El sida fue, durante muchos años, un tema tabú.

A pesar de que el primer caso de sida en Argentina fue detectado en 1982, la primera Campaña Nacional de Prevención se puso en marcha nueve años más tarde, el 1° de julio de 1991. Sin embargo, la reacción de la Iglesia Católica junto con los sectores conservadores frente al anuncio que dispuso el reparto de un millón de preservativos en la vía pública, demoró el desarrollo de la campaña.

Gobernaba Carlos Menem.

El 2 de abril de 1992 el Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación puso en marcha el Programa Nacional de Lucha contra los Retrovirus Humanos / Sida, destinado a la atención de las cien mil personas con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). El programa incluiría el testeo masivo y gratuito y la provisión de medicamentos, también gratuita.

Se hizo con el slogan «El sida está aquí. Que no te sorprenda»: cinco spots televisivos, uno de los cuales alentaba el uso del preservativo.

Lo  ideó el médico Alfredo Miroli, un inmunólogo tucumuano, especializado en sexualidad y prevención de adicciones, que había trabajado con César Milstein y Luc Montagnier, y que entonces estaba al frente del Programa Nacional de Salud.

En Entre Ríos, le salió al cruce de esa campaña un cruzado de la Iglesia Católica: el cura Luis Alberto González Guerrico, que prohibió emitir los videos del Programa Nacional de Sida en ninguno de los colegios católicos de sida, bajo el argumento medieval que el único modo de frenar el avance del sida lo constituía el «cinturón de la castidad».

En Entre Ríos, gobernaba Mario Moine, un gobernante muy permeable a los deseos de la curia.

La orden fue impartida por quien entonces era vicario de Educación en la diócesis, González Guerrico. El cura aseguró que había censurado la difusión de los videos elaborados por el Ministerio de Salud de la Nación por “contradecir gravemente la moral cristiana” y por ser de “alta peligrosidad” para los jóvenes. El cura consideró que “el lazo de la castidad es el único medio seguro y virtuoso de poner fin a la trágica plaga del sida” y opinó que el video “es expresión genuina de la mentalidad secularista de la sociedad en que vivimos”.

González Guerrico  nació en 1953 en Buenos Aires, estudió en el Colegio Champagnat de los Hermanos Maristas y tiene el título de abogado, que obtuvo en la Universidad de Buenos Aires. Pero se preparó y se ordenó como cura en Paraná: el 8 de diciembre de 1985, ordenado por el entonces arzobispo Estanislao Karlic.

En 2007,  González Guerrico fue autorizado por  exarzobispo Mario Maulión a trasladarse a la diócesis de San Rafael, Mendoza, donde ocupó tres lugares clave: secretario canciller –una especie de mano derecha del obispo Eduardo María Taussig encargado de protocolizar todos las disposiciones diocesanas–, y además estuvo a cargo de la pastoral educativa y de la formación del clero.

En Paraná, donde estuvo 22 años, ocupó funciones de vicario en la Basílica Nuestra Señora del Carmen, en Nogoyá, hasta 1990, y luego como párroco de Nuestra Señora de La Paz, de la ciudad de La Paz.

De Mendoza  emigró a comienzos de 2016 para asumir como vicario general de la diócesis de Puerto Iguazú, Misiones. Pero allí estuvo sólo hasta diciembre de 2017, cuando renunció. El obispo de Puerto Iguazú, Marcelo Martorell, explicó que González Guerrico  presentó la renuncia  “por motivos de salud”. Desde entonces reside en Paraná, otra vez.

Su nombre cobró trascendencia pública a mediados de los años 1990 cuando el gobernador justicialista Mario Moine pretendió aplicar en las escuelas un plan de educación sexual, plan que mereció el reproche de quien entonces estaba a cargo de un área sensible para la Iglesia Católia, la Vicaría de Educación del Arzobispado de Paraná.

De aquella incursión voraz de González Guerrico hasta aquí, la Iglesia, que regentea casi un cuarto del sistema educativo entrerriano -sólo en Paraná, donde hay unos 100 mil alumnos, hay 364 escuelas públicas, y 148 colegios privados-, no ha sabido sobreponerse y establecer un programa de educación sexual en sus escuelas. Tampoco el Estado ha conseguido sostener una política pública.

El arzobispo Juan Alberto Puiggari dijo estos días, tras el rechazo en el Senado de la Nación del proyecto de ley de legalización del aborto, que todavía están viendo de qué modo dar educación sexual.

«No estábamos de acuerdo con la forma que se proponía como solución al problema (del aborto) y no ignoramos la dificultad que hay», reconoció, y aclaró: «A principio de año, cuando comenzó a hablarse de este tema, nos propusimos intensificar la educación sexual en las escuelas. Ciertamente, hay que redoblar mucho más el esfuerzo», según declaraciones que recogió Canal 11.

Según Puiggari, la Junta de Educación Católica organiza un curso destinado a docentes para que brinden educación sexual en las escuelas. «Muchas veces no se da, no por mala voluntad, sino, porque los docentes no se sienten capacitados para abordar los temas -aseveró-. Está el compromiso de fortalecer esa dimensión tan importante desde la educación».

 

 

 

Fotomontaje: Entre Ríos Ahora.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.