“Nosotros trabajamos todas las hipótesis. No descartamos ninguna”.

De ese modo respondió el abogado Maximiliano Navarro, uno de los querellantes en la causa judicial que procura dar con el paradero de los integrantes de la familia Gill, cuyo rastro se perdió el 13 de enero de 2012, cuando fueron a un velatorio en Viale y nunca más se los vio en su lugar de trabajo, la estancia La Candelaria, en Crucesitas Séptima, a 50 kilómetros de Paraná.

Un caso definitivamente misterioso que la Justicia entrerriana no ha podido develar. Ninguna pista aporta datos certeros respecto del destino que tuvieron Rubén “Mencho” Gill,  en 2012 de de 55 años; su esposa Margarita Norma Gallegos, de 26, y sus hijos María Ofelia de 12, Osvaldo José de 9, Sofía Margarita de 6 y Carlos Daniel de 2. Diecioséis años después, no se sabe qué fue de todos ellos.

El 5 de febrero próximo, el juez de Garantías de Nogoyá, Gustavo Acosta, ahora a cargo de la causa por averiguación de paradero, encabezará un procedimiento en La Candelaria: a partir de los datos aportado por Armando Nanni, un testigo que apareció tras la muerte del dueño del campo, Francisco Goette, en 2016, y que está convencido de que los Gill están muertos y enterados en el mismo lugar adonde vivieron, la estancia de Crucesitas Séptima.

En octubre hubo un allanamiento a la estancia, y Nanni marcó dos lugares posibles. La Justicia contrató a una empresa especializada en excavaciones, que el 5 de febrero comenzará la tarea.

El abogado Maximiliano Navarro, que representa a María Adela Gallego, mamá de Norma Margarita Gallego, esposa de “Mencho” Gill, dice a Entre Ríos Ahora: “Nosotros trabajamos todas las hipótesis, no descartamos ninguna. Yo, personalmente, tengo otra teoría. Para mí, los cuerpos no están en el campo. Pero es una teoría mía en base a todo lo que he escuchado, y lo que he visto. Pero no tengo pruebas. Y ni siquiera sé en qué lugar están. Pero no me cierro a la posibilidad de que puedan estar en La Candelaria: de hecho voy a participar de las excavaciones que se harán en febrero”.

-¿Qué hipótesis hay respecto del destino de los Gill?

 -No creo la hipótesis de que se fueron de viaje: están muertos. Hemos hecho rastreo en todo el país durante varios años. En todas las oficinas publicas, de educación, de planes sociales, en Anses, en todos los organismos hemos rastreado y no ha aparecido ningún registro, nada de nada. En esta era tecnológica, es muy difícil que una persona no deje un rastro en algún lado.

-¿Cómo evalúan el trabajo de la Justicia en este caso?

-A lo largo de la investigación, han cambiado los jueces durante. Hubo tres jueces distintos, y cinco fiscales diferentes. La que falla de entrada es la fiscal (Ana María) Contín, que cuando le dijeron que había desaparecido toda una familia no hizo absolutamente nada. Nunca se preocupó de nada, porque estaba cerca de jubilarse. No le dio importancia. La primera vez que se fue al campo fue cuando intervengo yo como querellante, y a pedido mío se hizo el procedimiento. Pedimos un rastrillaje e inspección en el campo, pero ya había pasado mucho tiempo.