La sexta jornada de debates del juicio oral al cura Justo José Ilarraz por los abusos y corrupción de menores denunciados en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo, este jueves, tiene programada la declaración de ocho testigos que, en la práctica, serán siete.
El octavo convocado, el sacerdote Pedro Amadeo Barzán, no ha podido ser encontrado por el Ministerio Público Fiscal, a pesar de las gestiones hechas ante la curia. Desde la Iglesia de Paraná, según dijo el fiscal Juan Francisco Ramírez Montrull, se indicó que no pertenece más a la diócesis, y así se cerró toda búsqueda desde aquí.
Barzán era «bedel» -preceptor- en el Seminario Menor y declaró en el juicio diocesano que mandó a realizar en 1995 el arzobispo de entonces, Estanislao Karlic. Declaró le 28 de julio de 1995, a las 7 de la tarde, en la parroquia San Cayetano, ante el cura Silvio Fariña. Dijo que los pupilos que formaban el grupo más cercano a Ilarraz era un «grupo bastante cerrado, muchas veces difícil de manejar a sus integrantes para mí que era su bedel. Además, amparados por el mismo padre Ilarraz, gozaban de ciertos privilegios que no eran extensivos al resto de los muchachos».
Barzán escuchó de los abusos de boca de Hernán Rausch, uno de los siete denunciantes de Ilarraz, y en la instrucción de la causa penal, dijo que «era común que Ilarraz concurriera en horario nocturno al pabellón de seminaristas de primer y segundo».
El psicólogo Sebastián Martínez, que declara este jueves, abona la tesis de Barazan. Relató, según el expediente de la causa «Ilarraz Justo José s/Promoción a la corrupción agravada», que vio a Ilarraz en el pabellón cuando se apagaban las luces y quedaban las tenues; ahí pasaba por las camas de cada uno, dando las buenas noches y que en más de alguna oportunidad alguno se levantaba e iba con él. En dos oportunidades se acercó a su cama a preguntarle cómo estaba y solía quedarse un momento dándole besos en la frente o en los cachetes, acariciándolo y diciéndole que lo quería mucho.
El cura Alfonso Dittler, quien está citado para el 4 de mayo pero que, al igual que Barzán, resulta inhallable, que fue bedel en los tiempos de Ilarraz, expresó que no sabe si era tan común que Ilarraz fuera a la noche a la pieza de los seminaristas, pero que como era el prefecto a cargo, podía ingresar, y que ellos, los dos bedeles, tenían una habitación y que a las 22,30 o 23 iban a descansar, porque al otro día tenían clases o que estudiar. «Quizás pasaba y nosotros no lo veíamos, quizás a veces sí y veces no», dijo respecto de las visitas de Ilarraz a los pabellones de los seminaristas.
Otro de los que declara hoy, el excura Gustavo Javier Mendoza dijo que Ilarraz «siempre o casi siempre venía por la noche y recorría lo que era el dormitorio, el pabellón, deteniéndose en algunas camas, digamos, para charlar, alguna vez también lo hizo en mi cama». Dice en el expediente judicial que Mendoza contó que las visitas al pabellón lo hacía «no sabe si todas las noches, pero con bastante frecuencia. Recuerda que, como todo internado sufría contagio de hongos, quizás por las duchas y una vez le comentó a Ilarraz que tenía hongos en la ingle y él le aconsejó que fuera a su habitación donde por la tarde o por la mañana daba el sol para que secara la parte afectada. Refiere que no lo veía mal pero tampoco le parecía correcto, por eso nunca lo hizo».
También declara este jueves José Carlos Wendler, excura, En el año 2010, el cura Leandro Bonnin, que ya declaró en el juicio, es quien llega a la reunión mensual del decanato III «preocupado por una situación y (Leonardo) Tovar, (José) Dumoulín y cree que (Alfredo) Nicola relatan de los hechos contados por una de las víctimas, él cree que la misma víctima fue quien habló con los tres sacerdotes y luego el dicente tiene el contacto con Hernán Rausch. El obispo Maulión recibió la carta y y le expresó que estaba en conocimiento de lo que se expresaba en la carta porque poco meses o días antes había estado en contacto con la víctima y con el Padre Tovar.
«Que también recuerda -dice el expediente- que en el año 1995 un seminarista Pucheta le expresara a un compañero que habían pasado cosas con el padre Ilarraz con menores en el Seminario Menor, lo que generó la investigación diocesana».
También se espera el testimonio del exseminarista Aulo Uzman, quien en un campamento de verano, en Córdoba, le pidió al entonces rector del Seminario, Juan Alberto Puiggari.
Fabián Schunk, uno de los siete denunciantes de los abusos y corrupción de menores de Ilarraz, sostiene que ello ocurrió entre 1992 y 1993, mucho antes de que la Iglesia decidiera actuar. Durante un campamento de verano de los seminaristas en el paraje Molinari, en el Valle de Punilla, Córdoba, Aulo Uzman, seminarista, le hace un comentario a Puiggari después de observar a Ilarraz en situaciones sospechosas con menores. “¿Usted sabe lo que está pasando con El Gallego?”
Pero Puiggari, según Schunk, le contesta de modo destemplado: “¿Y qué querés que haga, si no tengo pruebas.
En la etapa de instrucción de la causa Ilarraz, Uzman dijo que «quiere justicia, que la justicia no abandone a los chicos que han sufrido esto, que la sociedad no lo abandone porque lo vive con mucho dolor y sabe lo que han sufrido estos muchachos y que Ilarraz no sea más cura para dejar de hacer mal a la gente, que el daño ya esta hecho pero que la iglesia busque la forma de repararlo».
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.