Por César Pibernus (*)
¿Cómo no va a joder al poder que una maestra cuenta cómo trabaja? ¿Cómo no van a ponerse nerviosas las mesas de vermú si una maestra pide zapatillas, computadoras, puertas, pintura o pelotas para alumnos entrerrianos que viven debajo de línea de pobreza? ¿Cómo no va convocar así a audiencias enteras una maestra que narra cómo viaja todos los días a dedo para trabajar?
Hay algo muy sencillo en todo este episodio: resulta un rodillazo a la calesita de noticias que una maestra diga todo esto, que lo haga de esta forma y a través de los mismísimos medios de comunicación. No es una generalización respecto a la prensa, pero Yohana hubiese pasado desapercibida si el cerco sobre estas problemáticas no fuese dominante. Es más, se incomodan rápido con lo expuesto tanto algunos de los que gritan “¡Herencia!” como otros de los que responden “¡Lo conquistado!”, ambos tratan de diluir el momento, retejiendo sus acuerdos; para probar cambian de tema lo antes posible. Les resulta –respectivamente, que se sepa– mucho más amable la interpelación sobre fideicomisos porosos y monasterios de apertura que Yohana en la tele.
El mensaje es claro, puntual, certero en cuanto a lo que quiere decir y da por descontado que recibirá réplicas. Jode muchísimo que una maestra mire a cámaras y cuente sin intermediarios cómo son las escuelas, cómo trabaja y cómo viven sus alumnos. Jode a los patrones, sin dudas, pues muestra lo que otros trabajadores viven y denuncian cotidianamente, aunque no sean docentes y en ámbitos que no son escuelas. Jode porque es mujer, trabajadora, joven, madre, franca, entre miles de notas. Porque habla usando guardapolvos, porque escucha y pide la palabra si es escuchada (y grita si la forrean), porque dice que hace dedo para trabajar y que sus alumnos van descalzos a clase, porque dice…
Yohana no es un prócer y no pretende serlo. Menos aún una heroína. Por todo esto también jode a esa historiografía testosterónica que sólo reconoce a varones-individuos-militares como factores necesarios de la historia. Una tradición que parece monolítica, pero en realidad se presenta como cártel: sus adherentes blanquean diferencias, nos aturden con sus contrapuntos, sellan acuerdos y luego se reparten las evocaciones, por ejemplo, a través de calles, plazas, monumentos, “malditos”, etc. ¿Cómo no va a joder una maestra como Yohana a este cártel machista historiográfico?
En semejante escenario –y conociendo los bueyes– no nos vamos a escandalizar por el “Úselo y tírelo” en la tele, práctica por la cual insospechadas manos sostienen banderas históricas, produciendo una visibilidad a término de reivindicaciones, figuras, colectivos, evocaciones, slogans, imágenes, etc. Menos aún puede espantarnos el “úselo y tírelo” de alguien como Tinelli, personaje muy interesado hoy en forjar una pose que lo haga pasar esta coyuntural transición gerencial. Tinelli está acostumbrado a lavarse la cara desde hace, por lo menos, veinticinco años; suele usar lo que le sirve para sus estrictos como previsibles propósitos, lo ha hecho con el cáncer de mama, ante hechos de corrupción, entusiasmos políticos partidarios y postergaciones estructurales, para mencionar algunos. Y el tipo así la va llevando. Ahora, debemos señalar con firmeza que si hay algo repudiable es su faceta multitatuada de “usar y tirar” expresiones de este tipo. Hacer extensivo el repudio a Yohana porque Tinelli haya leído la carta al aire, es otra cosa.
Yohana escribe y habla a borbotones, permite que la “corrijan” a quien se ofrece a hacerlo. Es maestra, pesa mucho en sus mensajes que sea mujer, que sea trabajadora, que sea clara en lo que dice y que puedan contrastarse fácilmente sus denuncias. Ante la situación real de la escuela pública, Yohana joderá hablando y corresponde que así sea. No corresponde que busquemos el “bronce” en ella pues ya advirtió que no lo tiene y urge que superemos semejante forma de leer la historia. Buscar en ella estas cosas es negar u ocultar lo que dice, como lamentablemente suele ocurrir.
Personalmente, preferiría que Yohana sea hincha de River, que sustituya la palabra “inculcar” por alguna otra más superadora, que problematice la disyuntiva entre escuela reproductora o liberadora (cosa que yo tampoco puedo resolver bien) y alguna otra cosa más. Ese conjuntito no alcanza ni por casualidad a opacar cómo Yohana “usó” excelentemente su tremenda y fugaz visibilidad para comunicar los dramas de vivir y trabajar en las escuelas entrerrianas. Aunque debemos saber que no “tirará” nada. Yohana “usa y no tira”, pues seguirá diciendo lo que dice en asambleas, en su barrio, en el “Diario de una Maestra”, por la CNN, la BBC, el Once, se lo dirá a quien la lleve el lunes cuando vaya a trabajar trasladándose a dedo. Lo hace y lo hará como lo hacen miles de docentes entrerrianos, a pesar del cerco, que no es sólo mediático.
Entre lo inocultable hay algo por lo que nadie puede sentirse estafado: aquella carta no fue dirigida a Messi y la intención de su autora no fue revertir –como sabemos o sospechamos– la renuncia de alguien como él, que informa a sus sponsor hasta los estornudos. Y está clarísimo que a una semana de aquella final, nadie sabe muy bien lo que hará Messi y no encuentro muchas personas preocupadas por lo que resuelva. Ahora, también está claro que la educación entrerriana está en emergencia desde hace rato y que cuando Yohana zamarrea la siesta mediática hablando, jode.
Yohana sabe que a veces los congresales con cartones de goma eva joden más que los acreditados/posta.
Salú!!!
(*) Secretario de organización de la conducción provincial de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer)..