José Francisco Dumoulin dejó de ser cura en diciembre de 2015, hace dos años.
Se fue espantado por los casos de abuso, y más por la política encubridora de la Iglesia de Paraná.
Eso dijo en su carta de despedida.
Pensó irse por un tiempo, y después volver. Pero nunca volvió.
Hace pocos días, se enteró de que el Vaticano le otorgó la dispensa: el retiro del servicio a la Iglesia, y ahora ya puede vivir como cualquier mortal, sin ataduras eclesiásticas.
Pero antes y después, cuando fue cura y cuando dejó de serlo ha tenido una preocupación: evitar el ocultamiento de los casos de abuso que involucran al clero.
Lo denunció al cura Justo José Ilarraz, después a Marcelino Moya, y ahora alerta con lo que pasa alrededor del cura Alfredo Nicola, en Oro Verde.
«Lo único que puedo decir es que el obispo se haga cargo», dice, en clara referencia a las responsabilidades que le caben a Juan Alberto Puiggari, jefe de la Iglesia de Paraná.
«Puiggari -dice Dumoulin- es el responsable de todo lo que sucede en la diócesis de Paraná y no hace nada. Lo de Nicola lo sabe desde 2011. Y si es cierto lo del profesor de la escuela de Oro Verde, también es responsable el obispo por no actuar y sancionar como corresponde y seguir permitiendo que un sacerdote siga en la comunidad».
No es nueva su preocupación.
El 10 de diciembre de 2015, cuando dejó la Iglesia, le escribió una carta a Puiggari.
«El motivo de mi renuncia, a esta misión pastoral que me fuera encomendada, es debido a los inconvenientes que hemos venido acarreando en estos últimos meses, y que en muchas oportunidades te he manifestado mi total desacuerdo en el modo y actitudes que has tomado con respecto a los casos que son de público conocimiento, y en otros, en los que no has actuado, a mi modo de entender, como se debería y no quiero ser yo quien ocasione división en la comunidad parroquial. Por esto prefiero dar un paso al costado para no interferir en la espiritualidad y la pastoral de la Parroquia», escribió.
Y recordó «la necesidad de madurar como presbiterio para poder ser auténticos y aclarar muchas situaciones que siguen siendo turbias, con respecto a comportamientos totalmente inapropiados de muchos sacerdotes con doble vida, que tienen, mujer, hijos, el problema de la homosexualidad y pedofilia, el uso del poder y del dinero, como así también el problema referente al tema vinculado al fundamentalismo católico, que sigue estando presente con su modo particular, reductivo y hasta belicoso de entender el seguimiento de Jesús, del cual has sido parte y es una herida no cerrada en nuestra diócesis».
Dumoulin todavía sigue esperando respuestas de la Iglesia, y de Puiggari. Esas respuestas no llegan, y se suman nuevas preguntas. Como con el caso del cura Nicola.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.