Por César Pibernus (*)
Entre las reivindicaciones que explotan en las múltiples modalidades del carnaval (lo festivo, lo diverso, lo pagano, lo colorido, lo efímero, lo indefectiblemente recurrente, lo colectivo, lo popular, lo irreverente…), hay dos que debemos seguir subrayando, porque suelen pasar inadvertidas.
Una es la valoración del proceso integral por sobre el producto, por sobre la foto publicitaria del «producto acabado».
La otra reivindicación es el carácter público de esos procesos, hablemos de comparsas, murgas, batucadas, o lo que sea.
En los galpones de la Estación Norte de Concordia, todas esas cosas están bien claras.
Ahí, en esos galpones que fueron del Ferrocarril, se desarrolla el detrás de escena del carnaval de Concordia. En ese lugar, alistan su escenografía y su puesta en escena las cuatro comparsas que desfilan en el corsódromo: Emperatriz, Imperio, Bella Samba y Ráfaga.
Y es algo para festejar siempre, pero sobre todo en estos tiempos.
No en vano el carnaval fue algo particularmente atacado por los soretes de todos los tiempos y todas las latitudes.
(*) Docente. Miembro de la conducción provincial de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer). Texto y fotos.