Son 600. Ese es el número de padrinos que busca la ONG Suma de Voluntades para apadrinar a 600 niños.

Los 600 niños escribieron una carta para recibir su regalo de Navidad. Y esas cartas esperan por un destinatario, un padrino, para que acerca su regalo hasta la sede de Suma de Voluntades, en calle Libertad 272.

«Estamos hechos de historias…y nuestra historia es una historia de encuentros… «Te invitamos, una vez más, a que nos acompañes a escribir la historia más linda de navidad…te invitamos a ser capaz de mirar lo que no se mira y merece ser mirado… te invitamos a creer que otro mundo es posible…te invitamos a encender la llama del espíritu navideño, que no es más ni menos que mirar a los ojos, tender la mano y decir: acá estoy, no estás solo!
Más de 600 niños, más de 600 historias de vida, ya escribieron su carta a papa Noel…vos, junto a tu familia o amigos , podes sumarte apadrinando un niño en esta navidad…», invitan desde Suma de Voluntades.


«Elegí marcar la diferencia, elegí ser padrino…para serlo ingresa al link:http://padrinos.eshost.com.ar
ahí están todas las cartitas con los datos de cada niño. 
Sumate a escribir la historia más linda de navidad…sumate a creer! Con difundir ya estas ayudando…».

La tarea, entonces, parece simple, muy simple: ser receptor de alguna de esas 600 cartas, y acercar un regalo para que uno de esos 600 chicos lo reciba en Navidad.

Una apuesta más de la ONG que timonea una chica, Anabella Albornoz.

Cada sábado, con Suma de Voluntades le dan de comer a 300 chicos de los barrios San Martín y Antártida Argentina. Todos los días le sirven la merienda a esos gurises y de lunes a lunes realizan recorridas por la ciudad para ofrecer abrigo y un plato de comida caliente a las personas que viven y duermen en la calle. En algún momento, construyeron siete casas de pallets en el Volcadero y es habitual las campañas para conseguir regalos a los chicos del barrio en Navidad.

Ella dice que lo que vale, de todos modos, es otra cosa. “Tenemos nuestros propio significado de la solidaridad: mirar a la cara, tender una mano, un abrazo. Con el correr del tiempo empecé a descubrir qué es ser solidario”.

Ella es una cara y un nombre frecuente en los medios de comunicación. La ONG tiene su imagen como emblema. Anabella va a los medios, cuenta lo que están haciendo y recibe voluntarios, incorpora gente que quiere hacer algo por causas claras, como la de Suma. Así nombra ella la ONG: Suma.

El origen fue una tristeza honda. Pero también hay un legado de por medio. Victoria Albornoz, la mamá de Anabella, era dirigente social y militante radical. Trabajó para el gobierno de Raúl Alfonsín y pasó mucho de su tiempo en las zonas más pobres del gran Buenos Aires. Ella recuerda que perdía a su mamá por muchas horas, que se la “robaban”, ahora entiende que “encontrarte con el otro te cambia la vida”.

Cuando vino a Paraná se inscribió en Comunicación Social aunque en realidad quería estudiar filosofía. De la facultad se llevó una marca de Pablo Yulita. “Tuve lindas experiencias con él, en un examen, como pregunta final, me pidió que le dijese como se preparaba una milanesa. Y yo le dije, pero me decía que no, que le faltaba un condimento. Y yo que no, que así la preparaban en casa. No me aprobó. Lo que me faltaba decir era amor. Las milanesas se preparan con amor”.

El cáncer fue detectado una semana antes de la muerte de Victoria Albornoz. Anabella ya había comenzado a trabajar. Estaban, junto a su hermana, solas y lejos de cualquier parte. Paraná no había resultado un lugar sencillo.
“Tenía una vida perfecta y un día me levanté y tuve que empezar de vuelta”, resume.

Anabella volvió a empezar, con el trabajo, las rutinas. La vida que hacemos todos los días. Formó pareja, quiso ser madre y entonces, otra vez, asomó una dificultad. No conseguía quedar embarazada. Asediada por la tristeza se le dio por visitar el Hogar Rivadavia. Buscaba una ventana.

“Conocí unas nenas y me enamoré, vi tanto dolor, tanta desesperación en ese lugar. Les propuse a los compañeros de laburo juntar plata y festejarles los cumpleaños, estar con ellos. No busqué que se formara todo esto. Realmente no lo hacía por el otro, lo hacía por mí. A veces, hasta de sentimientos malos, salen cosas buenas”, piensa y dice ahora.

El trabajo, claro, siguió, y sigue. Cada día.

 
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.