Primero fue la pintada de un pañuelo verde, que identifica a la campaña por la legalización del aborto. Alguien decidió que eso no podía ser y pintó un bebito, y pintó todo de celeste, el color de los pro vida. Después, más verde, más celeste. La intolerancia a veces se ejerce con saña y fervor frente mismo a las puertas de la casa de Dios.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.