Nora Cortiñas estuvo este domingo en Paraná.
Llegó para ser homenajeada en el Día de la Madre Tierra.
Llegó a la ciudad para participar del encuentro «La mujer, el hombre y la Pachamama», que se desarrolló este domingo en la sede de la seccional Paraná de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer), Laprida 136.
Junto al médico Damián Verzeñassi, y a Rafael Lajmanovich, investigador del Conicet, recibió la Distinción Conciencia Abya Yala 2018.
La calidez de Nora Cortiñas iluminó la pesadez de una tarda calurosa y húmeda en la ciudad.
Nora Irma Morales nació el 22 de marzo de 1930 en Buenos Aires, hija de un padre catalán y patriarcal y una madre tímida, con cinco hijas mujeres, fue, desde los 19 años, cuando se casó con Carlos, Nora Cortiñas, para siempre.
En 1952 nació Gustavo y tres años después su segundo hijo, Marcelo.
Desde 1977, Gustavo Cortiñas está desaparecido. Y desde entonces, Nora Cortiñas forma parte de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Su Línea Fundadora
A Gustavo lo desaparecieron el 15 de abril de 1977. Salió una mañana fría y no volvió más. Lo secuestraron en la estación de tren, mientras iba camino a su trabajo. Esa noche un operativo militar y policial allanó la casa de Nora, en donde estaba su nuera. Es ahí cuando comenzó, dice, su vía crucis. Un calvario visceral. “Porque de adentro te sacan un hijo y te amputan, te sacan una parte del cuerpo. Ya nada es normal, ni aceptable”.
Colgó su delantal de ama de casa y empezó a correr. De acá para allá, de la noche a la mañana. Atravesó los muros. Su marido, su nuera y su hijo se dividieron las tareas domésticas que habían sido suyas durante tantos años. Recorridos a las comisarías, el Obispado, el Ministerio del Interior, presentación de habeas corpus. La llamaban, la amenazaban con meterla presa, la trataban mal. Con la impunidad machista de las botas, a Carlos le dijeron que lo mejor que podía hacer era atar a su mujer revoltosa a la pata de la cama, para que deje de salir a la calle porque le iba a pasar lo mismo que a Gustavo. “Madre terrorista”, escupían algunas paredes del barrio para amedrentarla. Ella siguió, y conoció a otras Madres que estaban atravesando su misma via dolorosa. Tortura absoluta, intemporal, metafísica, según cuenta un perfil de Nora Cortiñas, publicado por la revista Márgenes, de la Universidad Nacional de San Martín.
Esa Nora Cortiñas es la que estuvo la tarde de este domingo en Paraná.
Fotos: Gentileza Santiago Fiorotto.