Marcelo Galeano, el chico de La Paz que el mediodía del 26 de julio de 2013 almorzó con el papa Francisco junto a otros 11 jóvenes de distintos puntos del planeta, en Río, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud, quedó sin trabajo.
Se había formado en el trabajo de prevención de adicciones en los jóvenes y trabajaba en la Municipalidad de La Paz, su ciudad. Pero eso fue así hasta el miércoles, cuando le informaron que su contrato se rescindía por decisión del gobierno que encabeza Bruno Sarubi (Cambiemos).
Su rostro aniñado se había hecho conocido en todo el país tras aquel almuerzo con el papa Jorge Bergoglio.
Entonces, Marcelo Galeano tenía 23 años, había llegado a Río de modo azaroso y desde el vamos se había empleado en la organización de la Jornada Mundial de la Juventud, en Brasil, que contaría con la presencia del papa Francisco, en su primera gira evangélica.
De entre muchos miles, fue escogido por los organizadores como el único argentino que se sentaría a la mesa del Papa.
El almuerzo fue en el Palacio San Joaquin, en Río de Janeiro.
Ahora, Marcelo Galeano tiene 26 años y, hasta el miércoles, trabajó en la Municipalidad de La Paz.
«Bueno, para despejar dudas, desde el día miércoles no pertenezco más al Municipio. Fui despedido, o mejor, para que no quede tan brusco en este segundo semestre (el cual Macri lo anunció con bombos y platillos), me rescindieron el contrato», escribió en su muro de Facebook.
Había logrado incorporarse en un equipo que venía trabajando en la prevención de las adicciones, y aunque había sido convocado por el exintendente José Nogueira (Frente para la Victoria), había conseguido mantener su función al asumir Cambiemos.
Pero eso fue así durante el primer semestre del año. Antes de comenzar el segundo semestre, el chico que almorzó con el Papa quedó sin trabajo.
«Agradezco infinitamente a las personas que fueron parte del equipo con las cuales aprendí mucho y crecí no sólo profesionalmente sino también como persona. Soy agradecido a Dios por cada desafío que siempre se me fue propuesto, pido disculpas si alguna vez no llegué a cumplir con las expectativas y los objetivos que se me fueron planteados, es el riesgo de aquellos que aún sabiendo que podemos ser criticados nos animamos siempre a más por un bien mayor», expresó Marcelo Galeano.
Su historia, y su participación en la Jornada Mundial de Juventud, en Río, merece ser contada.
En 2013, llegó a Río a comienzos de abril para hacerse cargo de la coordinación de traducciones del portugués al español, y estando en esa tarea fue escogido entre tantos para ocupar una silla en la mesa de Francisco, en un salón del palacio arzobispal San Joaquín, Río de Janeiro, desde cuyos balcones el Papa rezó el Ángelus a media mañana.
No estuvo permitido a ninguno de los asistentes a ese almuerzo llevar cámaras de modo que el registro del encuentro pudo hacerse sólo con los celulares. “No sabés lo que puedo hacer con mi celular”, le anticipó el chico al párroco de Oro Verde, Alfredo Nicola, horas antes de sentarse a la mesa con el Papa.
Después de ese encuentro, habló en rueda de prensa, y señaló que el almuerzo con Bergoglio fue “un encuentro maravilloso y distendido” pero sobre todo “una experiencia de Dios”.
En conferencia de prensa que brindaron los 12 jóvenes en el Media Center de Copacabana, Marcelo comentó que al principio todos estaban callados porque “no todos los días almorzamos con el Papa”.
Almorzaron con el Papa jóvenes de Nueva Zelanda, Australia, Portugal, Francia, México, Estados Unidos, Sri Lanka, Rusia, Colombia, Argentina y dos muchachos de Brasil
Marcelo Galeano supo desde temprano lo que significa estar fuera de casa.
Cursó hasta 3º año de la secundaria en la Escuela Técnica España, en La Paz, y después decidió inscribirse en la escuela que funciona en el Seminario de Paraná, aunque desde el vamos tuvo en claro que no seguiría la carrera de sacerdote.
Mientras cursaba sus últimos años, se conectó con los misioneros de la obra Puntos Corazón, y en 2008, empezó a prepararse para ir a trabajar a una favela, en Brasil.
Viajó al año siguiente, con apenas 19 años. Estuvo durante dieciocho meses en Salvador de Bahía. Volvió en septiembre de 2010, y no en marzo de 2011, como había pactado al principio.
Otra vez, eligió viajar: se afincó en Córdoba, empezó a estudiar para ser terapista ocupacional y para costear sus estudios se empleó en un call center de una multinacional que presta servicios de conexión a Internet: estuvo hasta finales de 2012.
En 2011, cuando concluyó la Jornada Mundial de Juventud de España y se supo que la sede siguiente sería Río, Marcelo Galeano pensó que no podía estar ausente. “Esperé a que salieran las inscripciones para voluntarios, y cuando salieron, me inscribí. Me anoté diciendo que tenía disponibilidad de tiempo antes, durante y después, sin saber lo que me esperaba. A los tres meses me seleccionaron. Empecé a trabajar en septiembre de 2012 en el sector de traducciones. En ese tiempo, yo estaba en Córdoba, pero al final de 2012 decidí renunciar a mi trabajo en el call center. Veía que mi tiempo ahí ya había llegado a su fin, que no tenía sentido seguir”, recordó.
Pero en Río no pensaron que sería sólo un voluntario. La Conferencia Episcopal de Brasil lo convocó para desempeñarse en el comité organizador local de la Jornada Mundial de Juventud, como coordinador del área de traducciones del portugués al español.
De su tiempo como misionero de Puntos Corazón había adquirido un dominio del portugués, de modo que empezó a trabajar en las traducciones al español.
Allá fue entonces, con la certeza de que cumpliría un rol clave en Brasil.
Viajó en abril de 2013, con 300 reales, pasta de dientes, desodorante y algunos potes de champú, y allá se quedó hasta el 15 de agosto de ese año, cuando regresó a la Argentina.
Durante esa semana de julio –la Jornada se extendió del 23 al 28 de julio– ocurrió un hecho impensado: Marcelo Galeano fue convocado para sentarse a la mesa con Jorge Bergoglio, convertido en Papa en marzo de ese año, durante un almuerzo que reunió a 11 jóvenes de los cinco continentes.
Ahora, su destino le ha puesto un recodo en el camiono: quedó sin trabajo en la Municipalidad de La Paz, aunque no cree que eso sea el fin del mundo.
Ya está preparando las maletas para viajar hacia otro punto del planeta.
Así es Marcelo Galeano.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.