Los avances tecnológicos, la era de la inmediatez, de las comunicaciones satelitales y de los dispositivos novedosos para enlazar mundos distantes no han impedido que en la ciudad persistan resabios del siglo pasado, como ese entramado de cables que cruzan, se superponen, se invaden, se atropellan, se bambolean con los vientos, tejen una telaraña que surca el cielo de la ciudad. Los cables se tienden y quedan: nadie sabe si son útiles todavía, pero por las dudas ahí quedan. Eternamente.

 

 
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.