Cualquier elección, importante, de compromiso, cualquier elección, entonces, demanda un proselitismo que no conoce límites. Cada disputa en las urnas pone a andar una maquinaria fenomenal de propaganda que incluye spots en la tele y en las radios, avisos en los diarios, muchos afiches en las paredes y enormes pasacalles. La elección pasa, claro, y los pasacalles quedan. Algunos sobreviven bastante tiempo. Otros, son retirados de modo decoroso. Pero algunos son estropeados por las tormentas, y quedan ahí, envueltos en un columna, enredados entre el follaje de algún árbol. Y avisan que en cualquier momento vuelven, enteros, a posarse entre poste y poste.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.