La jornada de este jueves en el juicio oral al cura Justo José Ilarraz por los abusos en el Seminario Arquiciocesano contó con el testimonio del exsacerdote José Carlos Wendler, quien, a juicio del Ministerio Público Fiscal, brindó un testimonio impactante y contundente.
Wendler trazó un cuadro de situación de la realidad interna del Seminario, y particularmente hizo notar la fuerte injerencia que el actual arzobispo Juan Alberto Puiggari, que durante muchos años integró el cuerpo de superiores, le imprimió a ese lugar.
No sólo reprochó los abusos de Ilarraz, un delito que la Iglesia nunca denunció a pesar de conocerlo desde 1995, sino que también hizo un fuerte cuestionamiento hacia el modo de conducción de Puiggari.
“Si Ilarraz manipuló a las víctimas para cometer los abusos, Puiggari no se quedaba atrás. También es un manipulador, aunque no haya cometido esos abusos. Tiene un pensamiento perverso, retorcido, y con ese pensamiento se ha formado buena parte del clero de Paraná”, contó Wendler ante el tribunal conformado por los camaristas Alicia Vivian, Carolina Castagno y Gustavo Pimentel.
La crítica voraz de Wendler a Puiggari incomodó a uno de los siete querellantes, Milton Ramón Urrutia, que en los seis días de debate del juicio a Ilarraz se ha ocupado de preservar la figura del actual arzobispo de Paraná. Fue entonces cuando empezó a acosar con preguntas a Wendler: ¿Usted tiene conocimientos de psicología para calificar el pensamiento de una persona? ¿Tiene conocimientos de medicina?
Urrutia se interesa por cuestiones menores durante los debates: en qué lugar del Seminario estaba la habitación de Puiggari, de qué modo se llegaba hasta los aposentos de Puiggari, qué piensan los testigos de Puiggari.
Tanta preocupación por la jerarquía de la Iglesia le ha permitido al tribunal advertir una peculiaridad: Milton Urrutia y su socia María Alejandra Pérez se han diferenciado en la estrategia en el juicio de los otros cinco querellantes, Marcos Rodríguez Allende, Walter Rolandelli, Victoria Halle, Santiago Halle y Lisandro Amavet.
Este jueves, el acoso de Urrutia con su interrogatorio se dirigió a Wendler, y cuando las preguntas alcanzaron un nivel de insidia que se apartaban del objeto procesal, hubo una queja del Ministerio Público Fiscal que, rara coincidencia, fue compartida por el defensor de Ilarraz, Jorge Muñoz.
Le reprocharon a Urrutia sus preguntas que, dijeron, nada tenían que ver con el objeto procesal ni con el hecho que se investiga.
Después de deliberar, el tribunal hizo lugar a la queja y reprendió a Urrutia.
“Yo no tenía problemas. Yo estaba preparado para seguir contestándole todo lo que me preguntaba –se ufana Wendler, con sorna-; a mí me encanta cuando las discusiones se ponen así”.
Pero no pudo responderle a Urrutia, porque el tribunal consideró que las preguntas del querellante no correspondían. Y lo reprendió.
Wendler -que se apartó del sacerdocio en 2012, pero que en 2010 firmó la carta en la que un grupo de sacerdotes denunció a Ilarraz- hace una diferenciación entre Puiggari y Karlic. Del cardenal, sostiene que «tiene miedo», pero respecto de Puiggari asdgura que «tiene un pensamiento jodido».
«El caso Ilarraz es una muestra más de la cuestión retorcida que tiene la formación de los curas, consecuencia del pensamiento de Puiggari», sostiene Wendler.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.