nunca avanzó con la investigación diocesana de otro caso de pedofilia, el que involucra a Marcelino Moya; que la Iglesia sabe de otros casos, y que nada dice, nada hace.
Se olvidó que ahora hay una orden del Vaticano para reabrir la causa diocesana del caso Ilarraz, y que para eso Francisco ordenó dar intervención al tribunal diocesano de Buenos Aires, quizá poco confiado en la destreza investigativa de los representantes de Cristo en esta provincia.
O quizá lo que lo haya ganado al padre Patat sea ese oscuro espíritu de cuerpo que domina al clero de Paraná y le impide separar la paja del trigo.

Ricardo Leguizamón
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.
En Twitter: @ricleguizamon