La bandera «pro vida» fue la excusa que sacó a buena parte del clero de Paraná a las calles este domingo para manifestar su rechazo al proyecto de despenalización del aborto, que se apresta a tratar la Cámara de Diputados de la Nación este miércoles.
Fue una movida impulsada por los sectores integristas, y dominada por un discurso de barricada: por los altoparlantes instalados en la rotonda del Puerto Nuevo, se tildó de «genocidas» a legisladores electos por el voto popular. Entre los dirigentes que avalaron ese discurso belicoso se hallaban la viceintendenta Josefina Etienot y el diputado provincial Esteban Vitor, ambos del partido del presidente Mauricio Macri.
Las principales espadas de la curia salieron a la calle. Desde el cardenal Esteban Karlic -el mismo que pidió a la Justicia no declarar en el juicio al cura abusador Justo José Ilarraz por su delicado estado de salud- hasta el sacerdote comisario Hernán Quijano, el canciller de la curia, hasta el sacerdote Mario Gervasoni, que tiene abierta una causa en Tribunales por falso testimonio, estrechísima mano derecha del arzobispo Juan Albergo Puiggari.
El cardenal Karlic y el arzobispo Puiggari tuvieron responsabilidad en no denunciar los abusos que cometió Ilarraz en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo. Ese silenciamiento fue reprochado con dureza por el tribunal que tuvo a su cargo juzgar la corrupción de menores que llevó adelante Ilarraz. Así lo dijeron en un fallo unánime los jueces Alicia Vivian, Carolina Castagno y Gustavo Pimentel.
El fallo que condenó a Ilarraz a 25 años de cárcel -un fundado pronunciamiento de 375 páginas- detalla que “coadyuvó como elemento facilitador del plan de Ilarraz, la posición asumida por sus superiores y pares actuantes al tiempo de los hechos; ya que sin su omisión el acusado no hubiera podido cumplir sus designios delictivos con la libertad e impunidad con que lo hizo”.
La Iglesia supo de los abusos y no los denunció en la Justicia. Lo supo en 1995, cuando Karlic ordenó una investigación interna, a instancias de Puiggari, pero ese sumario, que concluyó con la condena al destierro a Ilarraz, fue luego guardado en el archivo secreto de la curia. Las tres víctimas que declararon hicieron un doble juramento ante los hombres de la Iglesia de Paraná: decir la verdad y no revelar nada de lo allí contado.
La marcha de este domingo sumó muchas caras de la curia que quedaron en incómoda situación en el juicio a Ilarraz. Y desde la radio de la Iglesia, FM Corazón, lanzaron un posteo incesante con un hashtag curioso: «Las marchas que los medios nacionales silenciaron». ¿Qué silenciamiento? ¿Quién silencia?
Todas las notas que publicaron referidas a las marchas antiaborto que se hicieron en distintos puntos del país fueron con un denominador común: una etiqueta que habló del supuesto ninguneo. Raro: la Iglesia de Paraná había tenido una posición de vanguardia en ese asunto: silenciar. Silenció los abusos de Ilarraz, silenció la investigación, silenció a la víctimas.
Ahora suena irrespetuoso, banal, injusto y desproporcionado que hable de silenciamiento.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.