José Francisco Dumoulin fue sacerdote. Pero a finales de 2015 decidió irse. Lo hizo por medio de una carta pública que dirigió al arzobispo Juan Alberto Puiggari. Hasta que se fue, hasta que difundió ese texto, el 10 de diciembre de 2015, fue párroco en Santa Rosa de Lima, de Villaguay.

“El motivo de mi renuncia a esta misión pastoral, que me fuera encomendada –le decía en aquella carta–, es debido a los inconvenientes que hemos venido acarreando en estos últimos meses, y que en muchas oportunidades te he manifestado mi total desacuerdo en el modo y actitudes que has tomado con respecto a los casos que son de público conocimiento, y en otros, en los que no has actuado, a mi modo de entender, cómo se debería y no quiero ser yo quien ocasione división en la comunidad parroquial. Por esto prefiero dar un paso al costado para no interferir en la espiritualidad y la pastoral de la Parroquia”, le dijo a Puiggari, y se refería, claro, al abordaje que le dio la Iglesia a las denuncias por abusos sobre los miembros del clero, Justo José Ilarraz, Marcelino Ricardo Moya y Juan Diego Escobar Gaviria, los tres casos que llegaron a la Justicia.

Dumoulin había firmado, en 2010, una carta junto a otros sacerdotes a través de la cual pidieron al entonces arzobispo, Mario Maulión, que denunciara los abusos del cura Ilarraz. Pero Maulión se hizo el desentendido entonces y también cuando declaró en la Justicia por la causa Ilarraz, en 2014. . En Tribunales, Maulión dijo que recibió la nota «pero su tratamiento quedó para el nuevo Obispo porque él ya estaba dejando sus funciones».

Las medias verdades ocultan siempre las mentiras: Maulión supo, de boca de dos víctimas, de los abusos de Ilarraz mientras estuvo en funciones. Pero nunca decidió hacer nada.

Este lunes 23, Dumoulin declara en el juicio a Ilarraz, y llega a este debate después de haber sido una de las voces más potentes en denunciar los abusos en el Seminario Arquidiocesano de Paraná. Y también haber puesto en evidencia las acciones de encubrimiento por parte de la jeraquía católica.

Espera que el juicio «pueda echar luz sobre tanta oscuridad, y sobre todo sobre tanto dolor que han padecido las víctimas. Hasta ahora son 7 pero sabemos que pueden ser más».

Respecto del proceso contra el cura Ilarraz, tiene la expectativa que «todo esto se desarrolle con normalidad, y que pueda llegar a buen fin, contando con el testimonio y la seguridad de haber escuchado a cada uno de ellos. Sabemos que la Justicia tiene que dar un veredicto acorde».

Quiere verlo preso a Ilarraz.

Su expectativa es que, tras el fin del proceso, «se pueda llegar a una condena que dependerá de cómo lo entienda el tribunal para determinar qué pena, qué cantidad de tiempo se le puede dar de reclusión. Esperamos que ese sea el desenlace definitivo de este juicio».

«Este juicio -sostiene Dumoulin- irá dando luz sobre tanta oscuridad, durante tantos años, con un largo silencio, que sólo ha revictimizado a cada una de las personas que padecieron estos abusos. Esta es una instancia de sanación, de reconciliación, de poder poner en palabras, y sacar todo aquello que tanto dolor ha causado».

 

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.